Domingo, 25 de mayo de 2003
Alejandro Urdapilleta > Emborrachando a la celadora
La primera vez que vi a Ninà Marshall fue en la tele. Aunque antes tengo el recuerdo de mis viejos, escuchándola en la radio, pero yo era bastante chico en esa época. La veÃa en TV en blanco y negro y me encantaba, me cagaba de la risa, me parecÃa un ser precioso. Ella encarna el talento, la gracia, es humilde y, sin conocerla, siempre me pareció que debÃa ser una muy buena persona. Sin duda, es una de las artistas más grandes que tuvimos. Actuaba con todo el cuerpo, hasta con los pies: era un cuerpo blando comprometido Ãntegramente con la actuación. Además, era pÃcara y tenÃa una voz genial. Me pasa algo raro: la quiero como un familiar. Es imposible no quererla, es buena, la loca. De ella me gusta pensar que aprendà la soltura, la energÃa en la actuación. Mi pelÃcula preferida es Hay que educar a NinÃ, y en particular esa escena donde ya grande y con novio, se viste de nena de 13 para infiltrarse en un colegio. Termina emborrachándose con la celadora. Las veo a las dos tiradas en el piso y es genial. Hizo un humor absurdo, sano, de muy buena leche. Fue revolucionaria, no habÃa minas asà en esa época, que se animaran a tanto, que escribieran sus propios guiones. Me encantarÃa ponerla a actuar con algún personaje mÃo, pero a su lado creo que me sentirÃa una piltrafa. Ella era una maestra fatal, un ángel de la guarda. Y tan tÃmida, a la vez. Me hubiera encantado conocerla. Da pena que se haya ido.
Entrevista: C. S.
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