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Domingo, 25 de agosto de 2002
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Inquisiciones

Vade retro

México está que arde. Motivo: el estreno de El crimen del Padre Amaro, retrato del fogoso affaire que empuja a un cura y a su amada adolescente a retozar bajo el mismísimo manto de la Virgen. Basado en una vieja novela del portugués Eça de Queiros, el film de Carlos Carrera despertó las iras de la jerarquía eclesiástica mexicana y fue objeto, desde el día de su estreno, de las mismas represalias que alguna vez penalizaron La última tentación de Cristo de Scorsese o Yo te saludo, María de Godard. Resultado: El crimen del padre Amaro ya es la película más taquillera de la historia del cine mexicano.

Por Mariana Enriquez
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“Soy muy intensa, me toco a mí misma. En la regadera me gusta sentir que el agua caiga en mi cuerpo... Cuando me acaricio, cierro los ojos y pienso en Jesús Nuestro Señor. ¿Es pecado?” Así seduce Amelia (Ana Claudia Talancón) al Padre Amaro (Gael García Bernal) en una escena de El crimen del padre Amaro, la película que tiene escandalizadas al ala conservadora de la Iglesia Católica y a buena parte de la población mexicana, y que esta semana batió todos los records de taquilla: ya la vieron 900 mil personas y recaudó 31 millones de pesos, superando ampliamente a éxitos como Y tu mamá también, de los hermanos Cuarón, y Amores perros, de Alejandro González Iñárritu, sorteando las misas y homilías en las que los representantes del Señor instaban a los “buenos católicos” a boicotear el film. El Arzobispado mexicano consiguió postergar el estreno de El crimen del padre Amaro para después de la visita del Papa, pero fracasó en el intento de prohibirlo. Y está que trina. Especialmente Juan Sandoval Iñíguez, obispo de la muy conservadora Guadalajara, que dijo: “La película atenta contra los misterios más santísimos, como la Eucaristía, la figura del Papa, la Virgen María. De todo se burla. No la vi, sin embargo, porque no quisieron pasármela. Hace falta un estudio serio para ver cuál es el laicismo que queremos. No queremos un Estado que se alíe con fuerzas oscuras. Nadie tiene libertad de ofender a la comunidad católica. No es posible que un grupillo de ateos, de enemigos de la Iglesia, se incrusten en la administración del Estado, los medios y la educación. No sé si los funcionarios han sido hipócritas, pero han sido incoherentes en muchos aspectos. El PAN (Partido Acción Nacional) ha sido un partido católico con la intención de hacer pública la doctrina social de la Iglesia. Y fue el pueblo católico el que votó por ellos”.

LOS PROTAGONISTAS
El crimen del padre Amaro está avalado por currículums impecables. Uno de ellos es la novela en la que se basa, escrita por el portugués José María Eça de Queiroz y publicada en 1875. Naturalista, considerado el fundador del realismo portugués, De Queiroz dedicó su período más prolífico a retratar la sociedad de la época en crónicas costumbristas, especializadas en criticar la burguesía portuguesa y denunciar con fina ironía la corrupción del clero. El crimen del padre Amaro pertenece a su fase realista y anticlerical más furibunda. En vida, el escritor no sufrió importantes persecuciones: fue diplomático, vivió en Inglaterra y Francia, y sus libros –según Darío Moreira de Castro Alves, miembro de la Academia Brasileña de Letras– “no podían faltar en ninguna casa que se preciara de culta aunque, por su contenido, los padres de familia los guardaran bajo siete llaves”.
De adaptar la novela al cine se encargó Vicente Leñero, el escritor y periodista que en febrero pasado recibió el Premio Nacional de Literatura de manos del propio presidente Fox y que ya había tenido sus contactos con la temática religiosa: en la novela El evangelio de Lucas Gavilán, por ejemplo, y en la pieza Pueblo rechazado, llevada al cine en 1973 por Francisco de Villar como El monasterio de los buitres. Aunque cuestionaba el celibato, El monasterio... no provocó mayor revuelo. En cuanto al director, Carlos Carrera es uno de los pocos realizadores de su generación que lograron desarrollar en México una trayectoria importante sin depender del financiamiento extranjero. Su corto de animación El héroe ganó un premio en Cannes en 1994, convirtiéndolo en el único director mexicano premiado en ese festival; su film Un embrujo (1998) fue seleccionado para representar a México en las candidaturas al Oscar de 1998; y fue el productor principal de los comerciales de TV de la campaña electoral que llevó a Vicente Fox a la presidencia en el 2000. Carrera se la pasa negando que ese trabajo haya pesado para el financiamiento del film: “Mi productora nunca hizo campañas para el PRI”, dice, “y el Instituto les dio apoyo a mis películas La mujer de Benjamín y Un embrujo. Yo no voté por Fox, pero sí me interesaba que se acabara el gobierno del PRI”.

