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Domingo, 23 de octubre de 2016
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Las verdaderas chicas del clan Manson

LOS ÁNGELES DE CHARLIE

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LAS CHICAS DE LA FAMILIA MANSON: SUSAN ATKINS, PATRICIA KRENWINKEL Y LESLIE VAN HOUTEN YENDO SONRIENTES Y DE LA MANO AL JUICIO POR SUS CRÍMENES, 1969.

Las chicas de Las chicas están inspiradas en las cuatro más famosas integrantes de la Familia Manson. En la ficción, lo que hicieron y quiénes fueron se entremezcla y difumina. Pero las referencias son bastante trazables sobre todo con la chica principal, la que deslumbra y enamora a Evie, la única que tiene el mismo nombre que la real: Suzanne, de 19 años, “la diablesa”. La inspiración es obviamente Susan Atkins. Emma Cline puede usar su nombre porque Atkins murió en 2009, a los 61 años, como consecuencia de un tumor cerebral. Charles Manson la llamaba “Sexy Sadie” como la canción de los Beatles. Hay que recordar que, para Manson, todo el Album Blanco era un evangelio sonoro que profetizaba una guerra racial, el Helter Skelter. (Los negros ganarían la guerra pero no sabrían gobernar y volverían a Manson por consejo y eventualmente por liderazgo). Era uno de sus delirios, quizá el más famoso porque involucraba una interpretación demencial de las canciones de la banda más importante del mundo.

Susan Atkins, como Emma Cline, creció en el norte de California. Sus padres, sin embargo, no eran dueños de un viñedo aunque el temita del vino no les quedaba tan lejos: eran alcohólicos. Después de la muerte de su madre, Susan, que tenía 13 años, quedó a la deriva. Fue mesera, bailarina exótica, recorrió el estado con dos ex convictos y participó en robos –incluso estuvo tres meses detenida y bajo probation– A los 17 años conoció a Charles Manson en la casa de un amigo. Ella vivía ahí: una casa tomada. Cuando la policía la desalojó, Manson la invitó a vivir con él y su grupo. Él ya tenía la camioneta negra, la que Cline refiere en su novela: no es un mórbido detalle inventado, así se trasladaban. Con Manson, Susan recorrió varias locaciones hasta que dieron con el Spahn Ranch, alguna vez un decorado-estudio para westerns en el sur de California. El dueño, un anciano ciego, se los dejaba usar y alquilar por migajas, con frecuencia a cambio de favores sexuales de las chicas. Susan fue madre ahí: Manson bautizó a su hijo Zezozose Zadfrack Glutz. Después del juicio, no volvió a verlo, el chico fue adoptado por una familia y se perdió en su nueva identidad. Su actitividad favorita era lo que Manson llamaba creepy crawlers: se trataba de entrar a casas vacías o con sus dueños durmiendo y cambiar algunas cosas de lugar, los muebles, los adornos: dejar el siniestro testimonio de una presencia inexplicable y amenazante. En su declaración durante el juicio, Susan Atkins confesó que ella había apuñalado a Sharon Tate, la actriz y esposa de Roman Polanski, que estaba embarazada de siete meses. Mucho de su testimonio contradice la evidencia: aparentemente la actriz fue apuñalada por Charles “Tex” Watson y Susan ayudó, de alguna manera, sosteniéndola probablemente. También confesó que Sharon Tate rogó por su vida y ella le dijo: “mujer, no te tengo piedad”. Sí es seguro que escribió con la sangre de las víctimas “PIG” (“Cerdo”) en la pared. En algún grado participó de los otros crímenes conocidos de la Familia: los de Leno y Rosemary LaBianca en el barrio de Los Feliz, y en el de Gary Hinman, un amigo que, creía Manson, había heredado un dinero y quería que se los donara. Hinman no accedió.

Susan Atkins fue sentenciada a muerte y después a reclusión perpetua. En el libro Helter Skelter, Vincent Bugliosi dice sobre ella: “Tenía algo misterioso. Hablaba muy rápido durante unos minutos y después hacía una pausa. Inclinaba la cabeza hacia un costado, como si escuchara voces que sólo le hablaban a ella. Mirándola, desistí que fuese mi testigo estrella. ¿Iba a construir un caso alrededor de esta chica tan, tan extraña? Estaba loca. Yo no lo dudaba. A lo mejor no era legalmente insana, pero estaba loca”. Susan tenía 21 años.

En la cárcel, Susan Atkins se convirtió al cristianismo en 1977, escribió una autobiografía y se casó dos veces. Tuvo 17 audiencias para pedir libertad condicional: siempre se la denegaron. Tampoco le permitieron una “salida compasiva” cuando agonizaba, con una pierna amputada y medio cuerpo paralizado. Incluso el durísimo Bugliosi dijo: “aunque ella no demostró compasión por las víctimas, nosotros no debemos conducirnos de la misma manera”. Los jueces no estuvieron de acuerdo con el ex fiscal.

