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Domingo, 10 de noviembre de 2002
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Vive y sonríe

POR V.P.
¿Cómo va a volver ahora convertido en porteño el viejo Pedro Navaja, si murió aquella noche de fines de los setenta en Nueva York?, podría preguntarse cualquiera, si acepta el juego de realidad y ficción que proponen las buenas canciones de la música popular. Pues bien, esto es posible porque Pedro... ¡no murió! Las dramáticas circunstancias por las que atravesó Pedro cuando apuñaló a una prostituta al asaltarla, en el mismo momento en que la agredida le disparaba a quemarropa con una pistola, son bien conocidas: según decía la canción –sin dudas la más célebre escrita por Blades, que apareció en el álbum Siembra, de 1978–, un borracho se tropezó con los dos cuerpos tirados en la vereda, les robó el puñal, la pistola y dos pesos, y se marchó cantando aquello de “la vida te da sorpresas...”. Lo que no todos saben es que ese relato tuvo unacontinuación, con una vuelta de tuerca inesperada, en “Sorpresas”, un tema del álbum Escenas que salió en 1985.
Ha pasado mucho tiempo y todavía para muchísima gente puede ser una sorpresa saber que Pedro Navaja está vivo...
–Es muy probable. “Sorpresas” es una canción que me dolió hacer, porque ya estaba “Pedro Navaja”. Entonces eso de “Pedro Navaja Part Two”... no sé, pero bueno. La hice simplemente porque la Fania vendió mis derechos sobre “Pedro Navaja” a un grupo mexicano para hacer una película. Porque, como tenían la música, también quisieron apropiarse del personaje. Entonces me comuniqué con el señor Rosas Priego, el director, para decirle: “Como usted saque esa película, lo voy a demandar, porque a mí no me han preguntado nada”. Pero la película ya se había hecho. Entonces lo único que pude obtener fue una satisfacción económica; me pagaron por el uso del nombre del personaje. Pero ahí dije: “Me estarán alquilando la canción, pero el personaje ¡es mío!”. Porque, tú sabes, el escritor da, el escritor quita. Y dije: “Ahora les voy a revivir a Pedro para que vean que están hablando tonterías”. Y bueno, lo reviví por eso, porque me dio la gana. Y también por una cuestión total de ego. Por eso, el coro final dice: “Y estos novatos qué creen, ¡si éste es mi barrio, papá...!”. ¡Estos novatitos venían a robarme a mí! “Sorpresas” comienza en el mismo momento en que había terminado “Pedro Navaja”: “El borracho dejó de cantar y se puso a contar su buena fortuna; el barrio estaba dormido, plena brillaba la luna”. Y sigue: “De pronto, un ladrón salpicao de neón saltó como un tigre desde el callejón y le puso al borracho una Magnum frente a la cara, y le dijo: ‘Entrégalo todo... o se dispara’. El borracho, temblando, le entregó al ladrón lo que acababa de encontrar: un Smith & Wesson, unos pesos y un puñal. El ladrón, asombrado, le preguntó: ‘¿Y tú qué haces con todo esto? ¡Mejor será que me cuentes toda la historia, y ojalá que la huma (la borrachera) no afecte tu memoria!’”. Después de unas líneas del coro, que dice: “A veces hablar resulta esencial, pero a veces es mejor callar”, la canción cuenta que el ladrón encontró los cuerpos tirados en la vereda y que luego de verificar que nada podía robarle a la mujer, se dirigió al hombre: “Sobre él se agachó y lo reconoció por el diente de oro que llevaba. ‘¡Ah, pero si es el viejo Pedro Navaja!’, y empezó a burlarse de él mientras lo registraba”. Entonces sucedió lo inesperado: “Como un rayo le entró la navaja, buscando dentro de su cuerpo el alma. El ladrón sintió la luna quemándole la entraña, y vio el más grande milagro de toda su vida: murió viendo el sol salir de una boca reída”.
¿Qué pasó? Se explica luego: “Pedro tomó su papel de identidad y se lo puso al ladrón en el bolsillo de atrás pa’confundir la investigación. Pedro, herido de bala, recogió su otro puñal; él siempre trae encima dos cuando sale a trabajar”. Y concluye: “Y del barrio hasta la luna se oyó su carcajada...”. El coro remata picante: “Estos novatos, ¿qué creen? ¡Si éste es mi barrio, papá...!”.

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