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Domingo, 4 de enero de 2004
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Punch. Volteando pesos pesados

Te haremos Carré

En Absolute Friends, su última novela, John Le Carré indaga en los excesos del gobierno norteamericano. Indignados, los conservadores británicos quieren hacerlo puré.

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John Le Carré ha provocado la indignación de los conservadores británicos con su último libro, Absolute Friends, una denuncia de los excesos que, a su juicio, está cometiendo Estados Unidos bajo la presidencia de George W. Bush al izar la bandera de la guerra contra el terrorismo. El gran narrador de historias de la Guerra Fría ofrece su visión del mundo del siglo XXI de la mano de Ted Mundy y Sasha, dos amigos y espías que se conocieron en el Berlín bipolar de los ‘60 y coincidirán de nuevo en el inestable mundo unipolar de nuestros días.
En la novela, Le Carré toma partido contra Estados Unidos. Quizá sea eso lo que más molestó a la prensa británica, que refleja en sus comentarios una posición semejante a la que dividió al país ante el conflicto de Irak. Mientras The Times, y sobre todo The Telegraph, reniegan del giro político de Le Carré, The Independent, el único diario nacional que se pronunció sin ambages contra la invasión de Irak, ve en la novela un canto a la amistad por encima de las ideologías.
“La Carré no disimula su desprecio por la administración de Bush ni su ansiedad al ver cuánta carta blanca es capaz de darse EE.UU. para hacerse enemigos”, escribe Joan Smith en The Independent. “Aunque la convicción de sus argumentos depende del gusto de cada uno, lo que emerge con fuerza es la creencia de Le Carré en la amistad. La lealtad entre individuos es más fuerte que la ideología. Eso nos puede decir algo sobre sus propias prioridades, pero es también lo que convierte Absolute Friends en un libro amargo, pesimista y profundamente romántico.”
“Pobre John Le Carré. Primero perdió su tema –la Guerra Fría– y ahora está perdiendo su audiencia”, escribe Daniel Johnson en The Telegraph, aludiendo a unas declaraciones del escritor en las que denunciaba la guerra contra el terrorismo, el “gobierno-junta” de George W. Bush y las “mentiras” en las que se apoyó Tony Blair para justificar la invasión de Irak, mientras se lamentaba de que “no se puede criticar a Israel porque te acusan de ser antisemita”. “El gran maestro del thriller se ha convertido en un tipo aburrido”, afirma Johnson. “Absolute Friends recicla un montón de material de la Guerra Fría ya conocido. Los malos, sin embargo, ya no son los espías del KGB, sino los que los derrotaron. Occidente es el nuevo bloque del Este; la siniestra Derecha es la nueva Izquierda; la lealtad a la Alianza Atlántica es la nueva traición”.
“Fue la amenaza lo que hizo que los servicios secretos parecieran al mismo tiempo glamorosos y peligrosos. Y fue esa amenaza lo que convirtió Le Carré en un nombre familiar. El antiamericanismo, en comparación, es superficial, porque no se basa en una amenaza genuina. Si hay alguna amenaza, la forma que ha tomado –al menos desde el 11 de septiembre de 2001– no es americana, sino islámica.” Le Carré está amargado “porque ha descubierto que es un hombre del pasado. El mundo que él conoció mejor que nadie ya es historia; de ahí su desesperación, que le lleva a decir que no se puede escribir ficción optimista hoy día”, sostiene Johnson.
También en The Telegraph, George Walden escribe: “Le Carré tiene derecho a tener su opinión; puede ser un adventista del Séptimo Día, si quiere, mientras sus novelas no padezcan sus creencias; pero ésta las padece. La calidad de la escritura y la plausibilidad de la trama cae en picada en cuanto Le Carré deja su territorio y entra en el siglo XXI. El argumento se torna absurdo, material de película de serie B, y el lenguaje, al mismo tiempo indolente y didáctico, declina en paralelo”, afirma.
“Desde que acabó la Guerra Fría y cayó el Muro de Berlín, John Le Carré ha sido un novelista en busca de tema. (...) Con Absolute Friends vuelve a estar en forma”, asegura Allan Massie en The Scotsman. “Es su mejor libro desde hace años, probablemente desde Un espía perfecto. Ha encontrado un enemigo que vale la pena, una diana para su indignación moral. Además, ha dado otra vez con una sintonía contemporánea. Esta es una novela contra la guerra. En particular, es una novela contra la guerra de Irak, yferozmente antiamericana. Está escrita con pasión, (...) con un brío que Le Carré no tenía desde hace años”, se felicita Massie.

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