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Los días previos a la feria, Belén Rometo Gunset se dedicó a recolectar objetos y mobiliarios. “60 libros, 2 licuadoras, 100 botellas de vidrio, 2 camas, 5 máquinas de fotos que no funcionan”, anotó en un inventario aproximado de las cosas en desuso que logró juntar. Eran muchísimas. En su mayoría, provenían de una cooperativa de recolectores urbanos, otros de amigos y parientes, algunos fueron rescatados de la basura, el resto comprado en una feria de usados. Todos fueron llevados a la Rural y apilados dentro de una especie de ministand, una arquitectura que Romero Gunset describió como “el cuarto de un acumulador compulsivo”. Sistemáticamente, durante los siete días que duró la feria y durante siete horas por día, Belén Romero Gunset se dedicó a romper todo lo que había en la habitación.
En un sentido, podría ser una versión performática y horizontal de Torre, el proyecto de Axel Straschnoy que ganó la segunda edición del Petrobras y que consistía en un stand lleno de bolsas de basura. Pero no es por eso que la obra llama la atención dentro de la muestra. Roto es la única que, aunque sea rompiendo, hace referencia a algún tipo de manualidad. Y por el otro lado, al exceso y la acumulación.
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