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Domingo, 5 de septiembre de 2004
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Museos

La imaginación y el poder

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POR MARTIN DE AMBROSIO

Hay un espejo que no sólo multiplica a los hombres, como la cópula, sino que los multiplica igual que la pesadilla de John Malkovich en la película de Spike Jonze: dondequiera que se mire, no se ve más que la propia imagen, en diferentes perspectivas. El indeseable espejo –que es, en realidad, una serie de espejos– se encuentra con otros ingenios en el Museo Interactivo Imaginario que la Universidad de General Sarmiento posee en San Miguel, y sirve para introducir a los visitantes en los meandros de la ilusión óptica y la perspectiva.
Parado justo en la intersección entre la ciencia, la tecnología y la sociedad, el museo puede exponer sin complejos ni partidismos tanto el funcionamiento de poleas, marcapasos o el célebre péndulo de León Foucault (aquel que demuestra que la Tierra rota), como conocimientos de tipo social; por ejemplo, la evolución conjunta del desempleo y las villas en el período 1991-2001, en todo el conurbano y en especial en la zona de influencia de la universidad.
Las tres partes del Museo están divididas y no integradas, como si declararan que el pensamiento sobre la ciencia, la tecnología y la sociedad son cosas bien distintas. Las diversas salas (con información de física, química, tecnología, sociedad e historia) promueven experiencias interactivas, con la estimulación guiada de estudiantes avanzados de las carreras afines de la institución. Por ejemplo, al lado de la pequeña réplica del péndulo de Foucault, cuya versión original está en París y mide 67 metros, hay otro pendulito con imanes que introduce al movimiento caótico: es imposible predecir qué imán va a preferir el péndulo a la hora de detener su movimiento. Y, pese a que la analogía con el comportamiento de las sociedades se cae de madura, el museo no se deja tentar: la física para las cosas inertes, la sociología para las sociedades.
Otra de las salas contiene los consabidos juegos visuales: paralelas que parecen llamadas a cortarse mucho antes del infinito y palabras que refieren a colores con los cuales no están pintadas. Por ejemplo: la consigna es primero leer lo que las palabras indican, y luego nombrar sólo los colores con que están pintadas; pero la palabra “rojo” está pintada de azul y así sucesivamente, de tal modo que la lectura se complica, y mucho: el visitante lee “rojo”, pero a la carrera a veces se tienta y dice “azul”. Desde luego, señala el guía Mariano, los chicos todavía no alfabetizados que pasan por el Museo caen mucho menos en la trampa.
El Museo comenzó a funcionar en octubre del 2003, en el mismo lugar donde durante más de 50 años abrió sus puertas (o las cerró) un internado de la Congregación Hijas de San José Protectoras de la Infancia, monjas de origen chileno. En esa robusta construcción de techos altos y grandes patios, inundado por el aroma de los tilos, funciona el Centro Cultural de la Universidad que contiene al Museo y se completa con el Centro de las Artes y el área de formación cultural. De modo que, mientras es instruido en el desplazamiento de las ondas sonoras, el visitante puede oír una orquesta tocando en vivo o afinando sus violines. Y antes de la partida, a modo de yapa, siempre hay tiempo para subir unas escaleras, descarriarse del adoctrinamiento científico y recorrer una interesante muestra de artistas plásticos locales.

El Museo Interactivo Imaginario funciona de lunes a viernes de 10 a 12 y de 14 a 16, y los sábados de 15 a 18, en Julio A. Roca esquina Muñoz, San Miguel. Para reservas e informes, comunicarse al tel. 4451-7924/7925 o escribir a [email protected]

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