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Domingo, 14 de febrero de 2010
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Las siete diferencias > Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson, adaptada al cine

El amor en los tiempos corporativos

Por Juan Pablo Bertazza

La historia de Los hombres que no amaban a las mujeres esconde otras dos historias no menos contundentes que, en algún punto, se relacionan. Una tiene que ver con la ultraconocida mala suerte de Stieg Larsson, quien falleció a los cincuenta años poco antes de que el primer tomo saliera a la venta. Y, como no se había casado con él, su viuda no pudo ver ni un céntimo del tesoro de las ventas. La otra historia es una denuncia social que hace Larsson con su novela, especialmente contra el maltrato de las mujeres en Suecia, un país que suele asociarse al progreso, el bienestar, la civilización y, a lo sumo, el suicidio. La adaptación al cine de Los hombres que no amaban a las mujeres (2009), film de Niels Arden Oplev que tuvo casi dos millones de espectadores tan sólo un mes después de su estreno, desestimó esas otras dos historias pero, contra todos los pronósticos, se concentró en la historia propiamente dicha y la cuenta mejor que la novela. Ya son muy pocos los que no la conocen: Mikael Blomkvist, editor de la revista Millenium, es sentenciado a ir a la cárcel por difamar a un exitoso empresario. Entonces le ofrecen un extraño trabajo: investigar el asesinato de Harriet, una joven de diecisiete años, sucedido casi cuarenta años atrás en una isla paradisíaca propiedad de su familia, los Vanger, uno de los grandes linajes de la industria sueca. En el medio de la investigación, Mikael se cruza con la famosa Lisbeth Salander, una hacker petacona, reservada, genial y muy moderna. Estas son algunas de las diferencias entre la novela y la película:

1) La primera es obvia y tiene que ver con las referencias literarias que siempre se pierden en el paso del libro a la pantalla grande. Para empezar, en la película no se explica por qué a Mikael lo llaman Kalle Blomkvist: se trata de un apodo socarrón que le ponen sus enemigos en honor al niño-detective de las novelas juveniles de Astrid Lindgren. El libro, además, cita a muchos otros novelistas, la mayoría escritoras de policiales, como Elizabeth George, Val McDermid, Ake Edwardsson, Sara Paretsky y Carina Rydberg. En contraste, la película –que fue rodada simultáneamente con el resto de la trilogía– cita a sus sucesoras, especialmente La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina.

2) Si una de las claves del éxito de Larsson es la ruptura del género que aportó su novedosa detective Lisbeth Salander, la película optimiza al personaje a tal punto que termina eclipsando al mismo Mikael, claro alter ego del autor. Más allá de que Noomi Rapace parece la actriz ideal para ese papel, la Salander de la película es aún más hermética, hipnótica, intransigente y egoísta que su par del libro, donde al menos era capaz de reconocer tanto su fascinación por Mikael como su naturaleza freak. En el film, ella no cede en ningún momento, logrando esa combinación explosiva de los que no dicen absolutamente nada y parecen hacerlo todo. Un ejemplo es la primera escena de sexo que tiene con Mikael y el descubrimiento de la relación entre las anotaciones del diario de Harriet Vanger y las citas bíblicas que, en el libro, eran obra de la hija de Mikael. En otras palabras, la película exprime al máximo su condición de hacker como símbolo de la vampirización que este personaje obró no sólo sobre Mikael sino también sobre el propio Larsson. No es casual que ella sea la única morocha ya que, en la novela, la supuesta víctima del asesinato también lo era y, en la película, pasa a ser una blonda más.

3) El manejo del misterio que hace la película supera incluso al del libro. El film logra evitar los anuncios que va haciendo la novela, y esto redunda, sobre todo, en el clímax de la película, cuando Mikael le cuenta al propio asesino los últimos avances de la investigación.

4) Como decíamos, el film no se hace eco de la denuncia que expresa la novela contra el maltrato a las mujeres. O lo hace sólo a un nivel criminal y no tanto social. En el libro hay diversas menciones a la situación de la mujer, desde los epígrafes informativos que introducen cada capítulo y el pasaje que cuenta la historia de Evil fingers –un grupo heavy metal de cuatro adolescentes feministas– hasta el hecho de que serán dos mujeres las que terminen al frente del emporio Vanger, pasando por la descripción de Madeleine Blomberg, la primera mujer a cargo del departamento de fotografía, “que todavía se consideraba un arte exclusivamente reservado a los hombres”.

5) En oposición, la película sí explota el clima asfixiante y densísimo que exuda ese infernal y multitudinario clan donde no faltan nazis ni violadores seriales. Tal vez por eso, en la película no hay lugar para ninguna otra familia. Todos los vínculos humanos, fuera de los Vanger, tienen que ver sin excepción con relaciones entre amantes o compañeros de trabajo. Si en la novela las apariciones de la hija de Mikael lo mostraban como padre ausente, en el film no alcanza ni siquiera para eso. Algo similar ocurre con la madre torturada de Lisbeth, que aparece varias veces en el libro e incluso muere hacia el final. En el film, en cambio, Salander sólo la va a visitar una vez casi cuando se prenden las luces del cine y, en la recepción del hospital donde está internada, no le creen que sea su hija.

6) Una a favor del libro: el personaje de Mikael aparece en la novela como un verdadero Don Juan que no deja títere con cabeza, y sólo muestra algún que otro reparo en acostarse con Salander, aunque ese reparo tampoco lo disuade de hacerlo. Además de su relación libre con Erika, su compañera en Millenium, incluso tiene un affaire con una de las integrantes de los Vanger, Cecil, aun cuando nadie la descarta como sospechosa. Esto tiene una implicancia muy interesante en el libro cuando el asesino, poco antes de decidir matarlo, le saca la ropa y lo besa, un amague de final perfectamente cerrado para un Don Juan. En la película, en cambio, Mikael es un hombre asexuado, con la libido puesta sólo en su trabajo. Casi no tiene lugar su relación con Erika Berger y rechaza las insinuaciones de Cecil en aras de la objetividad detectivesca. Con respecto a Salander, Mikael se vuelve algo así como su esclavo sexual, un perro que mendiga un abrazo de ella antes de dormir.

7) Pese a su extensión (la película dura dos horas y media y la novela tiene más de 600 páginas), una y otra logran mantener al público en vilo. Pero ambas parecen reírse, no obstante, del tiempo que demanda su atención. En la novela, el narrador se refiere al último libro del periodista Mikael como “un ladrillo de 615 páginas en edición de bolsillo”. En la película, cuando están por promediarse las dos horas y todavía falta bastante por revelarse, el mismo Mikael abre el paraguas: “todavía ni siquiera hemos comenzado”.

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