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Domingo, 17 de junio de 2012
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Cine > La telenovela detrás de la nueva de Tim Burton

PREPAREN LOS COLMILLOS

Tim Burton y Johnny Depp vuelven una vez más: una historia de amor y vampiros que les devuelven gracia a los chupasangres en célibes tiempos de Crepúsculo. Pero la idea no salió de la nada: Sombras tenebrosas está inspirada en la adorable telenovela Dark Shadows, con que el intrépido Dan Curtis llenó de colmillos, lobisones y frankensteins las tardes televisivas de los ’60. Una leyenda que recién ahora tendrá su justa resurrección en dvd.

Por Mariano Kairuz
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Johnny Depp y Jonathan Frid (a la derecha), como Barnabas Collins, el aristocrático vampiro de Dark Shadows, película y serie original, respectivamente.

Todos los seguidores de Tim Burton, o al menos los que alguna vez se preguntaron de dónde salieron los firuletes visuales que el director de El joven manos de tijera y Ed Wood convirtió hace más de veinte años en su estilo y en toda una marca, saben que el muchacho pasó buena parte de las noches de su infancia y adolescencia viendo viejas películas de terror por televisión. Lo que probablemente muchos no sepan es qué hacía por las tardes, cuando llegaba de la escuela, el futuro artista dark y gótico: veía una telenovela.

No cualquier telenovela, sino una que hoy es un clásico de culto y un artefacto pionero de la televisión norteamericana: tras cinco años de emisiones diarias, entre 1966 y 1971, Dark Shadows pasó a la historia como la primera telenovela de vampiros. Con el tiempo, Dark Shadows se convirtió en uno de los más grandes fenómenos pop de la década, tan recordado por quienes lo vieron en su momento que en los 40 años transcurridos desde su cancelación, se intentó dos veces revivirlo (con más dinero), en 1991 y otra vez en 2004, en un piloto que nunca llegó a ver la luz. Y ahora es la fuente de inspiración de una versión en tono de comedia que, anclada en 1972 –y haciendo de la época uno de sus principales objetos de burla– encuentra a Johnny Depp, otro fanático de la novela, caracterizado como un vampiro del siglo XVIII, con su amigo y director favorito “burtonizando” todo el asunto.

En todo caso, lo que importa es que este costoso y estilizado regreso-remake-parodia y sentido homenaje, que se estrena el próximo jueves con el título Sombras tenebrosas, vuelve a traer al reino de los vivos, a su factótum, el productor, escritor y director Dan Curtis, poco reconocido pionero no sólo de la telenovela fantástica (cuya herencia recogieron en cierta medida Buffy la cazavampiros y Angel y, se suele decir, también Anne Rice, y el tarado de Edward Cullen, de la saga Crepúsculo), sino también de algunos otros de los exponentes más exitosos del género en la televisión contemporánea, como Los expedientes secretos X. La verdad está acá abajo.

