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Domingo, 14 de marzo de 2004
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Cine

Amnesias del futuro

Con el estreno de El pago, de John Woo, vuelven a la pantalla las pesadillas, la paranoia, las realidades alternativas y las malversaciones de la memoria. Vuelve el mundo de Philip K. Dick, el escritor que (de Blade Runner a El vengador del futuro, de Screamers a Minority report) le ense帽贸 a Hollywood c贸mo leer las sombras del futuro en los pliegues m谩s sutiles del presente.

Por Rodrigo Fres谩n
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La conversaci贸n entre el periodista Gwen Lee y el escritor Philip Kindred Dick tuvo lugar en noviembre de 1982, pero reci茅n pudimos escucharla y leerla en el 2000, cuando apareci贸 en forma de libro. En What If Our World is Their Heaven?: The Final Conversations of Philip K. Dick, el autor de El hombre en el castillo aparece entusiasmado y feliz. Por fin, parec铆a, su suerte iba a cambiar para bien, para mejor que nunca: el director de cine Ridley Scott acababa de proyectarle en una sala privada veinte minutos de Blade Runner, pel铆cula basada en su libro 驴Sue帽an los androides con ovejas el茅ctricas? Y a Dick le gust贸 lo que vio. Le gust贸 mucho. Y no es que a Dick le entusiasmara mucho el cine o lo audiovisual. Alguna vez hab铆a escrito un treatment de episodio para la serie Los invasores y otro para Misi贸n: Imposible (con una especie de Che Guevara como personaje invitado). Y lleg贸 a terminar una muy dialogada adaptaci贸n de su novela Ubik a pedido de un productor franc茅s (cuya versi贸n encuadernada se consigue hoy en Internet a precios, s铆, casi c贸smicos). Y alguna vez John Lennon se hab铆a interesado en 鈥渉acer algo鈥 con Los tres estigmas de Palmer Eldritch, su novela m谩s lis茅rgica. La verdad es que a Dick le gustaba m谩s ir al cine que ir a trabajar en el cine. Y eso era todo. De hecho, a Dick tampoco le interesaba la cienciaficci贸n; pero de algo hab铆a que vivir 鈥揺l mercado era bueno: compraba todo y pagaba r谩pido y no exig铆a demasiado鈥 y ya habr铆a tiempo para convertirse en el escritor serio y realista que siempre hab铆a querido ser.
Lo que s铆 le interesaba a Dick era el dinero. Por eso era feliz; porque, ya era hora, se estaba filmando Blade Runner. No hab铆a sido sencillo: el primero en comprarle los derechos 鈥2500 d贸lares, no estaba nada mal: despu茅s de todo, Dick hab铆a recibido 1250 d贸lares por la novela鈥 fue, en 1977, un actor llamado Brian Kelly. Pero no hab铆a pasado nada. Ahora, 1982, luego de a帽os de penurias y de haber llegado a alimentarse con comida para perro, Dick estaba seguro de que hab铆a llegado el momento de hacerse millonario por cortes铆a de Hollywood.
鈥淰an a lanzar una l铆nea de mu帽equitos de juguete con los personajes de la pel铆cula, y piyamas y s谩banas, y libros para colorear, y c贸mics. Van a sacar cientos de cosas; no me acuerdo de la lista completa de productos鈥, le dice un entusiasta Dick a un admirado Lee.
Entonces Lee le pregunta si el gui贸n de la pel铆cula respeta la trama de la novela. Dick se levanta a buscar una botella de vino y, desde la cocina, responde:
鈥淓h... hum... ah... no mucho鈥.
Seis meses despu茅s, Dick estaba muerto y Blade Runner era un fracaso de p煤blico y cr铆tica.
Veinte a帽os m谩s tarde, Blade Runner est谩 considerada como un cl谩sico moderno y el fantasma de Dick se pasea por los estudios de cine y todo parece indicar que va a permanecer all铆 un rato largo, que lleg贸 para quedarse.
Y es un fantasma que cobra caro.

