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Domingo, 8 de junio de 2008
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Roby Santucho y el maestro polaco

Por Rodolfo Rabanal

En 1958 Gombrowicz viaj贸 a Santiago del Estero en procura de alivio para los padecimientos que le ocasionaba su asma. No encontr贸 la cura que esperaba pero s铆 descubri贸 lo que no esperaba encontrar: un sol blanco y una sombra negra en calles coloniales silenciadas por la siesta, pesadas de belleza indiana y, seg煤n sus palabras, lentas como el deseo. En la inesperada Santiago Gombrowicz vivi贸 una epifan铆a dionis铆aca: la juventud desnuda 鈥搕al cual 茅l la ve铆a鈥 lo colm贸 de un sue帽o vertiginoso. Pero hubo adem谩s un contacto afable con los libreros Santucho, un padre, una madre y diez hijos, cada cual con su idea pol铆tica, cada cual con su propia pasi贸n ideol贸gica. El menor de ellos era todav铆a un estudiante cuando se acerc贸 a Gombrowicz para discutir sobre la 鈥渁mericanidad鈥 profunda y la revoluci贸n que todo lo cambiar铆a.

En su diario de ese mismo a帽o, 1958, el juicio que el escritor polaco se hace del joven Santucho es toda una anticipaci贸n sobre el destino que asumir铆a esa vida. 鈥淩oby 鈥揺scribe Gombrowicz鈥 es vigoroso, sano, con ojos de so帽ador maligno y ya, siendo un adolescente, es un soldado nato, hecho para el fusil, la trinchera y el caballo. Me dice 鈥榃itoldo, vos sos un europeo y no pod茅s comprendernos鈥. Yo miro su cabeza y sus manos. 隆Qu茅 cabeza, qu茅 manos! Unas manos listas para matar en nombre de una chiquilinada. La cabeza confusa y f煤til y la mano terrible. Y mir谩ndolo me ha venido una idea a煤n no madura, un poco vaga, pero igual necesito anotarla aqu铆. Su cabeza est谩 llena de quimeras, pero sus manos tienen el don de transformar esas quimeras en realidad. Esas manos pueden producir hechos. Irrealidad, entonces, en su cabeza y realidad en sus manos. 隆Qu茅 desastre!鈥 Desde ya, Gombrowicz 鈥搉i ninguna otra persona en este mundo鈥 ten铆a la m谩s m铆nima posibilidad de saber que en pocos a帽os m谩s el joven Santucho encabezar铆a las l铆neas combativas del Ej茅rcito Revolucionario del Pueblo (ERP) y que morir铆a por esa causa.

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