Monsters Inc. era, sin necesidad de indagar demasiado profundo, puro subtexto. En la soleada superficie, una historia moral ambientada en una comunidad de mostrencos trabajadores de colores pastel. Apenas debajo, el retrato de una enorme corporaci贸n de extracci贸n y distribuci贸n de energ铆a, sostenida en el temor al 鈥渙tro鈥, dentro de un estado militarizado, burocr谩tico y paranoide. Vale recordar: la compa帽铆a que le daba t铆tulo a la pel铆cula era una monstruosa empresa que capturaba la energ铆a de los gritos de los ni帽os del mundo humano y la transformaba en electricidad. El procedimiento es el siguiente: los empleados de la empresa, sus mejores monstruos 鈥渁sustadores鈥, se infiltran por las noches en las habitaciones de los nenes para provocar y capturar sus alaridos de terror. La empresa manten铆a la eficacia de este m茅todo de producci贸n seriada sometiendo a sus empleados 鈥搚 a todos los habitantes de Mostr贸polis鈥 a un enga帽o esencial: la idea de que los ni帽os humanos son da帽inos para los monstruos. Los ni帽os humanos son el otro, y el otro es siempre de temer. Hay que recordar tambi茅n que, habi茅ndose estrenado el mismo a帽o del 11-S, los v铆nculos que tend铆a entre la industria energ茅tica y el tan temido 鈥渙tro鈥 adquir铆an resonancias particularmente fuertes.
Aunque, despu茅s de todo, no ser谩 por aqu茅llo que Monsters Inc., la cuarta pel铆cula de Pixar 鈥搎ue hasta entonces s贸lo hab铆a hecho obras maestras: Toy Story 1 y 2 y Bichos, y pronto seguir铆a la racha con Buscando a Nemo鈥- es tan querida y recordada y tiene tantos fans, sino por su imponente potencia visual, por su ingenio y su fuerza narrativa. Por la emocionante relaci贸n que surg铆a entre Sulley (el grandote osuno de color turquesa, con la voz de John Goodman) con una nena humana de dos a帽os y, entre muchas otras escenas, por aquella secuencia clim谩tica que transcurr铆a en una cadena de portales de madera hacia el mundo de los humanos: por su movimiento, su gracia y su delirio fue una de los momentos m谩s lis茅rgicos del cine contempor谩neo.
En los doce a帽os transcurridos Pixar consolid贸 su relaci贸n con Disney, al punto de que pr谩cticamente se trag贸 a la empresa m谩s grande: su fundador, John Lasseter, pas贸 a dirigir el estudio de Mickey y Donald, y en unas pocas temporadas las pel铆culas de dibujos animados pasaron a ser todas digitales 鈥揺s decir, ya no m谩s dibujos animados tradicionales, 鈥渁 mano鈥濃. De esta consolidaci贸n surgieron varias obligaciones comerciales 鈥揺ntre otras, el aparente imperativo de estrenar al menos una pel铆cula por a帽o鈥 que encuentran a Pixar recurriendo al retorno a universos ya exitosamente probados, el relato cediendo un poco al merchandising 鈥揅ars 2 fue un negocio en s铆 misma, pero m谩s negocio fueron los millones de autitos que vendi贸鈥 y a ciertas tendencias de mercado, con perd贸n por la expresi贸n.
Y lo cierto es que Pixar lo hizo primero, con Monsters Inc., pero hoy la cultura infanto-juvenil est谩 plagada (igual que de zombies) de monstruos de todos los colores. La serie de seudo Barbies tuneadas como vampiresas y lobisones de Monster High se multiplica en pel铆culas para la televisi贸n y el DVD, mientras Adam Sandler avala la comedia animada Hotel Transilvania, que explota una vena similar a la de Monsters Inc: el miedo de los monstruos cl谩sicos (dr谩culas, lobos, momias) a los humanos. Con Monsters University, la flamante precuela de Monsters Inc., Pixar parece estar reclamando su tajada de una torta que ayud贸 a hornear. Si la tendencia de la cultura pop para chicos y chicas de, digamos, 4 a 15, indica que es hora de parodiar y abrazar los miedos cl谩sicos de las generaciones previas, Monsters Inc. ya ten铆a los espantajos m谩s abrazables de todos: simp谩ticos, rid铆culos, coloridos, peludos y suaves. Y Monsters University 鈥搎ue toma como estructura central varios t贸picos del ochentoso y descerebrado cine de fraternidades universitarias, aunque sin el sexo ni las drogas ni el descontrol鈥 los multiplica. Ya no hay alegor铆as pol铆ticas sobre el mundo del trabajo y los temas son todos perfectamente ATP: herencia y acomodo vs. vocaci贸n, esfuerzo y perseverancia, an谩lisis vs. instinto, predestinados y perdedores, trabajo en equipo, etc茅tera. Est谩n por supuesto los protagonistas del film original: ese ojo con patas y cuernitos y alma de comediante de stand-up que es Mike Wazowsky (Billy Crystal) y el ya mencionado Sulley. Pero hay muchos 鈥渕ostros鈥 m谩s en esta pel铆cula, muchos nuevos, y la mayor铆a son encantadores, encantadores como peluches, como Muppets, como dibujos de Sendak. Son m谩s de 400 y que a nadie le extra帽e que pronto haya otros tantos mu帽equitos a la venta.
Hay, entre otros, un bicho con dos cabezas que no se ponen de acuerdo, y un grupo de chicas de mirada vamp铆rica, pero las dos grandes incorporaciones de Monsters University son la temible Se帽ora Hardscrabble, la decana de la instituci贸n (con la voz de Helen Mirren en el original), y un coso llamado Art, que consiste apenas en un par de patas flexibles, violetas y peludas como una alfombra de alpaca, una criatura t铆mida y temerosa, aparentemente inofensiva y sin un prop贸sito evidente en la vida. Despeinada y deforme como nuestros inconscientes, como el monstruito que todos llevamos dentro.
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