John Milius es un personaje complicado. Para el Hollywood dem贸crata, la liberal California, es una especie de bestia: republicano militarista, quiso ir a Vietnam a pelear pero no lo dejaron (porque tiene asma) y entonces volc贸 su vocaci贸n en sus pel铆culas: por ejemplo, es el tipo que en los 鈥70 le dio su identidad a Harry el Sucio coescribiendo las dos primeras pel铆culas del maldito polic铆a e incorpor贸 lo que muchos consideran 鈥渟ensibilidad fascista鈥 a su versi贸n para cine de Conan, el b谩rbaro. Y, adem谩s fue miembro durante a帽os de la junta de directores de la Asociaci贸n Nacional del Rifle, y en las entrevistas suele verter opiniones m谩s bien pol茅micas sobre temas candentes del tipo de c贸mo-acabar-con-el-narcotr谩fico-en-M茅xico (鈥淗ay que bajar hasta all谩, aniquilarlos a todos, y pasar una topadora para que a la ma帽ana siguiente parezca que all铆 no hubo nada. Si ten茅s un ej茅rcito, ten茅s que usarlo鈥). En los 鈥80, esta bestia film贸 una pel铆cula, Red Dawn, sobre una invasi贸n cubano-sovi茅tica a EE.UU.: parte de la cr铆tica la describi贸 como 鈥渆l sue帽o h煤medo y paranoico de la ultraderecha norteamericana鈥.
Ocurre tambi茅n que Milius es muy talentoso: perteneciente a la legendaria generaci贸n del New Hollywood que a fines de los 鈥60 refund贸 el cine norteamericano 鈥揺s decir, la camada de la que salieron Coppola, George Lucas, Scorsese, Spielberg, De Palma y otros鈥, estuvo detr谩s de varias de las obras maestras de este selecto grupo de amigos y compa帽eros. Fue, por ejemplo, quien tuvo la brillante idea de adaptar El coraz贸n de las tinieblas de Conrad al escenario de Vietnam y convertirla en Apocalipse Now! 鈥揺s decir, es el autor de frases como 鈥淎mo el aroma del napalm por la ma帽ana鈥濃, fue y sigue siendo un gran script-doctor 鈥搇os productores lo llaman cada vez que sienten que es necesario agregarle algo de onda o, mejor, agresividad a un gui贸n: a 茅l se le debe el inolvidable mon贸logo de Robert Shaw sobre la guerra en Tibur贸n鈥, y fue, de nuevo, el coautor de Harry el Sucio, de Conan, el b谩rbaro, y de... Red Dawn.
Que ac谩 se llam贸 Los j贸venes defensores, y que es, 29 a帽os despu茅s, un producto extra帽o, casi lis茅rgico, un raro artefacto de la era Reagan, al que no obstante todo esto, la MGM juzg贸 sensato rehacer en el siglo XXI. La remake, titulada tambi茅n Red Dawn, se estrena ac谩 el pr贸ximo jueves rebautizada como Amenaza roja.
Volver a Los j贸venes defensores es regresar a un monstruito s贸lo concebible en su contexto, uno de los puntos m谩s 谩lgidos de la Guerra Fr铆a, pero que por su fant谩stica, salvaje falta de sutileza, fue 煤nico en su tipo. Un texto introductorio nos pone en situaci贸n: la Uni贸n Sovi茅tica vive una de sus peores cosechas hist贸ricas, Polonia se ve sacudida por el hambre y el desempleo, M茅xico ingresa en un proceso revolucionario, y mientras tanto, los ej茅rcitos cubano y nicarag眉ense alcanzan el medio mill贸n de hombres. La OTAN est谩 disuelta, 鈥渓os EE.UU. han quedado aislados鈥. Fiel a su estilo seco y duro, Milius no ofrece m谩s pr贸logo que ese, y enseguida pasamos a la acci贸n: decenas de paracaidistas aterrizan frente a una escuela en medio del desierto monta帽oso en Colorado. Un profesor de historia abandona su clase sobre Gengis Khan para ver qu茅 pasa, y los paracaidistas abren fuego, liquid谩ndolo a 茅l y, sin advertencia, a los alumnos que huyen en masa. Entre las im谩genes del desastre, hay planos de cad谩veres adolescentes acribillados que hoy seguramente ning煤n estudio se atrever铆a a poner en pantalla. Lo que sigue es la organizaci贸n de un grupo de chicos, muy j贸venes (Patrick Swayze, Charlie Sheen, Thomas Howell, Lea Thompson, Jennifer Grey), que, tras sobrevivir al ataque inicial, se arman como pueden, se refugian en las monta帽as, y emprenden su peque帽a pero perseverante campa帽a de resistencia. En el pueblo, los militares sovi茅ticos ya se han instalado en el gobierno, y la propaganda del r茅gimen toma las calles.
