Desde Santa Fe
Describió la escena como si fuera una trama de terror. Era el otoño de 1977, en una habitación de la comisarÃa 4ª. En un rincón, el sumariante del Juzgado Federal escribÃa a máquina, pero no lo veÃa porque el hombre estaba de espaldas y de cara a la pared. Le sacaron la venda de los ojos y lo sentaron en una silla. Después, apareció Victor Brusa, que comenzó a darle vueltas a su alrededor ("iba y venÃa", dijo). Recordó que Brusa le mostró un papel: era la declaración que los torturadores de "La Casita" un centro clandestino de detención en las afueras de Santo Tomé le habÃan arrancado a punta de picana. Los tormentos lo habÃan postrado. "Me costaba caminar, me arrastraba, no controlaba esfÃnteres. Hubo mucho ensañamiento". Y se lo dijo a Brusa, pero éste reaccionó con burla: "No hay torturas en la Argentina. Y si querés saber lo que son, te llevo a la piecita de al lado", le contestó.
Carlos Chiaruli, un ex militante polÃtico detenido en abril de 1977 en Esperanza, relató ante el Tribunal Oral Federal que juzga a Brusa y a otros cinco policÃas represores, aquel encuentro con el ex juez federal de Santa Fe, en la seccional 4ª.
Brusa es juzgado por "apremios ilegales" en ocho casos. Lo denunciaron Anatilde Bugna, Stella Vallejos, Ana MarÃa Cámara, los esposos Daniel GarcÃa y Alba Sánchez, Roberto Cepeda, José Schulman y Mariano Millán, que son querellantes o testigos. Schulman y Millán ya declararon en el juicio, Cepeda lo hará el miércoles próximo; Bugna, Vallejos y Cámara el lunes 19 y los GarcÃa el 3 de noviembre.
Pero el debate oral ya sumó dos denuncias más contra Brusa. La de Chiaruli esta semana y la de un ex delegado de UPCN, Francisco Klaric, que también acusó al ex juez federal cuando declaró en el primer dÃa de audiencias, el 14 de setiembre. "Un dÃa me interrogó en la cárcel de Coronda. Yo estaba esposado en una silla y él me daba vueltas alrededor con un cinto, golpéndose la mano. Brusa se desenvolvÃa como un hombre poderoso, un semidios", recordó Klaric.
El Tribunal deberá resolver entonces sobre estas denuncias de Chiaruli y Klaric. Hasta ahora, los fiscales MartÃn Suárez Faisal y José Ignacio Candioti han pedido que se envÃe al juez federal Reinaldo RodrÃguez dos declaraciones: la indagatoria al ex coordinador del Area 212, Juan Calixto Perizzotti, que involucró al ex subjefe del Destacamento de Inteligencia 122, teniente coronel Jorge Roberto Diab en la entrega de diez militantes de la Juventud Peronista que estaba secuestradas en "La Casita". Y el testimonio de Cecilia Mazzetti, que reconoció a otro oficial de Inteligencia, el teniente coronel Domingo Morales, como uno de sus torturadores en la comisarÃa 4ª.
Entonces, ahora habrá que ver si el Ministerio Público o las querellas plantean la apertura de nuevas causas o esperan los alegatos para solicitar "en ese momento que se investiguen las denuncias que hubieran sumado en los cuatro meses del juicio.
Chiaruli declaró ante el Tribunal el miércoles pasado, a la tarde. Un grupo de tareas los secuestró en abril de 1977, en Esperanza, y lo llevó a "La Casita", donde estuvo varios dÃas y padeció "todo tipo de tormentos", dijo. Describió el centro clandestino como una casa con varias habitaciones y "un garage, por donde entramos". A él lo trasladaron en el "baúl de un auto, vendado y maniatado".
"Me bajaron y en el mismo garaje estaba la parilla: una cama de tortura, donde fui sometido con picana. HabÃa otras habitaciones, donde otros compañeros y compañeras eran torturados. Me interrogó un señor de voz pausada que hacÃa preguntas muy concretas sobre dos años atrás. Hubo mucho ensañamiento. CreÃan que yo tenÃa información, asà me sacaban y me volvÃan a torturar. Y en el medio, golpes de puño, que me dejaron disminuida la audición de un oÃdo".
Chiaruli dijo que la capucha le impedió ver el lugar donde estaba, pero escuchó los gritos del terror. "En la habitación de al lado habÃa mujeres, escuché sus gritos y sus llantos", dijo. Y también el sonido de una máquina de escribir. "Hubo amenazas con armas, me gatillaron", relató.
Un dÃa lo volvieron a trasladar en el baul de un auto, junto a otro compañero, Mariano Millán, que declaró en el juicio el martes pasado. Los llevaron a los dos a la comisarÃa 4ª. A Chiaruli lo dejan en una celda con un preso común, "un informante" "lo definió que no dejaba de interrogarlo. "Yo tenÃa graves problemas de movilidad, no controlaba esfÃnteres. HabÃa quedado dañado por el ensañamiento. Me costaba caminar, me arrastraba. Y este hombre me seguÃa interrogando". A los dos dÃas, pasó a otra celda que "miraba al patio", desde donde pudo reconocer a otros detenidos: (Pablo AnÃbal) Pacheco, (Luis Eduardo) Baffico y Millán
"Después de unos dÃas se presentó Brusa. Y me tomó declaración. Me mostró un papel que habÃa firmado. Entonces, yo le dije que a esa declaración (en La Casita) me la habÃan sacado por apremios ilegales. El me contestó: "No hay apremios ilegales en la Argentina. Y si querés saber lo que son, te llevo a la piecita de al lado". Yo no firmé otra declaración", afirmó Chiaruli.
¿Esta persona se presento como Brusa?- le preguntó el presidente del Tribunal.
No se presentó. Para mi era el secretario del juez (Fernando Mántaras ya fallecido).
¿Estaba solo?
No. Lo acompañó un escribiente que estaba en una esquina. Yo estaba sentado y Brusa de pie, que iba y venÃa- contestó Chiaruli.
¿Brusa le hacÃa preguntas?- quiso saber el fiscal Suárez Faisal.
Yo no firmé nada. Lo que hubo fue una amenaza, que si no firmaba debÃa atenerme a las consecuencias. Con el tiempo me enteré que también estuvo en (la cárcel de) Coronda, interrogando a otra gente, pero a mi no me llamaron.
¿Sabe si después se hizo una investigación a raÃz de los apremios? -insistió Suárez Faisal.
No, al contrario, recibà como respuesta no sólo burlas, sino una amenaza, que si yo querÃa apremios por parte de él, que no tenÃa problemas.
El abogado querellante Horacio Coutaz le preguntó entonces si podÃa describir al sumariante del Juzgado que estaba con Brusa. "¿Cómo era la persona que escribÃa a maquina?"
No lo recuerdo.
¿TenÃa alguna participación?
No, el que hablaba era Brusa- concluyó Chiaruli.
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