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Domingo, 30 de septiembre de 2012
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> Eugenia Capizzano y Daniel Rosenfeld: actriz, director y guionistas hablan de la misteriosa adaptación del cuento

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Por Mariana Enriquez
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Eugenia Capizzano, la hermosa actriz que interpreta a Cornelia –y la coguionista de la película– encontró a Silvina Ocampo hace algunos años, cuando viajaba en tren para ir a visitar a una tía muy querida, que estaba enferma en un geriátrico. Un amigo le había prestado Autobiografía de Irene porque había algo en ese personaje, en su sensibilidad, en sus premoniciones, en su físico, que le hacía acordar a Eugenia. “Recuerdo el deleite de descubrir a Silvina Ocampo, pero por algún motivo no terminé el libro. Lo cerré y ahí quedó. No termino de entender qué fue lo que pasó ahí; no me explico algo que me pareció tan atractivo, pero no lo quise más. Quizá porque pasaba un momento difícil y algo en el libro me perturbaba. No sé si es por eso o si me asusté. Pero debo haberle contado a Daniel lo que pasé porque él compró los Cuentos Completos y los trajo a la biblioteca.”

Daniel es Daniel Rosenfeld, el director de Cornelia frente al espejo y pareja de Eugenia –realizador de notables documentales como Saluzzi: ensayo para bandoneón y tres hermanos o La quimera de los héroes–; es, también, el otro responsable de adaptar para cine el inasible mundo de Silvina Ocampo, de darle imágenes a ese cuento crepuscular que posiblemente sea la obra maestra de la escritora. Fue Eugenia, sin embargo, quien impulsó la idea de adaptar “Cornelia...”. “Cuando lo empecé a leer me surgió un deseo insólito de querer ser la persona que había escrito eso. Sentí lo que nunca había sentido con ningún escritor: fue algo físico, algo de identificación inmediata. Hablé con Daniel, le dije: ‘Encontré algo, un material con el que me gustaría trabajar’.”

Y entonces fue el momento de escribir el guión: ambos recuerdan el proceso como difícil, pero no arduo. Lo hacían por puro placer, sin fechas de entrega, investigando. “Una adaptación de un texto al cine implica llevar a cabo una cantidad de pasos, de fórmulas, de eslabones para que sea convertido en acción visual dramática y reducir la palabra para convertirla en imagen. Pero con este cuento la esencia de la maravilla del texto reside en cómo está escrito. Queríamos preservar eso y la única forma de hacerlo era lanzarse a la aventura de encontrar entre líneas las imágenes, escenas y lugares que estaban viviendo en ese material: el cuento es un largo diálogo.” Fue complejo, dice, mantener el texto tal cual había sido escrito por Silvina Ocampo: “Los actores prefieren improvisar, quieren poner sus palabras, y acá tenían que encontrar la voz en el mundo de Silvina, personajes que no hablan como todos los días. Pero también era un interés de los actores, como Rafael Spregelburd, que tiene mucha relación con el lenguaje y le gustaba el desafío de revalorizar la palabra en el cine”.

Y también de trabajar en una estructura cinematográfica poco habitual: si el cuento no se parece a nada, la película tampoco. Dice Rosenfeld: “La propia estructura del cuento tiene algo de Scherezade, historias que se van abriendo para unir otras cosas, y luego, además, las digresiones del cuento de Silvina. Era muy interesante recrear ese mundo onírico fantástico y también digresivo, no tener la presión de la tensión, de una línea recta, porque las historias se van ramificando”.

Armar Cornelia frente al espejo fue un trabajo de dos años; el rodaje duró apenas once días. Leonardo Sbaraglia y Eugenia Lozano, los actores que completan el elenco, se sumaron por afinidad y desafío. “En la primera reunión de gestación de la película –cuenta Eugenia–, estuvo Eugenia Alonso, que desde hacía tiempo quería hacer textos de Silvina Ocampo en teatro. Le dijo a Daniel: ‘¿Querés que además de hacer este texto lo haga en sueco? Porque más difícil no puede ser’. Muchos nos dijeron: ‘Ustedes están locos’. Rafael se enteró en el rodaje de que la de la idea de filmar Cornelia fui yo. Me dijo: ‘Ah, vos sos la perturbada. ¿De qué otra mente podía venir esta idea?’.”

Ahora que la película está lista, Eugenia y Daniel están más tranquilos: los tenía nerviosos no estar a la altura, no haber logrado una interpretación, una lectura, del mundo y el lenguaje de Silvina Ocampo. Los amigos de Silvina y los silvinólogos disfrutaron Cornelia frente al espejo. “Noemí Ulla nos dijo que a Silvina le habría encantado. También Ernesto Montequin. María Kodama la vio y dijo que Borges nunca había sido bien adaptado, pero Silvina sí, porque le parecía una adaptación magnífica, estaba encantadísima. A Cozarinsky también le encantó la película.” Es raro, admite Eugenia, pero a través de los amigos y los lectores, ella está buscando una especie de aprobación de Silvina, una mujer que la tiene seducida, que la enamoró.

Pero hay otro protagonista más de esta historia, y es la casa donde se filmó Cornelia frente al espejo. Es una magnífica mansión en las afueras de Brandsen, bastante parecida a Villa Ocampo –la casa familiar de San Isidro que heredó e hizo su hogar Victoria– pero en absoluto bien conservada. Y es una casa que le perteneció a Felicitas Guerrero. El dato no es menor: Felicitas fue asesinada por un tío de Victoria y Silvina, un hombre que reaccionó brutalmente al desamor de la rica viuda hacendada. “Ibamos a hacer un documental sobre esa casa –cuenta Rosenfeld–. Después lo dejamos de lado, pero era metafórico que en esa casa hubiera sido prohibida la presencia de un Ocampo, de cualquier Ocampo.”

Y la casa reaccionó ante la virtual invasión. Una tarde, revolviendo una biblioteca, Rafael Spregelburd encontró un libro de Victoria Ocampo. Y, cuando mencionó el hallazgo, se cortó la luz. “Cada vez que cuento esto –dice Rosenfeld–, medio lamento que haya sido un libro de Victoria el que provocara el apagón. Me parece que voy a empezar a mentir. Me parece que voy a decir que era un libro de Silvina”.

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