Domingo, 21 de septiembre de 2003
Laura Laurent
Laura, ¿seguÃs viviendo ahÃ, en tu estado de tristeza? / SolÃas dejarlo a veces. / Pero ahora ni siquiera te preocupa tomar el tren hacia el oeste de Chicago, / para caminar por el pasto, en el parque, pasando las estatuas. / Sus ojos te seguÃan como una detestable adicción; su belleza tallada de absolutos que nunca podrÃas reclamar, ni comprender. / Laura, eras la canción más triste en forma de mujer. Yo creÃa que eras hermosa, pero tus movimientos me hacÃan llorar. / Espero que ahora te estés riendo desde ese lugar en la alfombra / donde compartimos una bolsa de dormir, en el departamento de tu hermana. / Ella se preocupaba tanto, después de todo yo era nada más que un extraño. / Pero me pidió que te cuidara. Y yo la traicioné. / ¿SabÃas, Laura, que está muy solicitada la gente como nosotros, la gente que sufre? / Porque no nos metemos en discusiones, y nos rendimos fácil. / Bueno, creo que te llamarÃa esta noche, si todavÃa tuviera tu número. / Tus pensamientos siempre estuvieron cerca de los mÃos. Los dos evitábamos la cena. Y nunca sientas vergüenza de tus problemas con la vida. Porque las gargantas heridas son las que más han cantado.
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