Por Santiago Porter
Entiendo como algo especialmente difícil explicar los motivos por los cuales una obra determinada resulta especialmente significativa. Tal vez situando el momento en el que esa obra hizo su aparición en mi vida y el efecto que me generó, puedo explicar mejor el porqué de mi elección.
Cuando por primera vez un libro de Frank llegó a mis manos yo ya trabajaba como reportero gráfico. Un oficio que me apasionaba pero que al mismo tiempo me generaba una sensación de crisis casi permanente. De alguna manera, tener que responder cotidianamente a las expectativas de aquellos para los que trabajaba y al mismo tiempo intentar satisfacer mis propias necesidades expresivas era un dilema que no me permitía concentrarme en una búsqueda que me resultara adecuada. Era pura angustia. Yo tenía para ese entonces unos 20 años y no participaba de talleres ni asistía a cursos.
Las fotos de Robert Frank llegaron entonces, no para darme respuestas pero sí para ayudarme con las preguntas adecuadas. Primero fue el libro The Americans y después una reedición de 1989 del libro The Lines of My Hand, que fue algo así como un momento de revelación: identificarme con algo hasta tal punto que me pareció entender el sentido de por qué fotografiar.
Elegí la foto Mabou, 1978 (Sick of Goodbye’s) como un ejemplo de las muchas imágenes contenidas en ese libro.
A mediados de los ‘70 y luego de un intervalo de más de diez años, Robert Frank vuelve a la fotografía. Es en las imágenes que empieza a producir en este regreso donde tal vez se percibe con mayor crudeza y emoción algo que en definitiva, entiendo, rige toda su obra: esa urgencia por continuar contrapuesta con la infinita tristeza por lo que se ha perdido.
Muchas de estas fotografías son de su entorno cotidiano: paisajes hechos en Mabou, Nueva Escocia (Canadá) o fotos del interior de su departamento en Nueva York. Imágenes del mar, la tierra, la nieve, habitaciones vacías. Frank utiliza estos elementos cargándolos de contenido poético y metafórico y luego escribe directamente sobre sus negativos Polaroid, rayándolos con anotaciones en apariencia impulsivas. La imagen: el afuera, las palabras: el adentro.
En 1969 Robert Frank se separa de su primera mujer, Mary Lockspeiser. En 1973, su amigo el cineasta Danny Seymour, con quien había realizado la película Home is Where the Heart is, desaparece y es dado por muerto, y el 28 de diciembre de 1974 muere su hija Andrea, de veintiún años, en un accidente aéreo. Sick of Goodby’s fue hecha en 1978.
Estas fotos son para mí de una intensidad inconmensurable. Cuando dudo sobre el gesto de producir vuelvo a estas imágenes una y otra vez, como quien vuelve a viejas cartas de amor, sólo para revivir la sensación.
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