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Domingo, 31 de marzo de 2013
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El que incomoda

Por Norberto “Ruso” Verea

Panzeri es una de las últimas etapas de ese periodismo que nacía pura y exclusivamente de la vocación: no se llegaba al oficio para conseguir un vínculo con la fama. Representó, para mí, al periodista que venía formado e incluía dentro suyo todo aquello que la Argentina entregó en el tiempo que vivió, desde Leopoldo Marechal hasta Borges, pasando por Bustos Domecq y Roberto Arlt, el que no perdió de vista nunca que un periodista no puede ser parte del negocio, y que había que hacerle entender a la gente que lo peor que le podía pasar al fútbol era que fuera manejado por el negocio.

Mientras dirigió El Gráfico, la revista se vendió mucho menos: muestra fehaciente de lo que somos nosotros, como receptores. Hay distintas responsabilidades en esto, mayores y menores; empezamos por los dirigentes, los entrenadores, los periodistas que tenemos. Pero también hay que hacerse cargo como receptores. Porque si hay algo que Panzeri hacía era incomodarte. En esos lugares es donde yo siento al periodismo: al percibirlo, me tiene que incomodar. Si no me incomoda es complaciente, y si es complaciente no me sirve. Se dijo que para la época fue cruel, y entonces empezaron a guerrearlo, a alejarlo de los lugares de privilegio en los que tendría que haber estado. En sus últimos años estaba bastante alejado de los medios masivos.

Sigue sonando fuerte porque todo fue a peor. Representa, para mí, a una sociedad que venía desde Ramón Carrillo, con escuelas públicas cada vez mejores, con luchas como la de una jornada de trabajo de ocho horas respetadas. Lo que tenemos hoy ni se acerca: la escena de lo mediático futbolístico es casi berreta, tilinga. Nos morimos por ser amigos de los protagonistas. Por supuesto que hay buenos periodistas, pero hay algo que es importante: a los medios los compraron los que quieren hacer negocio, y no los que piensan que son un vínculo con información para formarte. Y los tipos como Panzeri intentaban estar en un medio para informar y desde ahí acercarse a formarte. Muy lejano a él ser parte de un entretenimiento; para Panzeri el entretenimiento era el juego. Por eso peleaba por lo que peleaba y decía lo que decía. Cuando te dicen que el cómo no importa, ¿a qué vas a la cancha? Ahí aparece el enamoramiento del público por el público: no debe haber nada más berreta.

(Testimonio recogido por A.B.)

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