Para el Hollywood progre, este considerable 茅xito comercial no fue otra cosa que una delirante fantas铆a guerrera, una desvergonzada propaganda anticomunista y en favor de las armas. Dos d茅cadas despu茅s, el cr铆tico Keith Phipps escribi贸 en el sitio A.V. Club: 鈥淟a pel铆cula parece menos el producto de la paranoia sobre una guerra que nunca tuvo lugar que la historia de unos j贸venes norteamericanos forzados a enfrentar la fragilidad de las estructuras que mantienen a salvo a su pa铆s鈥. Concebida por el guionista debutante Kevin Reynolds (futuro director de Waterworld) como una especie de alegor铆a tipo El se帽or de las moscas sobre nuestra naturaleza violenta y represora, Milius somete a los chicos a un proceso tr谩gico de responsabilidades, miserias, traiciones y las correspondientes ejecuciones. Pol铆ticamente, Red Dawn es lo que es, y no pod铆a sino provocar reacciones extremas, pero a su vez es narrativamente cl谩sica, irreprochable.
Unos a帽os m谩s tarde, una miniserie con Kris Kristofferson reedit贸 la hip贸tesis de Red Dawn de invasi贸n y sovietizaci贸n forzosa de Norteam茅rica. Ac谩 se vio en la televisi贸n abierta como Am茅rika, con K. Era 1987, y todav铆a ten铆a alg煤n sentido, dentro de ese trance rid铆culo que atravesaba el mundo. En cambio, el anuncio hace cuatro a帽os, de la remake Amenaza roja s贸lo pudo producir perplejidad. Sus productores no terminaron de decidir si deb铆an capitalizar la paranoia post 11-S o venderla como una reversi贸n 鈥渁pol铆tica y pochoclera鈥 (sic). Lo cierto es que si el original fue acusado de ser un delirio del ultraconservadurismo, seguro tend铆a, al menos, lazos con la realidad mental de buena parte de su pa铆s. Cada modificaci贸n que la remake 鈥揹irigida por el experto en dobles de acci贸n Dan Bradley鈥 opera sobre aqu茅lla es un desprop贸sito. Esta vez, la resistencia ya no est谩 liderada por un chico com煤n y corriente sin preparaci贸n militar, sino por un aut茅ntico soldadito reci茅n regresado de Irak (el inexpresivo Chris Hemsworth, antes de Thor). La acci贸n 鈥搖na sucesi贸n de escenas de tiros y explosiones鈥 se traslada a una m谩s urbana Spokane, Washington. Y los invasores son ya no sovi茅ticos sino... norcoreanos. Una opci贸n 鈥搇a de un r茅gimen internacionalmente aislado, dirigido por un chiflado peligroso鈥 digamos, inofensiva.
Lo cierto es que originalmente, los invasores eran los chinos. As铆 fue escrito y as铆, tambi茅n, fue filmado. Luego pas贸 algo ins贸lito: cuando la pel铆cula estaba casi lista para estrenarse, la MGM se fue a la quiebra. Sin dinero para distribuirla, iniciaron una infructuosa b煤squeda de socios comerciales; pero nadie quer铆a estrenar una pel铆cula capaz de ofender a China, quinto mercado mundial del cine de Hollywood y creciente socio coproductor de los estudios. De la desesperaci贸n surgi贸 la poco elegante opci贸n de cambiar la nacionalidad del villano, mediante enmascaramientos digitales, redoblaje de di谩logos y alguna escena vuelta a filmar; en suma, un acto de barbarie narrativa que no funcion贸 comercialmente y que finalmente no deber铆a conseguir otro efecto que el de reivindicar a Milius frente a la pacater铆a dem贸crata-liberal de los estudios.
Para recordar que la bestia negra del New Hollywood, el fascistoide proarmamentista, el B谩rbaro, el Sucio, el guerrero surgido del coraz贸n de las tinieblas de Norteam茅rica, tiene m谩s convicciones y cuenta mejor que cualquiera de estos mercachifles que se empe帽an en volver a hacer lo que ya estaba bien hecho la primera vez.
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