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Domingo, 11 de abril de 2010
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Personajes > Robin Wright Penn, la belleza del eterno retorno

Una mujer bajo influencia

Por Mariano Kairuz
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El a帽o pasado Francis Ford Coppola entrevist贸 a Robin Wright Penn para la revista Interview. En medio de una conversaci贸n distendida, sin sonar quejosa ni poner nunca tintes demasiado tr谩gicos sobre el estancamiento en que parece encontrarse una carrera que alguna vez fue muy promisoria, la actriz confes贸 sentirse encasillada por Hollywood. 鈥淢uy a menudo soy la esposa a la que el marido ha estado enga帽ando 鈥揹ijo鈥. Siempre me dan el papel de la mujer deprimida; la madre sensible, metida para adentro, torturada. Y muchas veces es algo con lo que no se puede ir demasiado lejos. Simplemente te convert铆s en la esposa deprimida.鈥 Se trata, hay que recordarlo, de la misma mujer que quince a帽os atr谩s, mirando hacia el abismo en uno de los momentos m谩s indelebles de Forrest Gump, parec铆a a punto de dar el gran salto, de transformarse en una de las estrellas del nuevo siglo.

Pero no fue as铆. Algo pas贸 en el medio, y el 2009 la encontr贸 llevando adelante con su enorme convicci贸n habitual un papel demasiado breve en Los secretos del poder, con Russell Crowe, y absurdamente filtrada por los dibujitos digitales en la inanimada Navidad dickensiana de Robert Zemeckis (que ya le hab铆a pagado por poner s贸lo su voz en Beowulf). Robin Wright alega haber descuidado su carrera durante a帽os, un poco debido a inseguridades que hoy dice haber dejado atr谩s, y en buena parte para criar a los hijos de su matrimonio con Sean Penn. Lo cual pone todo el asunto de convertirse en 鈥渓a esposa depresiva鈥 tras un cristal, por as铆 decirlo, un poco oscuro.

La entrevista con Coppola tuvo lugar en ocasi贸n de uno de esos varios 鈥渞egresos鈥 que parece tener cada tanto Robin Wright. Hab铆a terminado de filmar The Private Lives of Pippa Lee, dirigida por Rebecca Miller, sobre su propia novela, que ahora acaba de llegar al DVD argentino bajo el t铆tulo Vidas privadas de gente famosa. La pel铆cula empieza con un primer plano de Wright que ilumina sin complejos una cara a la que la madurez le sienta muy bien. Es el rostro del personaje, Pippa Lee, una mujer que vivi贸 una juventud vertiginosa pero a la que los 40 y pico la encuentran aplanada, a la sombra de un marido c茅lebre mucho mayor que ella (Allan Arkin), y a punto de empezar a sufrir lo que ella misma define como 鈥渆l m谩s tranquilo de los ataques de nervios鈥. Esa cara es tambi茅n la de la actriz, que esta semana cumpli贸 44 a帽os, y que se ve hermosa y a la vez tan lejos de esa visi贸n rubia aparecida 23 a帽os atr谩s.

Aquella visi贸n fue fugaz: la lozan铆a de esa cara por entonces redonda como una galleta y el pelo largo y brillante la convirtieron en la m谩s encantadora princesa del m谩s anacr贸nico cuentos de hadas, tal como supo verlo Rob Reiner a la hora de presentarla al mundo en una muy divertida parodia titulada justamente La princesa prometida. Hasta ese momento, Robin Virginia Gayle Wright (nacida en Houston, Texas, criada en San Diego, California) era s贸lo una actriz de telenovela que pocos a帽os antes ni siquiera pensaba en dedicarse a la actuaci贸n, sino a la danza. Tres a帽os m谩s tarde filmaba Tiro de gracia, m贸dicamente entretenido thriller de mafia irlandesa en Nueva York en el que conoci贸 a Sean Penn, con quien no lleg贸 a calentar mucho la pantalla pero s铆 a cocinar algo detr谩s de escena, ya que lo de ellos lleva 鈥揾iatos y contratiempos p煤blicos, licencias extramatrimoniales, y solicitudes de divorcio retractadas, mediante鈥 dos d茅cadas.

Luego pasar铆an Moll Flanders, las peque帽as participaciones en pel铆culas que dirigi贸 su marido, y alguna junto a 茅l (De Lovely); el fracasado intento de la Warner de convertirla en estrella rom谩ntica (Mensaje de amor, con Kevin Costner) y la espiral sin salida en la que giran todas esas mujeres, esposas, madres sufridas o torcidas (El protegido, de Shyamalan, White Oleander, Una casa en el fin del mundo, Violaci贸n de domicilio, de Anthony Minghella). En todo caso, ahora que es la mujer hermosa de 40 y pico a la que Hollywood s贸lo atina a ofrecerle papeles de mujer hermosa pero de 40 y pico, vale recordar a Jenny Curran, el personaje que en Forrest Gump supo dar cuenta muy anticipadamente del paso de aquella cara vibrante y circular a su luminosa madurez. Su transformaci贸n era incre铆ble, lo que no es poco decir para una pel铆cula que barri贸 d茅cadas enteras en menos de tres horas. Y ah铆 ya estaba todo, todo junto; en ese incre铆ble look de los 鈥70, de stripper y reviente al borde del abismo 鈥搎ue tan bien le quedaba鈥, ya viv铆an simult谩neamente la chica incandescente y la mujer curtida que una d茅cada y media m谩s tarde 鈥-tantos a帽os m谩s en tiempo hollywoodense鈥 seguir铆a fotografiando como pocas.

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