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Domingo, 28 de junio de 2009
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La proyección de Binner y Reutemann puede depender de un puñado de puntos.

Mucho más que doce bancas en juego

En un escenario "prestado" como es una elección legislativa, dos proyectos claramente diferenciados se ponen en consideración. No es "a todo no nada" ni mucho menos, pero tampoco está para dejar pasar esta oportunidad.

Por Pablo Feldman
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Aspirantes a senadores nacionales Carlos Reutemann, Rubén Giustiniani y Claudio Leoni. Cabezas de listas de diputados nacionales: Agustín Rossi, Daniel Germano y Jorge Alvarez.

Se trata de una elección para renovar parcialmente el parlamento. No debería asignársele una importancia mayor. Sin embargo tanto el oficialismo como la oposición le han dado otro rango, inclusive con ribetes de dramatismo. "Puede ser la vuelta al pasado", repiten desde el gobierno, "aquí se juega la Argentina del 2031", profetiza una dirigente con aspiraciones más cercanas. Como suele suceder, a la mayoría de los argentinos no les parece nada e eso, y sus preocupaciones están centradas en otros temas que a partir de mañana tal vez se aborden con la seriedad que se merecen. En Santa Fe particularmente se ha abierto una instancia diferente a todos los comicios legislativos que precedieron al del día de hoy, aún cuando se trate por ahora de un fenómeno provincial, la proyección de Hermes Binner tanto como la de Carlos Reutemann puede depender de un puñado de puntos que representen victoria o derrota. Ya lo dijo el Lole en su momento, "si gano por un voto, corro en la presidencial", luego pidió que se postergaran esas elucubraciones por lo menos hasta pasados los fastos del bicentenario. Binner, por su parte, se puso la campaña al hombro más en defensa propia que por darle una mano a Rubén Giustiniani. No hay problemas entre ellos, sólo diferencias, pero una victoria las licuaría seguramente ya que el Presidente del Partido Socialista sabe de quién son los votos. En este contexto, el resultado de hoy será visto con especial atención en el rubro senador, no tanto en diputados, ya que uno más o uno menos, o estar por encima algunos puntos no cambiaría las cosas. Sí para Agustín Rossi, quien de no lograr su reelección estaría pronto a su jubilación, a temprana edad, por cierto.

El escrutinio a partir de las 18 va a permitir dilucidar las dos incógnitas que determinarán esta elección. Y no se trata de ver cuál será la diferencia en Rosario, y si se revierte en el interior, ni siquiera si aparece el "voto campo" como alguna vez hubo "voto cuota" o "voto miedo". Las dos claves que marcaran para uno y otro sector que sea triunfo o derrota van a estar dadas, en el caso del Lole por el comportamiento del votante peronista, no ya del independiente "sin cuyo apoyo nadie gana" sino el afiliado o adherente que por primera vez va a ir a votar con el partido dividido. No importa en qué proporciones, seguramente mucho más para el Lole que para Rossi, pero dividido al fin. Esto permitirá establecer si Reutemann ganaba -aún cuando no fue el más votado en su debut en 1991- porque iba dentro del peronismo, o si el peronismo lo hacía gracias a la aparición del ex piloto de fórmula uno en la arena política. Para esta disputa, como un guiño de la historia, el hombre que lo dobló en votos en el '91 ha dicho que lo votará: El promocionado Presidente de Rosario Central que nunca pudo llegar a la Casa Gris, le da la espalda sus compañeros de ruta, en una suerte de "síndrome de Estocolmo" de baja intensidad. Esta es la bisagra; para el Lole y para el peronismo.

En el caso del Socialismo, Binner logró ubicar la campaña exactamente en el sitio que quería. Reutemann no supo sortear esa encerrona y durante todo el lapso de proselitismo estuvo a la defensiva, sólo en las últimas 48 horas, cuando fue a lo de Marcelo Tinelli al candidato le volvió la sonrisa al rostro. Más allá de otro tipo de consideraciones la ecuación "costo/beneficio" dejó satisfecho al ex corredor. Binner se manejó con mucha soltura, desconocida para muchos, y no exhibida en su propia campaña cuando derrotó a Rafael Bielsa sin atenuantes. Una buena faena, si se toma el punto de partida de Giustiniani más de 20 puntos detrás de su adversario. Pero "toda carta tiene contra" y el dilema en este caso es si habrá transferencia de votos. El nombre del Gobernador no está en la boleta, y ese no es un dato menor. Tampoco se sabrá nunca qué sucedería en un "mano a mano", hasta ahora el Lole lo ha evitado. Pero tal vez, después de mañana, donde uno o dos puntos pueden marcar el éxito o el fracaso, desde Santa Fe emerja una figura que compita en las "ligas mayores", lo cual tampoco quiere decir que las vaya a ganar, pero es bastante más que lo que ha ofrecido hasta ahora la clase política santafesina desde la recuperación de la democracia.

En un escenario "prestado" como es una elección legislativa, dos proyectos claramente diferenciados se ponen en consideración, como se dijo al comienzo de esta nota, no es "a todo no nada" ni mucho menos, pero tampoco esta para dejar pasar esta oportunidad.

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