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Domingo, 5 de octubre de 2003
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Mi hijo, el emergent贸logo

La sala de guardia como set de televisi贸n

POR C.Z.

Un nuevo h茅roe acaba de nacer. Mi hijo ya no es el doctor en general sino un especialista muy especial llamado emergent贸logo: el m茅dico de guardia, con su eterna cara de estr茅s y sus pies arrastr谩ndose por los pasillos del hospital nocturno, de cama en cama, de desgracia en desgracia. El ulular de la sirena. All铆 bajan los nuevos h茅roes urbanos de la ambulancia. 鈥淧ermiso, permiso鈥, dice el doctor Roberto Nattero. Alguien acaba de caerse de un andamio de un edificio en Mario Bravo y Bulnes. Pinta muy grave. El hombre 鈥揷omo despu茅s se verificar谩鈥 no se ha hecho pr谩cticamente nada, casi un milagro. Pero no hay mucho tiempo para suspirar: cuando ya nos vamos relajando y el hombre le agradece a Cristo su salvaci贸n, hay que volver a salir en la ambulancia.
隆Qu茅 de emociones! 隆Qu茅 adrenalina! 隆Qu茅 de historias! Es, en rigor, una sucesi贸n de microhistorias, una m谩s otra m谩s otra y otra, como peque帽os mosaicos o celdillas que terminan conformando la gran summa del sufrimiento humano. Dolor y alivio. El filo de la muerte y el filo de la vida. El cirujano y la pediatra. La sutura y el bistur铆. El collar ortop茅dico y la ambulancia. El traslado es al Centro de Emergentolog铆a del Hospital Fern谩ndez. M谩s real, imposible.
En E-24, una ambulancia del SAME (m谩s real, imposible) llega al lugar de los hechos y empieza la acci贸n. Aunque el lema sea 鈥淓sto no es ficci贸n, es realidad鈥, y pese a que los pacientes son de verdad, la estructura de E-24 tiene mucho de estructura de ficci贸n, lo que no atenta contra su car谩cter educativo sino que lo potencia: es una narraci贸n sobre la salud, la vida y la muerte y, sobre todo, la humanidad. Deja algunas ense帽anzas, entretiene y sobre todo emociona. Como un buen follet铆n.
No nos hagamos los remilgados. Son comprensibles todos los debates que ya ha generado el programa, sobre todo por el uso de c谩maras de televisi贸n en el momento en que los pacientes ingresan en estado de shock a la guardia y se les plantea que se los va a filmar. Son entendibles los reparos con que la bio茅tica cuestiona la validez del consentimiento de un paciente (aunque vale aclarar que los pacientes son entrevistados una vez recuperados, lo que supone que aceptan salir al aire en pleno uso de sus facultades). Y es comprensible que el m茅dico cardi贸logo Jorge Tartaglione 鈥搎ue sale entrevistando a los otros m茅dicos sobre temas de sus especialidades y es uno de los inspiradores del programa鈥 defienda la propuesta diciendo que 鈥渓a mejor prevenci贸n es una buena informaci贸n鈥. Todo bien; que siga el debate. Pero nadie puede negar la enorme atracci贸n de la cuesti贸n m茅dica para los p煤blicos de todo el mundo. 驴O no lo supo Michael Crichton (茅l mismo facultado en Medicina en Harvard y ex m茅dico de guardia) cuando perge帽贸 ER? 驴O no sabemos que la intimidad de un hospital es casi tan irresistible como la vida de los dinosaurios? Puede haber algo (o mucho) de morbo en todo esto, e incluso se lo puede inscribir en la ola de marginalidad y 鈥渓ados oscuros鈥 que ha invadido la televisi贸n, haciendo que la tele invada c谩rceles reales e imaginarias. En el caso espec铆fico de E-24 o de programas similares como Trauma: sala de emergencias (Discovery), lo que ocurre es que se trata de problemas m谩s universales y pr贸ximos. Quien m谩s quien menos, nadie est谩 libre de tener que pasar por la guardia de un hospital p煤blico o privado.
Hace unos quince d铆as, por otra parte, termin贸 de exhibirse la ficci贸n m茅dica de Am茅rica, Hospital p煤blico, que precedi贸 a E-24 y parece haber sido su globo de ensayo. El programa no logr贸 superar cierta endeblez estructural, pero sus m茅ritos no fueron pocos. No era Chicago Hope ni ER, y ah铆 s铆 se not贸 la diferencia de recursos. A la manera de las series m茅dicas, hizo hincapi茅 en las historias personales de los m茅dicos y las intrigas que anidan en toda instituci贸n, y finalmente subray贸 la idea de la medicina como un sacerdocio. Nunca dej贸 de tener un tono moralizante, pero se instal贸 como una de las pocas ficciones m茅dicas hechas en la Argentina. Y, a diferencia de otros productos que buscan representar alguna forma de grupo (desde los periodistas hasta los gitanos) diciendoque investigan mucho pero entregando despu茅s productos hiperbizarros, aqu铆 se not贸 el esfuerzo por construir un veros铆mil pertinente.
Y despu茅s de Hospital p煤blico vino la emergentolog铆a. Una aplanadora, por cierto. Un docu-reality que mezcla todo en dosis parejas. Y el resto lo hace la edici贸n. E-24 es un producto muy cuidado, y si bien no llega a darle glamour a la guardia m茅dica, ese infierno del que dan ganas de huir, al menos la convierte en un lugar de alto inter茅s. Las historias son atractivas, pero todav铆a no se han visto las situaciones que podr铆an considerarse verdaderamente l铆mite. M茅dicos y psic贸logos explican los casos para el gran p煤blico, sin utilizar jergas ni tratar de impresionar con grandes despliegues, al estilo de las espectaculares entradas de los pacientes al hospital de ER. El factor profundamente humano llega de la mano de pacientes y m茅dicos o, mejor dicho, de la relaciones entre unos y otros. Y la emoci贸n llega 鈥揳l menos para m铆鈥 por la acumulaci贸n de esas microhistorias. Es decir: llega un momento en que la realidad te vence.
En este sentido s铆 hay que admitir que el lema 鈥撯滶sto no es ficci贸n, es realidad鈥濃 tiene su parte de verdad. La vida es eso: una acumulaci贸n de peque帽as desgracias y peque帽as alegr铆as. Un rosario de peque帽as an茅cdotas de la emergentolog铆a.

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