驴Qui茅n da m谩s?
Esto es verdad: en 1953, Philip K. Dick vendi贸 el cuento de treinta p谩ginas titulado 鈥淓l Pago鈥 a la revista Immaginationpor 200 d贸lares. Los derechos para su adaptaci贸n al cine les significaron a sus descendientes y herederos unos 2 millones de d贸lares. No est谩 nada mal. Isa y Lauray Cristopher Dick, guardianes de Dicklandia, tienen este lema: 鈥淧onemos precios muy muy muy altos para quitarnos de encima a los que no est茅n verdaderamente comprometidos con la visi贸n de nuestro padre鈥. As铆, los hermanos Dick s贸lo venden a nombres establecidos; no les interesa el modelo genio-que-reci茅n-empieza porque paga poco por una opci贸n, nunca consigue el dinero para empezar el rodaje y paraliza el proceso.
Y esta estrategia es s贸lo el principio de la avalancha, la punta del iceberg, ahora que el legado de Dick 鈥搎uien muri贸 sin dejar testamento鈥揷omienza a descongelarse cada vez m谩s r谩pido superados los once a帽os de inmovilidad que exige la ley. El relato fantasy-infantil 鈥淭he King of the Elves鈥 est谩 en manos de la Disney y de la Jim 鈥淢uppet鈥 Henson Company; 鈥淭he Short, Happy Life of the Brown Oxford鈥 (historia protagonizada por un zapato con vida propia) pertenece a Miramax; mientras que la m谩s grande novela drogadicta de todos los tiempos, Una mirada a la oscuridad, ser谩 dirigida por Steven Soderbergh para la Warner Bros. Mientras que las novelas Radio Libre Albemuth, Valis, Tiempo desarticulado (inspiradora no tan subliminal de El show de Truman) y la formidable Fluyan mis l谩grimas, dijo el polic铆a est谩n a punto de ser procesadas aqu铆 y all谩. Todo esto sin contar los innumerables y m谩s o menos logrados faux Dicks que han surgido como hongos durante los 煤ltimos a帽os: ver Abre los ojos (y su remake norteamericana Vanilla Sky), Dark City, El piso trece, eXistenZ, Memento, la ya mencionada El show de Truman, la muy pr贸xima a estrenarse Eternal Sunshine of the Spotless Mind, y 鈥搇ast but not least鈥 ese refrito de filosof铆a dickiana que es la trilog铆a Matrix.
Por el camino ya quedaron: El vengador del futuro (1990) de Paul Verhoeven, que envejeci贸 muy mal pero lleg贸 a recaudar 118 millones de d贸lares s贸lo en EE:UU. y en un principio iba a ser dirigida por David Cronenberg o Bruce Beresford y protagonizada por Richard Dreyfuss o William Hurt... hasta que lleg贸 Arnold; las econ贸micas y poco pretenciosas Confessions d鈥檜n barjo (1992), francesa, basada en su novela 鈥渞ealista鈥 Confesiones de un artista de mierda, Screamers (1996) e Impostor (2002); la megaproducci贸n Spielberg-Cruise Minority Report (2002). Y ahora llega El Pago, del action-master John Woo. 驴Y qu茅 tienen en com煤n todas estas pel铆culas por encima de presupuestos, estrellas y recaudaciones?
F谩cil: Eh... hum... ah... ninguna tiene mucho que ver con el texto original. Tal vez por eso ninguna es del todo buena. Y sin embargo...