LA PELICULA
El crimen del padre Amaro plantea, en primer lugar, el conflicto de un sacerdote recién ordenado con su deseo sexual. Recién llegado al pueblo, Amaro se enamora de la adolescente Amelia, con la que tiene relaciones. En la escena más controvertida del film, el cura le entrega a Amelia el manto de la Virgen; cuando la joven se cubre con él, Amaro le dice: “¡Te ves más bonita que la misma Virgen!”. Y enseguida se aman bajo el manto. Otra escena para el escándalo tiene lugar cuando una fiel medio enloquecida escupe la hostia que acaba de recibir y se la da a un gato. Pero la historia también se ocupa del tema de la guerrilla, la influencia de la Iglesia en los anunciantes y la presión en los medios. En la ficción, Amaro –que viene a suceder al padre Benito, un cura relacionado con narcos– contempla cómo el padre Natalio (Pedro Armendáriz) es perseguido por simpatizar con la teología de la liberación. Amaro no logra conciliar su relación amorosa con la carrera política que la Iglesia le ofrece, y elige el camino de la hipocresía.
Cuando le preguntaron cómo adaptaron una novela del siglo XIX al México actual, Carrera respondió que fue muy fácil: “Pese al Concilio Vaticano, la Iglesia no ha cambiado mucho; ni en el comportamiento político, que sigue siendo parecido, ni en el asunto del celibato, que sigue siendo un problema. Lo que hicimos fue traducir a las conductas actuales el comportamiento moral cuestionable que la novela atribuye a los sacerdotes. El espíritu, los personajes y la anécdota son los mismos. No es un ataque a la Iglesia sino una historia de seres humanos con falencias, que en este caso son sacerdotes”.
Niño mimado del cine mexicano, bello joven de conducta impecable, Gael García Bernal fue blanco en estos días de dedos acusadores que le cuestionaron su participación en el sacrilegio y amenazaron con destituirlo del trono ejemplar en el que lo ha puesto la juventud mexicana. Al principio, García Bernal no quiso entrar en polémica. Pero cuando los ánimos se caldearon, se animó a decir: “Todo es infundado y ha sido armado alrededor de algo que no se ha visto. La película se pregunta dónde reside la fe en este mundo, y si la fe y el amor son compatibles. Yo abogo por la tolerancia y la libertad de expresión. Los jóvenes mexicanos tenemos una voz más grande porque somos más, y estamos hartos y respondemos con escupitajos y vómitos a cualquier incitación a negarnos algo”.

