Mientras en Estados Unidos el imperio Playboy tambalea, los diferentes formatos de negocio que ha adoptado en el mundo dan cuenta de lo que significa ser leyenda. Con aproximadamente 30 licencias otorgadas que llegan a 40 pa铆ses, la revista vende m谩s de un mill贸n de ejemplares en Brasil y tiene un 茅xito inmenso en Rusia, Alemania y Francia (en donde, dicen, es tan classy como una Vogue). Argentina tuvo un primer romance con la revista entre el 鈥85 y el 鈥95 y volvi贸 a los kioscos diez a帽os despu茅s, de la mano de Lucas Jinkis, que desde Grupo Q la produce y la vende no s贸lo ac谩 sino tambi茅n en Uruguay y Chile. 鈥淨uise traer a Playboy porque me interesan las marcas y 茅sa es una de las cinco del mundo con m谩s influencia sobre la sociedad y su inconsciente colectivo鈥, asegura Jinkis, que enseguida comprob贸 lo que significaba el poder del conejo en un pa铆s tan alejado de la Mansi贸n de Los Angeles.
Es que, a diferencia de Estados Unidos, donde no salen celebrities en tapa desde hace a帽ares (y hay que tener en cuenta que sus personajes m谩s famosos, desde Marilyn a Madonna, eran ignotas chicas que acababan de cumplir los 18 cuando aparecieron), en Argentina (con una venta promedio de 30 mil ejemplares), son las mismas 鈥渆strellas鈥 las que se mueren por aparecer. As铆, en la primera d茅cada las bunnies locales fueron, entre otras, todas las chicas Olmedo (Susana Romero, Beatriz Salom贸n, Silvia P茅rez, Susana Torales y Nancy Herrera), Susana Gim茅nez (la diva recuerda la experiencia como 鈥渓as fotos m谩s espantosas que me sacaron jam谩s鈥), o Mar铆a Fernanda Callej贸n (que cont贸 varias veces que se compr贸 dos departamentos con lo que le pagaron de regal铆as). En 2005, la primera en desnudarse fue Dolores Fonzi, despu茅s Leticia Br茅dice y entre la lista de famosas m谩s recordadas siguen la bailarina Mora Godoy, Mar铆a Sussini y Nicole Neuman, chicas que no suelen andar sac谩ndose nada por ah铆. 鈥淣osotros ofrecemos un formato de contrato que le da a la Celebrity un porcentaje de la ganancia por venta. As铆 nos garantizamos que se conviertan en las principales promotoras del producto. Ah铆 est谩 bien establecido casi cent铆metro por cent铆metro lo que est谩n dispuestas a mostrar. Hablamos mucho, antes y despu茅s, con las fotos en la mano. Adem谩s les prohibimos que salgan en otras revistas.鈥
Pero el morbo local no pasa s贸lo por ver desnudas a esas figuritas medio inaccesibles: la revista tambi茅n tuvo a much铆simas vedettes y hasta ignotas secretarias de Sofovich como la que aparece 鈥揷asualmente鈥 este mes anunci谩ndose como 鈥渓a primera Playboy negra鈥. 鈥淟a pregunta siempre es por qu茅 Playboy elige a tal o cu谩l personaje. Estar en la tapa de Playboy es el sue帽o oculto o expl铆cito de cualquier mujer del mundo. Muchas chicas que se desnudan ac谩 lo hacen pensando que hacen carrera en Los Angeles y antes de las fotos son capaces de comer clara de huevo durante un mes para verse lindas. Y no hay que bastardear esa fantas铆a. Playboy es una marca muy poderosa y tiene que durar 20 a帽os en cualquier mercado que abra. Una tapa como la de este mes mueve un morbo, sorprende porque es sensacionalista, y est谩 bien que as铆 sea鈥, explica Jinkis.
Por 煤ltimo, otra diferencia con Estados Unidos son, por supuesto, los n煤meros. Mientras all谩 la revista se vende mayoritariamente por suscripci贸n a un p煤blico de un perfil intelectual alto, en una edad de treinta a cuarenta y largos y con el 25 por ciento de lectoras, en Argentina el target est谩 establecido para hombres m谩s j贸venes (un promedio de 25 a帽os), de un poder adquisitivo 鈥渁spiracional鈥. Pero 鈥渆l negocio ac谩 es m谩s bien publicitario. Porque a Playboy se acercan anunciantes que no pautan en otras revistas masculinas, como autos y relojes鈥 y es ah铆 donde, dice Jinkis, 鈥渘o tiene competencia鈥 y puede reclinarse en su silla sintiendo que tiene puesta la bata de Hef por un rato.
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