En Las chicas, hay otra integrante de la comuna muy bonita, muy aniñada, la mascota de Russell/ Manson: se llama Helen. Es posible que el personaje esté basado en la hermosísima Leslie Van Houten. También tenía 19 años cuando ocurrieron los crímenes: cabe recordar que fueron los de Gary Hinman (el 27 de de julio de 1969), los de Sharon Tate, sus amigos Wojciech Frykowski, Abigail Folger y Jay Sebring y el casero, el joven Steve Parent (el 8 de agosto de 1969); y el matrimonio de comerciantes LaBianca al día siguiente, el 9 de agosto de 1969. Leslie Van Houten nació en una familia de clase media y a los 15 años ya se había ido de su casa, aunque terminó la secundaria: fue dos veces elegida reina de su promoción. Ya vivía en comunidad y estaba inmersa en el movimiento hippie cuando se mudó con Manson de la mano de Bobby Beausoleil –un joven que, entre otras cosas, había aparecido en el corto vanguardista Lucifer Rising del cineasta Kenneth Anger–. Van Houten participó del crimen LaBianca: acuchilló a Rosemary, dice ella, “después de muerta”. De las heridas de ese cuerpo, 47 fueron infligidas post-morten. Fue una de las defensoras más ardientes de Manson y negó haber estado bajo su influencia. Dijo también que no se arrepentía: “sorry es apenas una palabra de cinco letras”. También se inculpó de crímenes que no cometió y describió heridas fatales que no provocó. Ahora hace años que se distanció de Manson: es secretaria en la prisión, escribe cuentos, enseña a leer y le negaron la libertad condicional veinte veces. Además de su abogado, tiene un entusiasta defensor que insiste en que debe quedar libre: el cineasta John Waters, su amigo. Waters escribió para The Huffington Post: “Leslie ve el asesinato de los LaBianca con arrepentiento, horror y vergüenza. Es y se siente culpable. Yo también soy culpable. De usar a los crímenes de Manson como un chiste canchero en mis primeras películas, sin el menor cuidado por los sentimientos de las familias de las víctimas ni por las vidas de los chicos asesinos que también fueron víctimas de Manson en este caso terrible y triste. Me obsesioné con los crímenes desde el primer día y cuando vi a los asesinos hippies casi tuve un infarto. ¡Dios! La familia Manson era idéntica a mis amigos. El atractivo y loquito Charles ‘Tex’ Watson se parecía a Jimmy, un chico cheto convertido en vendedor de marihuana que me vendió mi primer porro, y que me calentaba. Susan Atkins era la chica stripper diabólica con un sentido del humor de ácido muy parecido al de mi amiga Mary, con quien viví en una comuna de Provincetown. Y por supuesto Leslie Van Houten, alias Lulu, mi favorita, la ‘linda’. La princesa de los suburbios que dejó su título de reina de belleza por el LSD. La chica americana que fue más allá de la locura y se cubrió de glamour criminal... La familia Manson eran los hippies en los que nuestros padres pensaban que íbamos a convertirnos si no dejábamos de consumir drogas”. John Waters también tuvo una relación amistosa con ‘Tex’ Watson: lo visitó en la cárcel y le dedicó su película Female Trouble de 1974. Se distanciaron cuando Watson se convirtió al cristianismo (sigue preso, tiene 70 años). Leslie Van Houten es una de las dos prisioneras que más años lleva detenida en California.

Patricia Krenwinkel, de 68 años, es la otra. En Las chicas, su personaje es el de Donna (“tenía un aire chiflado y unas cejas invisibles que dotaban a su cara de una expresividad alienígena”). La verdad es que la joven, que en el momento de los crímenes tenía 21 años, se parecía un poco a Janis Joplin. Sufría un transtorno endócrino que le hacía crecer vello de manera desproporcionada y su crianza de clase media (un padre vendedor de seguros) no la salvó de los problemas de autoestima ni del bullying. Conoció a Manson en la playa: él estaba con otras dos chicas, Mary Brunner y Lynette Fromme. Patricia guarda una idea idealizada de esos primeros años: “Eramos como ninfas del bosque. Corríamos con flores en el pelo y Charlie tocaba una flauta pequeña”. En la comunidad del Spahn Ranch, Patricia era la figura materna, la que trataba de cocinar con la comida encontrada en la basura y proveer alguna contención a los hijos. En la novela su personaje también tiene ese perfil. Patricia mató a Abigail Folger, la amiga de Sharon Tate. En el juicio dijo: “La acuchillé una y otra vez. No sentí nada. ¿Qué debía sentir? Yo estaba ahí y era lo correcto”. Acuchilló también a Rosemary LaBianca, pero le pidió ayuda a Watson y Van Houten para sostenerla. Algunos dicen que ella escribió WAR (“guerra”) en el estómago de Leno LaBianca. Sí escribio con sangre “Muerte a los cerdos” en la heladera y también “Helter Skelter”. Confesó que, durante los crímenes, lo único que pensaba era: “Al menos estos ya no mandarán a sus hijos a Vietnam”. Antes de volver al rancho haciendo dedo, ella, Leslie y Tex comieron y se bañaron en la casa de los muertos. En 1994, Patricia le dio una entrevista a Diane Sawyer en la que dijo: “Todos los días me levanto sabiendo que soy una destructora de lo más preciado, la vida”. En 2011 tuvo su última audiencia por libertad condicional: no puede pedir otra hasta 2019. Es la más olvidada y la más misteriosa de las chicas Manson.

En su novela, Emma Cline incluye a una chica más, brevemente, llamada Roos. Parece estar basada en Linda Kasabian, la testigo estrella-traidora, una linda rubia de la Costa Este que escapó de su casa a los 16 años, se fue a California y cuando se unió a la Familia tenía dos matrimonios, dos hijos y veinte años. Está libre –ayudó a la Fiscalía y testificó en contra de Manson– y su última entrevista fue en 2009 con Larry King: la hizo disfrazada. Dijo que era la única que de verdad se siente culpable y que todavía no encontró la ayuda psicológica que necesita. Su apellido es el nombre de la ultra cool banda británica Kasabian.

Charles Manson cumplirá 82 años el próximo 12 de noviembre. Ya no va a las audiencias por libertad condicional. De cualquier modo, la próxima será en 2027. Si llega vivo, tendrá 92 años.

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