Apocal铆ptico ahora
...funcionan. Porque se siente, se siente, Philip K. Dick est谩 presente. El Pago 鈥揷omo corresponde鈥 no est谩 bien pero tampoco mal porque, s铆, ah铆 vuelven a estar la paranoia, la amnesia del futuro (la clave de la obra dickiana no est谩, a diferencia de gran parte de la sci-fi convencional, en anticipar lo que vendr谩 sino en preguntarse qu茅 pas贸), la inasible naturaleza de eso que alguna vez conocimos como Dios, el megacontrol de las megacorporaciones, la desilusi贸n aterrorizada por lo que nos ha tra铆do la tecnolog铆a, la entrop铆a como fuerza regente de todas las cosas y lo fr谩gil y manipulable que es aquello que, a falta de un nombre mejor, hemos dado en llamar realidad.
As铆, las profundas ideas que Dick ten铆a entonces son perfectas para el superficial mundo del cine de hoy porque: a) son buenas ideas muy f谩ciles de sintetizar en menos de quince palabras (por eso sus adaptaciones suelen ser irrespetuosas: lo que le interesa al productor es el concepto y no el argumento; de ah铆, tambi茅n, que los cuentos de Dick .-que dejan espacio para un tercer acto a piacere鈥 sean m谩s f谩ciles de vender y de filmar que sus novelas); b) se las puede decorar a voluntad con lindos y sorprendentes efectos y persecuciones vertiginosas; c) ofrecen espacio para que el actor, si tiene ganas, act煤e (cosa que no ocurre con Arnold y Tom y Ben); y d) de alg煤n modo ofrecen el plus de prestigio intelectual de un escritor cada vez m谩s reconocido y respetado por intelectuales de peso.
Semanas atr谩s .-a prop贸sito del estreno de El Pago-. la ciberrevista Wired pon铆a en tapa este fen贸meno del boom cinematogr谩fico post-mortem de Dick (y a Uma Thurman, coprotagonista del film de John Woo), y adentro, en varias p谩ginas, el periodista Frank Rose comentaba: 鈥淓n estos d铆as en que la mayor铆a de los escritores de ciencia-ficci贸n del siglo XX parecen irremediablemente pasados de moda y fechados, Dick nos ofrece una visi贸n del futuro que, al mismo tiempo, captura perfectamente el sentido de nuestros d铆as. A 茅l nunca le importaron los viajes espaciales ni losrobots, aunque a menudo aparezcan cohetes y androides en sus historias. Dick escrib铆a sobre tipos normales atrapados y perdidos en las redes de corporaciones todopoderosas y tecnolog铆as de funcionamiento ambiguo y sobre memorias implantadas y sobre falsificadores de mundos y de realidades. La clave de Dick es la clave de nuestros tiempos: ya no estamos en condiciones de saber qu茅 es real y qu茅 no lo es.
Como los balbuceantes adivinadores del futuro en Minority Report, Dick era un precog. Acechando en sus ficciones alimentadas a base de anfetaminas pod铆an discernirse esas verdades que s贸lo era cuesti贸n de saber decodificar. En un ensayo de 1978, Dick escribi贸: 鈥淰ivimos en una sociedad en la que las m谩s espurias realidades son manufacturadas por los medios, por los gobiernos, por enormes compa帽铆as, por grupos religiosos y pol铆ticos. Por eso, en mis ficciones, yo me pregunto una y otra vez qu茅 es la realidad. Porque estamos siendo incesantemente bombardeados con seudorrealidades manufacturadas por gente muy sofisticada que utiliza ingenios electr贸nicos todav铆a m谩s sofisticados. Y no es que desconf铆e de sus motivaciones. De lo que yo desconf铆o es de su poder. Es un poder铆o asombroso: el poder de crear universos enteros, universos de la mente. Nadie lo sabe mejor que yo. Porque yo tambi茅n me dedico a eso鈥.
Analizado dentro de este contexto, el 茅xito de Dick en Hollywood se antoja como algo extra帽amente inevitable. Toda su carrera se apoya en la construcci贸n de realidades alternativas. En persona, cuando estaba vivo, era el outsider definitivo que con sus visiones paranoicas denunciaba el sometimiento del hombre com煤n a la tiran铆a de la gran m谩quina corporativa. Muerto, Dick se ha convertido en el gran alimentador de esa misma m谩quina. Sus seudomundos son ahora la base de elaborad铆simos espect谩culos dise帽ados por esas megacorporaciones a las que puntual y disciplinadamente les pagamos para que nos llenen la cabeza de efectos especiales. Dick ha pasado de ser un escritor pulp a convertirse en el m谩s exitoso profeta hollywoodense...
De acuerdo. S贸lo queda rezar porque alguna vez los action-directors se cansen de Dick y que su obra y su cerebro sean cedidos a gente como Robert Altman, Paul Thomas Anderson, los hermanos Coen y, tal vez, al candidato perfecto para filmar Tiempo de Marte: David Lynch.

