El porqué de la exhibición es simplÃsimo: SofÃa Bothlingk y Tiziana Pierri decidieron mostrar juntas al descubrir que estaban en un momento muy similar, de investigaciones emparentadas. Y entonces organizaron una pequeña muestra de sus pinturas en la única sala de la galerÃa Nora Fisch. Son sólo siete imágenes en las tres paredes que constituyen la galerÃa. Las de Tiziana Pierri por un lado, seis telitas tamaño revista, la de SofÃa Bothlingk por el otro, una obra de 2 metros que en el contexto de la sala parece gigante.
El currÃculum de las dos es encomiable. Ya han realizado por lo menos una exhibición individual, y mostraron también su obra por el circuito de espacios que exhiben arte joven: GalerÃa Sendrós, Mite, Appetite, los premios CurrÃculum Cero y Proyecto A, etc.
No es casual tampoco que hayan coincidido en varias instancias de formación. Actuales becarias Kuitca, asistieron al taller de Sergio Bazán (ex becario Kuitca él también) y al programa de artista de la Universidad Di Tella en 2009, donde cursaron clÃnica de obra con Jorge Macchi.
La obra de Tiziana es de un expresionismo frágil y cerebral. En Planet, una forma negra flota en el centro de la tela. Unas pinceladas doradas le dibujan una especie de anillo, y tres brochazos forman algo asà como un halo celeste. El fondo blanco, sin pintar, le da a la imagen un aire inacabado e informal, de una simpleza austera. En otra de las obras, las pinceladas dibujan una red irregular. Las lÃneas pueden ser finÃsimas o más gruesas y en los casilleros hexagonales de la red, Pierri repite lÃneas con pinceladas, que arman un color como persianas. A esta obra la agrupa bajo la serie Esculturas, y de verdad la forma coloreada parece la silueta o la sombra de una escultura constructivista.
Hipólita, de Bothlingk, contrasta por su tamaño y barroquismo con las telitas de Pierri. En el centro de la obra sobrevuela lo que podrÃa ser un cÃrculo cromático. Con esfuerzo e imaginación, se reconoce un fondo nuboso y la circunferencia de la Tierra abajo. Como si se tratase de un paisaje visto desde la ventanilla de una nave espacial. Pero entonces aparecen unas formas oscuras e indescriptibles a la izquierda, y un telón rojo a la derecha que vuelve la imagen irreconocible. El espacio se complejiza, se vuelve ambiguo y confuso. Poco queda del dibujo preciso que Bothlingk usaba en otras de sus obras, en donde la imagen se asociaba más fácilmente a escenografÃas de ciencia ficción.
Quizás la desproporción de tamaño entre las obritas de Pierri y la pintura de Bothlingk haga que la última parezca más solemne y grave. El diseño y la planificación son más acusados en Hipólita que en las imágenes pequeñas, que a veces recuerdan la espontaneidad de las formas y entrecruzamientos que aparecen cuando uno dibuja mientras habla por teléfono.
Tiziana Pierri, Sin tÃtulo (Planet), acrÃlico sobre tela, 25 x 22 cm, 2010Pero más allá de las evidentes diferencias, realmente se comprende el sentimiento de hermandad que une a las artistas. Las dos trabajan una imagen incierta, ni abstracta ni figurativa, que se debate entre las pinceladas del expresionismo y la prolijidad geométrica. En Bothlingk, esas dos tendencias se diferencian y separan, hasta parecer que se trata de dos artistas compartiendo tela. En Pierri, la relación cambia en cada telita. Se armonizan y se hacen irreconocibles, o un exceso pictórico cubre toda la superficie y Pierri termina dibujando sobre la pintura con la cola del pincel, dejando cruces, circulitos y lÃneas a lo primitivo.
Se podrÃa pensar que hay algo de nostalgia, una actitud retro que referencia al expresionismo de los ’80, poco historizado a pesar de que en su listado figuran grandes nombres (entre ellos el mismo Kuitca) y que sin duda las ha formado visualmente. Después de todo, Pierri es hija de uno de los artistas clave del movimiento y reconoce como influencia la obra de Marcia Schvartz. Y a Bothlingk, el cielo nuboso, la teatralidad y la referencia mitológica y difusa de Hipólita la emparientan también con ese expresionismo.
Pero poco hay de las chorreaduras y la pincelada enérgica de un joven Cambre o de los empastes generosos de un Prior en las obras de Bothlingk y Pierri. En ellas, el gesto está siempre controlado y corregido. Claro, tampoco expresa la convulsión interior del pintor. En todo caso, sirve para mostrar fragilidad y duda. Como si fuese un fantasma o una mÃmica de aquel gesto de los ’80, ya tipificado.
Tampoco es una burla. Bien usado, el expresionismo puede ser un escape al excesivo control y pulcritud en el que puede caer el arte geométrico, la otra tradición que aparece en el cÃrculo cromático que flota en Hipólita y en las redes que organiza Pierri en la serie Esculturas. Ensucia un poco el decorativismo y repetición en el que puede haber caÃdo la pintura que retomó la tradición geométrica en los ’90, sensibiliza las formas que enfriaron las superficies y que también, a esta altura, pueden pensarse como un cliché de la pintura contemporánea.
La actitud nada tiene del cinismo e iconoclasia de Lichtenstein cuando se reÃa de Pollock y serializaba los brush strokes. Tampoco las guÃa una intención de sÃntesis y superación. La muestra es un tanteo, una investigación sobre el problema de cómo hacer una pintura que no sea un diario Ãntimo ni el cuaderno de un matemático, una pintura que no sermonee y que tampoco banalice, una obra poética que no recurra solo a la belleza. A las imágenes que lograron las recorre un fresquÃsimo aire de inestabilidad, como si las lÃneas y colores se desmoronasen al cerrar los ojos.
Pinturas
Tiziana Pierri y SofÃa Bothlingk.
Hasta el 4 de febrero.
En Nora Fisch Arte Contemporáneo.
Güemes 2967 pb.
El horario de verano es de miércoles a viernes
de 15 a 20 hs y también fuera de este horario
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