YO NO LA VI
El crimen del padre Amaro no tiene todavía fecha de estreno en la Argentina, circunstancia que no parece demasiado relevante para hablar del film, dado que quienes intentaron prohibirla en México tampoco la vieron. Alfonso Navarro, director de Comunicación del Arzobispado, decía la semana pasada en el programa “Círculo rojo” de la Televisión Mexicana: “Nosotros, los católicos, vemos que hay una ofensa muy clara. El caso más típico es que durante las relaciones sexuales se tapan con el manto de la Virgen. Yo no la he visto, eso me dicen”. Cómo hizo Navarro para ver una ofensa sin ver el film, es otro misterio. El resto de los impugnadores no demostró mayor cordura. Aquí, más declaraciones de otros que tampoco la vieron:
>“Se está reflejando un laicismo que se define como ateo, intolerante, persecutor de la Iglesia” (Norberto Rivera, Arzobispo Primado de México).
> “Hay que distinguir un mundo de libertades de un mundo de porquerías. Ojalá que todos los que tenemos una fe sintamos asco, repudio y enojo por este tipo de conductas. Ojalá que la censura sea de la sociedad y distinga el arte de las porquerías” (Diego Fernández de Cevallos, senador del PAN).
> “En caso de que la película sea de tal grado nefasta para la religión, ciertamente vamos a brincar y usted sabe que cuando brincamos, brincamos” (Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec).
> “Me parece inadmisible que en nombre de la tolerancia y la libertad se justifique tal película y se ataque tan ferozmente a quienes no están deacuerdo con ella. Ya quedó claro que esta película es considerada un ataque a la Iglesia Católica” (Carlos Abascal, secretario de Trabajo).
> “Todos tenemos libertad para hacer lo que nos parezca. En mi caso, yo no voy a verla. Además, ¿cómo quieren que vaya? Ni buena ni mala voy a ir. No voy al cine ni a ver caricaturas ni de monitos. La película es una porquería, ya lo dije. Está hecha con toda saña para agredir a los católicos” (Mercedes Quesada, madre del presidente Vicente Fox)
El que tiró la primera piedra y contribuyó para que el intento de censura tuviera el efecto contrario (ahora todo el mundo quiere ver El crimen... para saber de qué se trata) fue José Serrano Limón, presidente de la Organización Cultura de la Vida, especialmente activa en su cruzada antiabortista. Serrano Limón denunció ante la Procuraduría General de la República al secretario de la Gobernación, Santiago Creel, por autorizar la exhibición de la película, y al Instituto Mexicano de Cinematografía y a Conaculta por haberla financiado (aunque el fondo de promoción correspondiente aportó sólo 3,5 de los 18 millones que costó el film). Como era previsible, Serrano Limón no vio el film. Cultura de la Vida forma parte del Comité Nacional Pro-Vida, que pidió la renuncia de la directora del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Sari Bermúdez) y otros funcionarios por violar el artículo sexto de la Constitución Mexicana, cuyo texto dice: “La manifestación de ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa sino en caso de que ataque la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público”. Sin embargo, el vocero del Episcopado consideró que el film “es un llamado de atención a la Iglesia para revisar sus procesos de formación en el seminario y de selección. Tal vez algún obispo pudiera decir algo en contra, pero la Conferencia del Episcopado Mexicano respeta las creaciones artísticas”. La película fue autorizada para su exhibición el 11 de julio pasado, con la tolerante calificación de “apta para mayores de 16”.
Se preveía estrenarla en 300 salas: terminó estrenándose en 400. Pro-Vida se abstuvo de realizar actos públicos contra la exhibición, porque no están en contra “del público sino de los productores y del gobierno, que co-financió el film”. Las autoridades, no obstante, colocaron 200 discretos policías en las cercanías de algunas salas. En Guadalajara, jóvenes del movimiento católico Testimonio y Esperanza realizaron una manifestación en dos centros comerciales y repartieron volantes con la leyenda “La Iglesia Católica es mucho más que una película”. La exhibición fue suspendida en la conservadora ciudad de Morelia, y en varias parroquias de la capital del estado de Michoacán se celebraron misas de desagravio. El pasado 20 de agosto, las iglesias que conforman la Diócesis de Ecatepec realizaron una “Hora Santa” para reparar el “agravio que comete la película”. Desde la fecha del estreno, unas 500 personas marchan todos los días en el DF: van desde la Basílica del Roble hasta la plaza Zaragoza, donde instan a la población a “tomar conciencia de su fe y acciones para defenderla”. Entretanto, la novela de Eça de Queiroz agotó su primera edición mexicana y va en busca de una segunda de 30 mil ejemplares.

LA ESCALADA
Poco a poco, el caso Padre Amaro fue ampliando su alcance. Carlos Fuentes denunció la restauración clerical en el gobierno y criticó la actitud de Fox durante la visita papal (ver recuadro). Lo cierto es que, más allá de las interminables polémicas, El crimen del padre Amaro cayó en un momento especialmente delicado: el estreno coincidió con la visita del Papa a México (Carrera sostiene que fue casual) y con el reconocimiento del Vaticano de la existencia de sacerdotes que cometieron abuso sexual de menores en Estados Unidos. Lo que denuncia el ala conservadora de la Iglesia, en definitiva, es que todo fue hecho a propósito, con la intención de echar más leña al fuego. Pero muchos analistas juzgan que la autovictimización de la Iglesia es purahipocresía. Sergio González Rodríguez, del diario Reforma, escribió: “Ahora el velo que se exige atañe a los delitos y las faltas de los clérigos lujuriosos y los superiores cómplices de ellos, justo cuando se habla demasiado de sacerdotes pedófilos e impunes. El cambio resulta muy significativo: si a lo largo de la segunda mitad del siglo XX la Iglesia intentaba conservar su papel hegemónico en la moral, la actitud contemporánea de los jerarcas católicos (y sus grupos de presión como Pro-Vida o el empresariado integrista) implica algo distinto y de mayor gravedad: el reclamo de unas clases dirigentes que pretenden actuar al margen de las transformaciones de la propia feligresía, al igual que rechazan la diversidad social en el ámbito de las creencias, el escenario real de las libertades individuales y el dominio de la ley y los preceptos constitucionales del país. Se trata pues de un desplazamiento de clara índole reaccionaria en pos de privilegios anacrónicos, aparte de evidenciar una muestra de ignorancia profunda de la historia y del fracaso que implica cualquier prohibicionismo en material de cultura”.
Sin rebajarse a ver el motivo de sus desvelos, los conservadores católicos mexicanos se hicieron escuchar y provocaron algo más que un debate político. Se las arreglaron para hacer de El crimen del padre Amaro un resonante éxito de taquilla. Habrá que esperar su estreno argentino para ver si la reacción del conservadorismo local será tan estrepitosa, o si los escandalizables –al menos– se tomarán el trabajo de verla.

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