LOS EXPEDIENTES CURTIS

Dark Shadows, la telenovela de los ’60 que fanatizó, entre millones, a Burton, a Depp y Michelle Pfeiffer (que también está en la película), no había sido concebida originalmente como una historia de vampiros, ni siquiera fantástica. Sí tuvo desde el principio esa atmósfera gótica que, sin necesidad de poner en escena fantasmas ni colmillos, suele convocar el mismo poder de sugestión de los relatos de ultratumba. En su protagonista, la joven Victoria Winters, novata institutriz que al principio del programa arribaba a la antigua y tenebrosa mansión de la familia Collins en Nueva Inglaterra cargando un pasado lleno de interrogantes, había ecos de Jane Eyre, y también de la inolvidable Rebecca de Daphne du Maurier y Hitchcock. Personajes perturbadores, escondedores, hasta siniestros, una cantina que recuerda un poco a las de la campiña inglesa en las películas de la Hammer y esa casona con misteriosos sótanos, así como el mausoleo familiar, servían de extrañado marco a lo que por lo demás eran las idas y vueltas de odios y pasiones propias del melodrama vespertino. El programa había sido ideado por Dan Curtis (Connecticut, 1927), cuyo curriculum como productor incluía poco más que un programa sobre golf (¡!) que le valió un Emmy. Junto con su otro (discutido) autor, el guionista Art Wallace, pergeñaron una “soap opera” bastante clásica para la ABC, y cuando ésta ya llevaba unos seis meses y cien episodios en el aire, le echaron un fantasma a la fórmula para ver si levantaba un poco el –ejem– espíritu de la tira y calentaba la pantalla de las cuatro de la tarde. El truquito prendió, por lo que varios meses después, cuando el bajo rating puso en peligro su continuidad, Curtis dijo: “Bueno, ¿y qué tal un vampiro?”. Y ahí apareció Barnabas Collins, antepasado de la melodramática familia protagónica. Despertado de un sueño de doscientos años, Barnabas se convirtió en la gran sensación del programa y al actor que lo interpretaba, Jonathan Frid, lo invitaron a quedarse por ahí. Entusiasmado, Curtis empezó a sumar monstruos a granel y sin pudor: lobisones, leviatanes, bestias frankensteinianos, además de sesiones espiritistas y rarísimos viajes en el tiempo. Muchos dirán hoy que aquello era cualquier cosa, pero lo cierto es que cuando terminó su larga carrera, Dark Shadows había sumado 1225 capítulos, y dos películas dirigidas por Curtis en 1970 y 1971 que retomaban más o menos oblicuamente la historia de los Collins. El final del programa llegó, algo abrupto, con el agotamiento creativo de todo el equipo: sus guionistas ya no tenían más criaturas por inventar, y el propio Frid –canadiense de entrenamiento clásico que dejó este mundo hace un par de meses– se declaró públicamente harto de hacer de chupasangre.

La serie es recordada con afecto por toda una generación, por la novedad que introdujo a la hora de los programas de juegos y los dibujitos, pero también porque fue un show imparable de bloopers, propios de la temprana grabación en vivo en el video de esos años: cada emisión tenía su cuota de micrófonos colados en cámara, sets enclenques que se movían, sombras y manos que se aparecían subrepticiamente en los márgenes, actores que pifiaban sus líneas sin retoma. Increíblemente, sus capítulos se conservaron intactos hasta nuestros días, un caso inédito entre aquella producción de telenovelas diarias, ya que los tapes por lo general se reutilizaban. Tras varias ediciones abreviadas en VHS, pero este año saldrá finalmente com-ple-to en dvd: 140 discos embutidos en una caja-ataúd, para freaks con 400 dólares ociosos.

En los ’80, Curtis –que murió en 2006– llevó adelante una premiada miniserie bélica encabezada por Robert Mitchum, Vientos de guerra, pero para los fanáticos de Dark Shadows el resto de su aporte se concentra en brillantes telefilms bizarros como The Norliss Tapes y especialmente The Night Stalker y The Night Strangler, que a comienzos de los ’70 introdujeron al periodista y detective de lo paranormal Carl Kolchak (Darren McGavin), y dispararon la serie que hoy está considerada el padre indiscutido de los X Files.

TRES VAMPIRESAS

¿Y qué queda de todo esto en la nueva película de Tim Burton? Algo de la premisa original, sobre un amor maldito, y un remedo caricaturizado de Barnabas Collins. La burtonización de Sombras tenebrosas es un ejercicio de estilo retro, menos preocupado por la coherencia argumental que por devolverle algo de onda al cine de vampiros (en plena época de Crepúsculo), y se le podrán objetar otras cosas, pero onda no le falta, aunque no tuviera más que la que le ponen Helena Bonham Carter –como la doctora Hoffman–, Michelle Pfeiffer –que a los 53 está más hermosa que nunca– y Eva Green, convertida en una insospechada bruja que es todo un torbellino sexual. Obsesionada con Barnabas, protagoniza con él una revolcada monumental, explosiva y antigravitatoria que debería haber bastado aunque más no sea para levantar a Curtis de la tumba una noche e invitarlo al estreno.

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