Calamidad cósmica de Rondolini era una versión del tópico tempus fugit, una metáfora sobre el poder destructivo del paso del tiempo. Trabajando directamente sobre una de las consignas de la convocatoria, es decir, pensar la feria en sus dimensiones espaciales y temporales, Rondolini instaló sobre una cama de luz un gran helado de agua que iba derritiéndose lentamente. Para cuando la feria cerraba, un pedazo de hielo flotaba en un gran charco. Al otro dÃa, se colocaba otro helado de iguales dimensiones para que el tiempo lo devorara.
Por sus colores y aparente nimiedad, la obra de Rondolini recordaba las enormes esculturas pop de Oldenburg (de hecho, el sueco instaló hace algunos años un cono de helado de unos 10 metros sobre un edificio de la calle principal de Colonia, en Alemania, que, si bien era de acero y plástico, simulaba haberse caÃdo y derretirse sobre los ventanales de la Neumarkt Gallery). Esta referencia pop aleja a la obra de interpretaciones más ontológicas. La hipérbole ha sido una de las estrategias básicas de la publicidad. Y, en una feria en donde las obras son objetos a la venta, la voracidad y velocidad que derrite al helado parecÃa referirse, sobre todo, al mundo del consumo.
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