El Tribunal Oral Federal escuch贸 ayer los primeros tres testigos en el juicio al ex juez V铆ctor Brusa y cinco ex polic铆as presos por delitos de lesa humanidad. El primero fue el abogado Jorge Pedraza, que interrumpi贸 su relato dos veces quebrado en llanto, primero cuando record贸 un atentado explosivo en la casa de su padre en el microcentro santafesino el 6 de diciembre de 1975, y luego, las secuelas de por vida que la onda expansiva de dos kilos de trotyl dej贸 en su hermano menor. "驴Quiere que pasemos a un cuarto intermedio hasta pueda continuar?", le ofreci贸 el presidente del Tribunal. "No, es un minuto", se disculp贸 Pedraza, conmovido hasta las l谩grimas. La sala de audiencia enmudeci贸, pero Brusa desafi贸 el silencio con una risita socarrona que hasta incomod贸 a uno de sus compa帽eros de banquillo: "隆No, par谩, par谩!", lo fren贸 el ex oficial de Inteligencia, Eduardo Ramos, precisamente, uno de los denunciados por Pedraza. La burla de Brusa y el reto de Ramos quedaron en un primer plano en las c谩maras de TV que registran el juicio.
Pedraza era estudiante de derecho y militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Lo detienen el 6 de noviembre de 1975, acusado de participar en un ataque incendiario de Montoneros a la concesionaria de autom贸viles Grossi. Llevaba una pistola 45 en la cintura, "que no sab铆a usar", dijo. Ten铆a 21 a帽os. A partir de ah铆 comenz贸 su martirio: una sesi贸n de torturas en la Guardia de Infanter铆a Reforzada (GIR), el encierro en un calabozo de un metro y por un metro en la comisar铆a 4陋 y un nuevo traslado junto a la docente Mar铆a Cristina Boidi a un centro clandestino en las afueras de Santo Tom茅 que identifica como "La Casita", donde padeci贸 m谩s tormentos.
El 24 de noviembre de 1975, el juez federal Elbio Cano lo indag贸 por el ataque a Grossi que despu茅s le cost贸 una condena de siete a帽os de c谩rcel hasta que sali贸 bajo el r茅gimen de libertad vigilada, en 1982. Pedraza denunci贸 ante el magistrado las torturas que nunca fueron investigadas, hasta ahora. "Me sent铆a absolutamente vulnerable por los hombres de la patota y sus m茅todos del terror", dijo. Y record贸 que en la mesa de torturas perdi贸 la conciencia varias veces por la picana el茅ctrica y el submarino seco que lo dejaba al borde de la asfixia. "Cuando uno se desmaya es estar cerca de la muerte. La primera denuncia de las torturas la hice el 24 de noviembre de 1975 y tuve que esperar 33 a帽os y diez meses para que la justicia las investigue".
Un mes despu茅s de la detenci贸n de Pedraza, una bomba destruy贸 la casa de su padre en calle Vera 2654 (hoy Eva Per贸n). Era la madrugada del 6 de diciembre de 1975. La onda expansiva demoli贸 la mitad de la vivienda, da帽贸 las fincas linderas y no dej贸 un vidrio sano a cien metros a la redonda. Cuatro miembros de la familia salvaron su vida por milagro, pero un hermano menor qued贸 con secuelas permanentes y su abuela de 80 a帽os no se pudo recuperar y falleci贸 a los dos meses. "Estos tipos no trepidaban en nada. A mi padre le pusieron esa bomba para intimidarlo. Y el 24 de diciembre de 1975, lo detuvieron por el cargo: 'portaci贸n de hijo montonero'. Estuvo preso un a帽o, reci茅n sali贸 en libertad en marzo o abril de 1977", relat贸 Pedraza.
Fue all铆 cuando el llanto lo quebr贸. El silencio se hizo interminable. "驴Quiere que pasemos a un cuarto intermedio para que pueda continuar?", le propuso el presidente del Tribunal, Roberto L贸pez Arango. Pedraza se disculp贸: "No, es un minuto". Una auxiliar le acerc贸 un pa帽uelo y una botella de agua, mientras las c谩maras de TV denunciaban una risita burlona de Brusa y la reacci贸n de Ramos: "隆No, par谩, par谩!", lo fren贸 el ex oficial de Inteligencia.
En las salas de torturas en la Guardia de Infanter铆a y en el centro clandestino , Pedraza dijo que identific贸 a dos interrogadores. Uno con voz gruesa y otro m谩s joven. El tiempo y la posibilidad de atar cabos sueltos le pusieron nombres y apellidos a esos registros de la memoria. "El de la voz gruesa era Nicol谩s Correa. El otro, Eduardo Ramos", los identific贸.
En su relato, Pedraza mencion贸 dos veces a Correa, un experto de inteligencia del Ej茅rcito que estuvo imputado en la causa por delitos de lesa humanidad hasta su fallecimiento, en 2007. "Correa el jefe de la patota", como llam贸 al grupo de tareas. "Lleg贸 a ser el segundo de la Subsecretar铆a de Seguridad P煤blica en el primer gobierno de Jorge Obeid (1996 1999) y en ese cargo se recib铆a a los jefes policiales de la provincia. Ellos conoc铆an a Correa, sab铆an qui茅n era. Nosotros no lo conoc铆amos, pero era el jefe de la patota".
Despu茅s, ante una pregunta del fiscal Mart铆n Su谩rez Faisal, Pedraza dijo que Corea era "el jefe operativo del Destacamento de Inteligencia Militar 122. Hab铆a pasado a retiro, pero en marzo de 1975 lo reincorporaron a la actividad. Era el cerebro, el ten铆a pleno conocimiento de la organizaci贸n Montoneros", se帽al贸.
Pedraza ubic贸 su martirio en contexto. A fines de 1975 record贸 el poder militar ya se hab铆a superpuesto al gobierno civil. La ola represiva signific贸 la desaparici贸n de 20 personas en Santa Fe y mencion贸 dos masacres. La ca铆da de la plaza de las Banderas, una cita nacional de Montoneros el 16, 17 y 18 de febrero de 1976, en la que cayeron siete militantes: Carlos Livi茅res Bank, Ra煤l Ameri, el m茅dico Daniel Angerosa, Enrique Guastavino (hermano del ex vicegobernador de Entre R铆os), Elena De Leonardi y dos jovenes de 19 a帽os: Orlando Finsterwald y Antonio Inocencio R铆os. Y el crimen del camino de Las Moras, cerca de Coronda, donde asesinaron a cuatro mujeres, tres de ellas ya identificadas: Olga Teresita S谩nchez, Graciela Siryi y Mar铆a Cristina Mattioli. "El terrorismo de estado comenz贸 antes del golpe del 24 de marzo", concluy贸 Pedraza.
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