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Domingo, 27 de enero de 2013
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Televisión > El fenómeno Lena Dunham y la segunda temporada de su serie, Girls

Mi vida como chica

Por Natali Schejtman
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Cuando Tina Fey, como una matriarca algo desplazada, hizo ese “chiste” (le dijo a Lena Dunham algo así como “si te están forzando a desnudarte avisanos que hacemos la denuncia”) en la entrega de los Golden Globes, puso en evidencia ante millones de personas lo obvio. Una de las primeras cosas que llaman la atención de Girls, el show capitaneado por la muy joven Lena Dunham, es la cantidad de minutos que ella pasa desnuda. Dunham no sólo zarandea con especial saña su cuerpo no arquetípico y tatuado como protagonista de la serie, sino que, al ser su creadora y escritora, pergeña cada una de las escenas en las que éste aparece. Ese naturalismo visual –que tampoco es escatológico, a no exagerar– es perfectamente coherente con la crudeza de su humor, femenino, algo incómodo y muy generacional, y juntos hacen a su principal aporte en la cadena de mujeres graciosas (de la que Fey por supuesto forma parte).

Dunham, 26 añitos, hija de artistas progres y nacida y criada en New York City, quiso retratar en Girls a una generación de mujercitas bien, tan atravesadas por la crisis económico/financiera como por Sex and the City y un montón de otros productos culturales que les gritaban que sean independientes, lindas, tengan sexo a menudo y una carrera laboral con logros y dinero.

Esa búsqueda por un lugar propio, en el sentido del Real Estate y también en el de las redes sociales y todo el mundo de telecomunicaciones que puede encerrar un Iphone, es la que esta chica quiere contar desde el vamos. Y podríamos situar “el vamos” en aquel video de YouTube que se viralizó a su pesar, cuando todavía era estudiante en Oberlin College, Ohio. Lo subió para reírse con sus amigos: la mostraba en bikini, en una fuente de la universidad, tratando de lavarse los dientes, hasta que los guardias de seguridad venían a echarla. Esa pastillita 2.0 fue suficiente para despertar miles y miles de comentarios, que debatían, sobre todo, si Lena no estaba un poco pasada de peso como para mostrarse así.

Ella, que ya había subido otros de sus cortos a la red social, vio que ése era un poco su lugar. Tanto es así que en su ópera prima, Tiny Furniture, un trabajo autobiográfico hecho con delicadeza, humor y sensibilidad –actúan su madre y su hermana haciendo de su madre y su hermana, por ejemplo–, Lena se pone el nombre de Aura para su personaje de ficción y menciona ese video como parte de su obra. No sólo eso. En la película hay un personaje que ella conoce en una fiesta y que es “famoso de YouTube”.

En Girls, también hay Twitter y hasta una declaración de amor psicopático vía canciones mal cantadas, grabadas y subidas a YouTube, entre muchas otras apropiaciones de los nuevos medios como una parte más de la historia.

Todo parece muy en línea: su cuerpo regular, lejos de la perfección televisiva, su autogestión, el humor sin cancherismos pero tampoco desde el patetismo –más cerca de Larry David y Seinfeld–, el grado de accesibilidad que promete una estrella en tiempos de Twitter... Cuando se estrenó el primer episodio de la primera temporada de Girls, ella lo vio sola en su casa y no tuvo conciencia de que estaba en la televisión hasta que abrió Twitter y se dio cuenta de que la gente lo estaba viendo: “¿Cómo hacían (antes) para saber lo que pensaba la gente (de un show)?”, se preguntaba en una entrevista, probablemente con su pícara ironía juvenil.

Como creadora, directora, actriz y productora (su productor ejecutivo es desde la primera temporada nada menos que Judd Apatow), Dunham está en todo. Y probablemente eso tenga mucho que ver con el grado de crudeza con el que muestra, por ejemplo, sus propias escenas de sexo: “No podría hacer el tipo de escenas de sexo que hago si no estuviera dirigiéndolas y produciéndolas. Si hubiera un director hombre de 50 años que me estuviera diciendo ‘vení, sacate la ropa y hacé la escena de sexo estilo perrito’ sería la actriz más insoportable del planeta. Haría un montón de preguntas”, decía en otra de las muchas entrevistas que le vienen haciendo.

Los desafíos para el futuro no son pocos. Después de una primera temporada llena de gracia debidamente reconocida –aunque con críticas también–, Girls y su creadora corren el riesgo de tener las cosas demasiado claras. No es fácil seguir jugándola de confundida y un poco perdedora cuando todos en el exterior te dicen que lo estás haciendo muy bien. Hasta ahora, en esta segunda temporada, menos intensa que la primera, Hannah desprecia a su ex, tiene un novio negro y republicano, y parece incorporar un room-mate bisexual a su troupe de amigas con problemas y soluciones sentimentales-laborales-vocacionales. En la vida real, Dunham firmó un contrato millonario para publicar su primer libro Not That Kind of Girl: A Young Woman Tells You What She’s Learned (No soy esa clase de chica: Una mujer joven te cuenta lo que ha aprendido). Ya se verá. Por el momento, hay una nueva y joven voz en el mainstream que ya revoleó aire fresco en varios formatos. Brindemos por eso.

La segunda temporada de Girls se emite los domingos a las 22, por HBO.

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