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Domingo, 26 de julio de 2009
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PERSONAJES > ELIZABETH BANKS, LA SONRISA DE LA CHICA DE AL LADO

Banks of America

Por Mariano Kairuz
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A Elizabeth Banks, que es famosa pero no taaanto, le bajaron la estrella de un hondazo. Ocurrió el año pasado, cuando volvía a su hotel después del estreno de Zack y Miri hacen una porno en el Festival de Toronto. Un extraño la abordó emocionadísimo, con cara de “estoy-a-punto-de-saludar-a-una-súper-celebridad”: “Disculpame –le dijo–, ¿vos sos Chelsea Handler?”. A lo que Banks, que no es Chelsea Handler, la presentadora del canal E!, ni se le parece tanto, le contestó divertida que sí, que por supuesto. “¿Estás acá promocionando una película?”, siguió el fan. “No, estoy promocionándome a mí misma”, dijo ella, y dejó partir a su admirador más que satisfecho. “Me pasa todo el tiempo –dice la chica– que la gente me pregunta: vos sos alguien, ¿no? Pero la verdad es que no, todavía no soy alguien.”

Esa misma naturalidad parece haber sido la clave de la trayectoria ascendente de Elizabeth Banks a lo largo de los últimos años. Esa cualidad de –como les gusta definirlo a los norteamericanos, como James Stewart fue el every-man por excelencia de Hollywood– ser una every-girl, de chica linda y encantadora y un poco común y corriente, que está tan en su lugar paseando por la calle mezclada entre los mortales como protagonizando películas millonarias. Ese algo de ex novia de colegio secundario, de amiga de la infancia, un papel que le ha tocado en al menos un par de películas. Esa sonrisa encantadora de chica a la que le va bien dejando que las cosas sigan su curso natural, sin salir a venderse como una novedad extraordinaria. Spielberg, un cineasta siempre interesado en capturar a los jamesstewarts de su tiempo, y que la dirigió en unas pocas escenas de Atrápame si puedes, se despidió de ella diciéndole: “Nunca voy a olvidar tu risa”.

Habrá quienes la detectaron ya en sus breves pero fulgurantes apariciones en las tres películas de El Hombre Araña; después de todo, hacía del personaje –fundamental de la historieta– de Betty Brant, secretaria del diario y potencial interés amoroso de Peter Parker. De esos pocos minutos, impactaba esa sonrisa enorme que es una de sus marcas personales de every-girl: podría ser la chica de la publicidad de dentífrico. También tuvo algo de hija-del-vecino en la empleada de librería tras la cual se escondía, apenas, una ninfómana desatada, papel secundario pero inolvidable en Virgen a los 40. Y de hecho, su personaje en Zack y Miri, la película de Kevin Smith que presentó en Toronto y que se estrena esta semana en Buenos Aires, tiene que ver justamente con esa imagen de radiante chica “común”: Miri se transforma en una estrella espontánea en YouTube cuando un par de chicos la registran con la cámara de un celular en el momento justo en que se cambia de ropa, exhibiendo una enorme “bombacha de abuela” (“Todas tenemos una bombacha de abuela para los días de menstruación”, dice). Y este súbito estrellato dispara en ella y en su amigo de toda la vida (Seth Rogen) y compañero de departamento, ambos en la lona, la idea de convertirse en productores y protagonistas de una película XXX casera para pagar sus deudas. Ella, con su cuerpo no particularmente voluptuoso sino más bien delgado y delicado, filmando sexo explícito.

Y si Banks sabe que no es una súper estrella, ya es al menos un nombre consolidado en la comedia norteamericana contemporánea, casi siempre la chica bonita y espontánea, correcta pero graciosa, mal hablada pero no tanto (ni en pose provocadora). Incluso cuando hizo de Laura Bush para W., el biopic de Oliver Stone, buscó capturar lo ordinario –acento texano y todo– de la mujer extraordinaria, más sensible e inteligente que su marido, que decide que su misión es velar por la estabilidad emocional de uno de los hombres más poderoso del planeta desde el frente doméstico. Y hasta su personaje de madrastra malvada en La maldición de las hermanas, reciente remake de película de fantasmas coreana, parece estar explotando ese presunto lado oscuro que late en el más soleado y sonriente de los mortales.

Hace poco, a Banks le ofrecieron hacer un desnudo para Playboy, confirmando que lo de la chica común y corriente de Hollywood es en el fondo un cuento californiano falso como los decorados de los estudios. Pero ella dijo que no. Un poco, argumentó, por su padre, un veterano empleado de General Electric, al que no quiere someter a las bromas que le harían revista en mano sus compañeros de trabajo. Y otro poco, agregó, seguramente con la misma sonrisa de siempre, porque prefiere, mientras pueda, seguir siendo conocida por su trabajo antes que “por estas tetas diminutas”. Como Spielberg entonces, la identificaremos por su (son)risa, lo que no está nada mal.

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