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Domingo, 12 de enero de 2014
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JUNTOS Y REVUELTOS

Desde que se editó hace unos meses, Por amor al baile de Villa Diamante viene deslumbrando y haciendo bailar con sus insolentes y fabulosos mashups de canciones de rock argentino. Andrés Calamaro, los Redondos con DJ Frikstailers, Virus, Jazzy Mel, Sandro: aquí la esencia es la mezcla, la sorpresa y el baile, el respeto por la música que se mete en el cuerpo, por el rock llevado a la pista. Y el arte del disco, además, una réplica perfecta de una edición en vinilo, es una joya del diseño.

Por Micaela Ortelli
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Hace meses que Diego Bulacio tiene un mail guardado en borrador y no se anima a mandarlo. Es para el manager del Indio Solari, quería que escuchara su mashup del tema “La parabellum del buen psicópata”, que mezcló con una base del dúo de DJs Frikstailers. A Pity Alvarez le gustó la versión bolichera de “Te la vamos a dar” de Intoxicados, pero lo trató de vago con la de “Niños” de Viejas Locas, no muy distinta del original, acusa. Dárgelos no aseguró haber escuchado el remix de Plastilina Mosh de “Suturno” combinado con Yolanda Be Cool, pero deja hacer libremente con los temas de Babasónicos. Calamaro, que va por los 2000 mashups él mismo, tuitea que tiene mucho que preguntar a Villa Diamante. “Nunca se sabe, porque son tipos que tienen otra escuela y que de repente les caiga alguien que les ponga una basecita así a sus temas capaz les parece una boludez”, dice Diego, que en octubre lanzó Por amor al baile, un asombroso disco de mashups de rock nacional que ya escucharon más de 30 mil personas por Bandcamp. ¿Alguno se quejó de que lo haya mashupeado? “No, porque todos ven que lo hago desde el respeto, no con una intención humorística o de cagarles el tema.”

La lista de canciones es en sí un mash-up (pasa por Todos Tus Muertos, Virus, Jazzy Mel, Sandro), y el eje de todo el material es el baile: “Hacer bailar a la gente algo que no se espera, jugar con la sorpresa. Porque yo puedo bajarme los top charts y pasar el nuevo tema de David Ghetta y Skrillex, pero la idea es ser un DJ con una intención más cultural, un informante de música”, dice el creador –junto a su amigo y socio DJ Nim– de las fiestas Zizek, que desde 2006 llevan al boliche la cumbia y el folklore, derivaron en un sello discográfico (ZZK Records) y en una de las escenas más vibrantes de la ciudad. “Yo en cada uno de mis discos o etapas musicales voy buscando algún estilo de música que no está en la pista de baile y me gustaría llevar, en este caso bandas de rock que me gustan.”

El arte de mezclar canciones tiene tantos años como la música grabada, pero las computadoras e internet lo facilitaron y expandieron al punto de convertirlo en un género en sí mismo, el pop bastardo, así calificado porque, además de ser un híbrido, altera las canciones originales (las arruina, según el que escuche) y hacerlo ¡todavía! es ilegal. “Yo no puedo grabar discos, es la ética de mashupero, así que tengo que pensar cosas para hacer divertida la situación del consumo. Además soy la ve corta en los playlists, pero si tenés el disco ahí dando vueltas...” En 2009, Villa Diamante lanzó Empacho Digital, un disco triple de más de 40 mashups de descarga gratuita que editó simbólicamente en un casete sin cinta. Esta vez planeaba una sencilla edición digital, pero el proyecto creció y se terminó fabricando un magnífico representante de Por amor al baile en el mundo de las cosas: una réplica perfecta de una edición en vinilo (hicieron hasta el disco de cartón con todos sus detalles y surcos), con arte a cargo de “gente más que particular”, según uno de los involucrados, el artista visual Valentino Tettamanti.

“En el primer mail que me mandó Diego me decía que sólo necesitaba un JPG cuadrado para la tapa, y a modo de disparador me tiró el laboratorio de Pinky y Cerebro que aparece en contrapicado en la apertura. Yo le retruqué con el afiche de Ben Hur (película de cine épico de 1959), el de las letras de piedra, y listo, ahí empezó la debacle”, cuenta. Con el VJ y programador Lucas DM sumado al equipo se llegó a la idea del long play, y el archivo JPG se eliminó por una maqueta tamaño gigante de un grabador con bailarines a sus pies –son caricaturas de los mashupeados, Sandro es el más fácil de reconocer–. Todo el trabajo fue manual, hasta el display del grabador está soldado. El fotógrafo Martín Bonetto captó la escena y eso fue lo que se imprimió. “Todo bien Utilísima”, dice Valentino.

Diego es alto y tan flaco como es posible. Su pelo negro, lacio, peinado hacia un costado le da un aire más joven que sus 34 años. Hace nueve que es DJ, después de una formación ecléctica que sobrevoló publicidad, cine, letras, ciclos de música experimental y mucho walkman en el camino. Nació en Palermo y vivió entre Remedios de Escalada, Belgrano y Lanús. Cada vez que cruzaba el puente de Valentín Alsina a Pompeya veía un grafiti que decía “Aguante Villa Diamante” (queda cerca de Caraza, donde nació Maradona). “Yo venía jugando con el tema de los mashups y ya la idea estaba presente en esa cosa de lo lujoso del diamante y lo cutre de la villa”, cuenta sobre la adopción de su atractivo alias. El padre escuchaba rock, la madre romántica, la vecina de atrás cumbia: “Yo la odiaba porque escuchaba punk y hardcore, hasta que fui entendiendo los códigos y la historia de la cumbia en Latinoamérica” (ahora se arma compilados de cumbia turra para el teléfono). “Un día escuché a Gustavo Lamas y DJs Pareja y empecé a bailar. Y estuvo re bueno porque empezás a sentir la música en el cuerpo y entender otras cosas. Me acuerdo de que en un momento en los recitales quería bailar, no hacer pogo. Me pegó el bicho del baile.”

Villa Diamante es uno de los socios del clan Mercurio, una flamante disquería especializada en discos independientes, DJ en fiestas, boliches, eventos (musicalizó los festejos por el 25 de Mayo, por ejemplo) y ahora también del Combinado Argentino de Danza, la agrupación dirigida por Andrea Servera que fue furor durante 2013. Formó una banda que integran el joven beatboxer Milo Moya y Patricio Smink, percusionista de la banda electrocachengue Pimentón. “Por ahora es toda improvisación en vivo, somos un trío de jazz haciendo cumbia y hip hop”, dice Diego, que para la ocasión rapea y maneja el sampler. Y baila, siempre baila: “DJ que no baila, desconfiá”.

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