驴Qui茅n soy? 驴D贸nde estoy? 驴A d贸nde voy?
A la hora de explicar lo que quiso escribir en el relato 鈥淓l Pago鈥, Dick dijo: 鈥溌縌u茅 valor tiene la llave de una de esas consignas de estaci贸n de 贸mnibus? Un d铆a vale 25 centavos y al d铆a siguiente miles de d贸lares. Al imaginar este cuento pens茅 que hay ocasiones en que la moneda de 10 centavos que sirve para hacer una llamada telef贸nica puede llegar a equivaler a lo que separa la vida de la muerte. Las llaves, un poco de cambio, tal vez una entrada de teatro, y quiz谩 el recibo del estacionamiento de un Jaguar. Todo lo que ten铆a que hacer era ligar esta idea con la del viaje temporal para ver c贸mo algo 铆nfimo e in煤til pod铆a ser, para la sabia mirada de un viajero del tiempo, algo trascendente y definitivo鈥.
Y tanto Ben Affleck como John Woo reconocen haber le铆do poco y nada de Philip K. Dick pero, se apresuran a decirlo, han visto todas 鈥渟us pel铆culas鈥. S铆: m谩s all谩 del director 鈥搒ean pesos pesados como Scott, Verhoeven o Spielberg鈥, una pel铆cula basada en algo de Dick acaba siendo una pel铆cula de Dick. Tan poderosa es la fuerza de sus ideas. Y tal vez el problema de El Pago 鈥搎ue se deja ver, es divertida, tiene sus grandes momentos y nos obliga una vez m谩s al habitual duelo western-samurai con una pistola en cada mano y a esas motocicletas tan t铆picamente Woo鈥 es que el oriental, intentando anular el influjo del fantasma, invoca otro fantasma: el de Alfred Hitchcock. Y as铆 abundan los gui帽os: cortinas de duchas y loros y trenes y, muy especialmente, el Cary Grant que no entiende nada de lo que le ocurre en North By Northwest. Y claro: Woo noes Hitchcock y aqu铆, por momentos, bordea la autoparodia de Woo. Y Affleck est谩 muy lejos de ser siquiera una ceja de Cary Grant. Y as铆 鈥搈ientras Uma Thurman podr铆a quiz谩s haberle interesado al gran adorador de rubias g茅lidas del cine鈥 se alcanza la interesante pero muy involuntaria paradoja de que El Pago, al igual que muchos de los atormentados h茅roes de Dick y de Hitch, acaba produciendo la un tanto inc贸moda sensaci贸n de no saber qu茅 est谩 haciendo ah铆, de no acordarse de nada, de preguntarse todo el tiempo por qu茅 esa bala que vuela veloz y hacia 茅l y en c谩mara muy lenta lleva su nombre y cu谩l era mi nombre, 驴eh? Y advertencia pertinente: tanto el guionista 鈥揇ean Georgaris, responsable de la mal铆sima segunda pel铆cula de Lara Croft鈥 como los productores estuvieron de acuerdo en cambiar el final del cuento porque era 鈥渕uy deprimente鈥.
Y en El Pago Affleck corre mucho y es muy perseguido y hace uso de las artes marciales y as铆 es la vida, y por lo menos uno sale del cine m谩s tranquilo porque 鈥揳 diferencia de lo que ocurre con el Evangelio seg煤n San Neo鈥 entendi贸 el argumento: aqu铆 Affleck es Michael Jennings, un talentoso reverse engineer que, luego de cumplir tareas de alta confidencialidad, permite que le borren la zona de la memoria ocupada por el trabajo en cuesti贸n para que no haya riesgo de que se le escape alg煤n detalle mientras duerme o pretende impresionar a una chica en una fiesta. El problema es que, luego de cumplir un encargo para el multimillonario y alguna vez compa帽ero de escuela Jimmy Rethrick, Jennings sale de la sesi贸n con la m谩quina desmemoriadora y descubre que le han borrado dos o tres (nunca queda muy claro) a帽os completos de su vida. Y que 鈥揺n lugar de un sustancioso cheque por los servicios prestados que aparentemente decidi贸 regalar鈥 lo 煤nico que tiene para reconstruir el rompecabezas es una bolsa llena de cosas aparentemente inconexas pero... Mientras tanto, el FBI y el jefe de seguridad de Rethrick compiten para ver qui茅n lo mata primero. Y por ah铆 anda dando vueltas Uma Thurman 鈥搇a ingeniera bi贸loga Rachel Porter, tambi茅n empleada de Rethrick鈥, lo que siempre es de agradecer.
Algo as铆. La verdad es que la vi hace varias semanas y ya no me acuerdo mucho, y tal vez de eso se trate y esto s铆 que ser铆a muy pero muy Dick: una pel铆cula sobre la amnesia inducida que, cuando la ves, te borra todo recuerdo de ella. Lo que quiz谩 sea la m谩s perfecta definici贸n del Hollywood de los 煤ltimos tiempos.
S铆, s铆, s铆: Philip K. Dick vio el futuro. Es decir 鈥損or eso, le铆dos sus libros o no, vamos al cine a ver de qu茅 se trata鈥 lo que Philip K. Dick vio fue nuestro presente.
Apaguen los m贸viles y los celulares y las luces.
Shhhhhhh.
Y leo en una revista que es inminente el comienzo del rodaje de una pel铆cula titulada Shooting Star, protagonizada por Jude Law y por los replicantes virtual e inform谩ticamente resucitados de Humphrey Bogart, Marilyn Monroe y James Dean. Con lo que el medio alcanzar谩, finalmente, el punto de saturaci贸n m谩xima en el trabajo de comprender y asimilar las ficciones de Dick. El pr贸ximo paso, claro, ser谩 la creaci贸n de espectadores virtuales que rompan todos los records de p煤blico habidos y por haber.
Y una inolvidable y cercana noche de marzo, Philip Kindred Dick se levantar谩 de su butaca en el Kodal Theatre y subir谩 al escenario entre aplausos y hurras para recibir el merecido Oscar por toda su carrera y en gratitud por sus aportes al s茅ptimo arte. Y Philip K. Dick agradecer谩 a la Academia, a su familia y al Valis nuestro que est谩s en el espacio.

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