Uno cree, a veces, que todo el mundo fue ciego para algo que vio y consider贸 revelador. Para lo que uno vive (de acuerdo con los japoneses y con Proust) como un satori. Pero, claro, uno, a veces, se topa con alguien que tuvo esa misma sensaci贸n de verdad magn铆fica y universal revelada con la misma intensidad y ante la misma escena. Escena, digo, y de modo invariable recuerdo el film de Andrei Tarkovski, El sacrificio. Lo mismo que le ocurri贸 hace exactamente un a帽o a Susana Torres Molina en estas mismas p谩ginas 鈥揹igresi贸n: debe haber una especie de satori en la conjunci贸n de los siguientes tres estamentos: El sacrificio, junio, Radar鈥. 鈥淯na pel铆cula que vuelvo a ver cada tanto y siempre me afecta de un modo contundente鈥, dec铆a Susana, y recordaba escenas en aquella nota que invariablemente voy a recordar yo en 茅sta. Mejor dicho: la escena. Esa en la que el cartero, fil贸sofo, nietzscheano y ciclista Otto le lleva de regalo de cumplea帽os al cr铆tico, ensayista y no menos fil贸sofo Alexander un enorme cuadro con un mapa europeo del siglo XVI (es decir, de c贸mo cre铆an los europeos que Europa era vista por ese dios blanco e inquisitorial, pero mir谩ndola ellos y desde el llano).
M谩s digresi贸n: la sola escena de Otto transportando el cuadro de metro y medio por metro y medio, apoyado en el pedal de la bicicleta por el medio del campo es algo sublime. La representaci贸n de la Tierra atravesando la realidad de la Tierra (puesto en palabras me sali贸 as铆, pero juro que no sent铆 eso en el cine sino una sensaci贸n de absurda e irremediable finitud dentro de lo infinito que todav铆a no pude sacarme de encima y a la que a煤n no le encuentro palabras).
Vuelvo a aquella tarde de 1987 en la que vi por primera vez el film: Alexander le recrimina a Otto el alto costo del regalo (鈥渆s un sacrificio鈥, dice). Otto contesta que si no fuera un sacrificio no tendr铆a sentido. As铆, de un plumazo (un plumazo de Tarkovski, convengamos), Otto resume a帽os y a帽os de marxismo, de motor de la historia, de lucha de clases, de 茅tica y est茅tica revolucionaria, de teor铆a guevarista del hombre nuevo (lo juro, aunque sin haberlo querido, adem谩s de la antes mencionada sensaci贸n absurda e irremediable, todo eso se me condens贸 en la cabeza al leer el di谩logo subtitulado). Fue como la aparici贸n, de golpe, de la imagen de un tapiz cuando uno lo 煤nico que vio hasta el momento fueron los miles y miles de hilitos de lana amontonados en el telar sin sentido aparente. Satori, dicen los japoneses. Epifan铆a, como prefer铆a Joyce.
Ese 1987 volv铆 a ver El sacrificio siete veces en algo as铆 como dos semanas, el escaso tiempo que dur贸 el film en Buenos Aires. Cada versi贸n que ve铆a era cortada 鈥搗aya a saber uno, yo, por qui茅n y c贸mo, con qu茅 criterio, quiero decir鈥 para llegar de las poco menos de tres horas originales a los comercial铆simos noventa y pico de minutos con que se despidi贸 de la cartelera. Por una extra帽a consideraci贸n, el tijeretero loco dej贸 afuera esa escena de Otto y Alexander. As铆 como otras sublimes y epif谩nicas por igual: la f谩bula del monje Pamv茅 y su m茅todo, que Alexander le cuenta a su hijo reci茅n operado de am铆gdalas y, por lo tanto, con prohibici贸n de hablar; una jarra llena de leche cayendo desde un estante y parti茅ndose en mil pedazos ante el ruido ensordecedor, y ese ruido convertido en temblor de un avi贸n que marcha hacia la destrucci贸n total; la mirada fija a c谩mara de la sirvienta-maga-s铆mbolo sensual y divino Mar铆a para decir 鈥渧elas, cena, vino鈥 como quien repite una lecci贸n aprendida desde hace siglos; las primeras palabras del hijo al salir de su mudez temporaria: 鈥溾楨n el principio era el verbo.鈥 驴Por qu茅, pap谩?鈥.
Mis hijos 鈥搎ue, como todos los hijos, jam谩s preguntan eso, pero siempre preguntan as铆鈥 deambularon durante mucho tiempo para conseguirme, con mucho sacrificio, el video primero, el dvd despu茅s. Lo consiguieron, y saben que, en cualquier momento, puedo obligarlos a acompa帽arme a recibir otra dosis de Alexander y Otto. 鈥淣uestra cultura es imperfecta 鈥搇e dice Alexander a su hijo en el film (驴caben dudas de que, al menos para m铆, es algo m谩s que un film?) de Tarkovski鈥. Nuestra civilizaci贸n es esencialmente imperfecta. Tendr铆amos que estudiar el problema y buscar juntos una soluci贸n.鈥
Sacrificio
(Offret, 1986)
Fue la 煤ltima pel铆cula de Andrei Tarkovski, estrenada el a帽o de su muerte por c谩ncer, poco despu茅s de recibir el Gran Premio del Jurado en Cannes por ella. Realizada en Suecia, cuenta con concisi贸n, belleza visual y una sencillez dram谩tica imponente las circunstancias de un actor retirado interpretado por Erland Josephson, uno de los dos aportes bergmanianos de la pel铆cula, junto con el director de fotograf铆a Sven Nykvst. El hombre promete dejar atr谩s 鈥渢odo aquello que lo conecta con el mundo鈥 en una apuesta para salvarlo del inminente holocausto nuclear que ha anunciado la televisi贸n. En su momento, algunos cr铆ticos la encontraron 鈥揳 pesar de la innegable fuerza y elegancia de su puesta en escena鈥 como una de sus obras m谩s 鈥渄eshumanizadas鈥, m谩s cercana a un estudio sobre la locura que a un estudio sobre el poder de la fe (un tema central en la filmograf铆a del autor de La infancia de Iv谩n, Stalker, la zona, El espejo y Solaris) y el autosacrificio. Para otros fue, sin embargo una despedida inigualable, a la altura de las ambiciones del director de plasmar en el cine una expresi贸n definitiva del desasosiego y la zozobra espiritual.
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