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Domingo, 26 de junio de 2016
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GUERNICA Y EL TORO

Por Rodolfo Rabanal

A partir de las seis de la tarde del lunes 26 de abril de 1937, los bombardeos nazis de la Legi贸n C贸ndor y algunos otros aviones italianos, aniquilaron la ciudad de Guernica casi en su totalidad. Del casco central no qued贸 nada.

El ataque dur贸 tres horas con el agregado tremendo de bombas incendiarias y disparos de metralla sobre los sobrevivientes que hu铆an. La peque帽a ciudad vasca ardi贸 sin remedio y en una poblaci贸n de cinco mil habitantes, se cree que durante las tres horas que dur贸 el ataque murieron mil.

El teniente coronel Wolfran Von Richthofen comand贸 la operaci贸n a茅rea y declar贸 sentirse inmensamente feliz por el excelente desempe帽o de sus muchachos. La idea de Franco consist铆a en abrir el camino para llegar m谩s f谩cilmente a Bilbao de modo que no vacil贸 en solicitar la ayuda de Alemania e Italia.

En muchos sentidos, la Segunda Guerra Mundial hab铆a empezado aunque nadie, o muy pocos, lo sospecharan. Lo que es seguro es que nadie pudo haber tenido la menor idea de que esa masacre ir铆a muy pronto a dar origen a una gran obra de arte pict贸rica, seguramente entre las mayores del siglo veinte.

Los griegos dec铆an que somos libres de hacer lo que queramos pero no de prever sus consecuencias. Las desdichadas 鈥揺 inocentes鈥 v铆ctimas de Guernica jam谩s supieron que inspirar铆an a Picasso. Tampoco lo supo Hitler o el comandante Von Richthofen. La historia est谩 poblada de agentes inesperados y circunstancias 鈥渆n diagonal鈥.

En esos d铆as 煤ltimos de abril de 1937, Picasso se devanaba los sesos en procura de una idea que no tomaba forma: le hab铆an encargado una obra que representara a Espa帽a en la pr贸xima Exposici贸n Internacional que se montar铆a en Par铆s ese mismo a帽o. Pero el ya entonces famoso malague帽o no hac铆a m谩s que ir de caf茅 en caf茅 trazando bocetos con los que, minutos despu茅s, hac铆a bollos de papel que iban a parar a la basura.

Lo sorprendente, lo revelador de la trama, en principio invisible, que lleva a la concreci贸n de un hecho son las intervenciones no planificadas que tejen la urdimbre de esa misma trama, precisamente. Tanto es as铆 que, en este caso, ser铆a l铆cito preguntarnos si existir铆a el Guernica sin la presencia 鈥搊portuna鈥 del poeta espa帽ol Juan Larrea.

Cuando Guernica fue destruida por los nazis, Larrea trabajaba en el departamento de prensa de la embajada de Espa帽a en Par铆s y sus amigos de entonces eran Alberto Giacometti, Paul Eluard, Andr茅 Breton, Max Ernst y Pablo Picasso, entre otros. Se dice que esa misma noche, la del veintis茅is de abril, todo el grupo estaba reunido en el caf茅 Les deux Magots ignorando lo que terminaba de ocurrir en el pa铆s Vasco. Fue el arribo de Juan Larrea, demudado, lo que los puso al corriente.

La noticia que les trajo Larrea les hel贸 la sangre, pero en un momento y en medio del 谩nimo consternado de todo el grupo, Picasso debi贸 recordar que estaba hundido en una b煤squeda sin salida y entonces dijo que no sab铆a c贸mo era una ciudad totalmente destruida.

Por lo que parece, se dirigi贸 a Juan Larrea y hab铆a en su expresi贸n un tono de pregunta. Larrea tampoco ten铆a demasiada consciencia de un destrozo semejante pero al cabo encontr贸 una figura que conten铆a, indudablemente en t茅rminos simb贸licos, un elemento fuertemente ib茅rico. Dijo que imaginaba el desastre pensando en un toro herido y lleno de furia en el interior de un bazar de porcelanas chinas. Un desbaratamiento brutal.

El genio de Picasso ha de haberse destrabado de inmediato porque tom贸 un papel y empez贸 a garabatear los contornos iniciales que lo llevar铆an a su Guernica. Tiendo a creer que no imaginaba que estaba a punto de elevar la est茅tica de la Modernidad hasta un punto inalcanzable y de no retorno: despu茅s de Guernica el arte deber铆a buscar nuevos rumbos. Mucho menos Juan Larrea 鈥揻ino poeta espa帽ol que escrib铆a en franc茅s y vivi贸 en C贸rdoba, Argentina鈥 habr谩 podido calcular el tremendo universo que desencaden贸 su frase.

El diez de mayo, Picasso se encerr贸 en el amplio estudio de la rue des Grands Augustins que Dora Marr 鈥搒u amante de entonces鈥 le hab铆a conseguido y se puso a trabajar. No sali贸 de all铆 hasta el 4 de junio, d铆a en que consider贸 el cuadro terminado. Dora Marr, una experta fot贸grafa 鈥揷uya infancia hab铆a pasado en Buenos Aires鈥, registr贸 la tarea en muchas de sus instancias e incluso fotografi贸 los innumerables bocetos que Picasso iba trazando mientras avanzaba en la obra.

El toro, cuya cabeza se orienta en una direcci贸n inversa a la que lleva el cuerpo, parece presidir el descoyuntamiento doloroso de todas las figuras del cuadro. Dicen los entendidos que Picasso puso en la obra muchos de sus padecimientos y angustias 鈥損or ejemplo la imagen de su hermana muerta muy joven鈥 e intent贸 acentuar esa impresi贸n en la manifiesta reducci贸n del cromatismo. Bien podr铆a decirse que el Guernica es una pintura en blanco y negro. O mejor, directamente en grises.

La obra, notorio alegato pacifista que naci贸 de un cruce inesperado de situaciones, mostraba una reproducci贸n 鈥揳l menos hasta 2003鈥 en la sala de decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, lugar donde el gobierno de Washington y sus aliados ,con Colin Powell a la cabeza, resolvieron la invasi贸n de Irak. El hecho es memorable porque 鈥揷ontra todos nuestros escepticismos acumulados鈥 ense帽a que el arte, en alg煤n punto, guarda poderes desconocidos y, en el caso del Guernica, un ineludible aliento de denuncia. Los dirigentes reunidos en el Consejo de Seguridad debieron sentir que el cuadro los estaba mirando y tan inc贸modos se habr谩n encontrado que, antes de empezar a hablar, acordaron taparlo con un gran lienzo. S贸lo entonces 鈥揺ludida la verg眉enza鈥 se habl贸 de la guerra.

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