Puesto a elegir un tema favorito de todos los tiempos, difÃcilmente habrÃa podido pensar en un solo tango. Pero sÃ, hay un tema que no es un tango y que sin embargo siento emparentado en sensibilidad y nostalgia con el tango. No es sólo un tema, es en realidad la banda sonora y la pelÃcula que más emoción me han causado y que más han perdurado en mi recuerdo a través de los años. La pelÃcula es Cinema Paradiso, y esa música que tanto me emociona es la que Ennio Morricone compuso especialmente para ella.
Me pasó con la pelÃcula desde la primera vez que la vi, y eso que ni siquiera la vi en cine, sino en video, hace ya unos cuantos años. Desde aquel primer encuentro, sentà que era impresionante la sensibilidad que tiene el argumento de la pelÃcula, y cómo la conjunción que hay entre imagen y sonido reforzaba esa sensibilidad. Hay algo muy puntual dentro de ese argumento que me gusta mucho, y que es lo que más retengo: el proyectorista del cine (Philippe Noiret) le guarda al niño del que se hace amigo las escenas que incluyen besos y que el cura del pueblo censuraba. El cine decae; el niño parte a la gran ciudad y vuelve muchos años después cuando su amigo ya ha muerto. Visita a la mujer del maquinista y recibe una cajita de madera que su viejo amigo le habÃa guardado, con aquellos besos que nunca habÃa podido ver. Ese momento es el que más retengo de la pelÃcula, el sÃmbolo de la nostalgia, la amistad y el amor a las cosas simples que perduran en la vida con el paso del tiempo, y que es el mismo sentimiento que me produce el tango. Esa nostalgia que no tiene que ver sola o propiamente con el dolor, sino con el paso del tiempo y el cariño por las cosas simples. El tango perdura a través del tiempo porque en la mayorÃa de los casos sus historias son historias simples, sobre las que sin embargo se podrÃa escribir una obra de teatro o una pelÃcula, algo mucho más largo y desarrollado que la letra de una canción.
Ese momento del argumento donde el hombre guarda en una cajita los besos de cine a su amigo, esperando que el chico crezca para verlos, me parece que es un gran argumento para un tango: tiene su sensibilidad, la sensibilidad de uno de esos tangos que me gustan mucho, que cuentan historias reales, de carne y hueso. Nunca pensé en componer ese tango que podrÃa inspirar Cinema Paradiso, pero, ahora que cuento esto, se me ocurre que podrÃa ser, que tal vez sea una buena idea, que quizá algún dÃa lo intente.
A esta escena que es como un tango se le suma que las imágenes de la pelÃcula van emparentadas con su música de una manera espectacular, hecha como a medida. Después de que vi la pelÃcula por primera vez, mi mujer, Irene, me regaló la banda sonora, asà que yo la seguà escuchando por años. No he dejado de escucharla. La música de Cinema Paradiso me sigue conmoviendo como aquella primera vez. Puedo volver a emocionarme y a llorar, a sentir que se me sale el pecho cuando la escucho. Tan especial siguió siendo esta música para mÃ, que cuando mi mujer tuvo su primer DÃa de la Madre, es decir, cuando mi hija Nina –la primera de las dos: Nina y Renata– tenÃa unos cinco meses, le dimos como regalo un dvd con imágenes de Nina que yo habÃa grabado a escondidas en mi casa, y que musicalicé con los temas de Ennio Morricone. Y tenÃa que ser asÃ, ya que era la música que yo asociaba con algo tan querible y sentimental como puede ser la familia.
Ariel Ardit presenta su segundo disco solista. Ni más ni menos (once tangos, una milonga y un vals), con dirección del pianista y arreglador Andrés Linetzky, junto a Gustavo Mule en violÃn, Nicolás Capsitsky en bandoneón y Pablo Chaile en contrabajo, y la participación de VÃctor Lavallén. Los viernes 20 y 27 y sábados 21 y 28 de marzo a las 22, en Centro Cultural Torquato Tasso, Defensa 1575. Entradas $40.
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