La escritora Alicia Barberis declaró ayer en el juicio a los represores santafesinos que vio una camioneta Vitara blanca a metros de una quinta de Villa California, en San José del Rincón, a principios de 2005, poco después de que dos querellantes, Daniel GarcÃa y Alba Sánchez, señalaran esa casa como un centro clandestino de la dictadura ("El Borgia"), donde estuvieron secuestrados cinco meses, desde diciembre de 1977 hasta mayo de 1978, junto a una compañera de militancia, Andrea Trincheri ("La Tana"). "Vi esa camioneta en la esquina de esa casa, una o dos veces, como si estuviera de custodia", dijo Barberis. Los GarcÃa denunciaron el chupadero ante la justicia en noviembre de 2004 y a partir de allà comenzó una escalada de intimidaciones y amenazas: el mismo dÃa que hicieron la denuncia ante el juez federal Reinaldo RodrÃguez, una Vitara blanca rondó por las inmediaciones de su casa y sacó fotografÃas. Al mes siguiente, participaron de un reconocimiento del lugar y a la semana, en enero de 2005, uno de sus hijos fue vÃctima de una encerrona en la calle, cuando un hombre lo agarró por el cuello, le puso una pistola en la cabeza. Y después se fue en una Vitara blanca.
La quinta que los GarcÃa señalan como un centro clandestino de detención era de propiedad del abogado Jorge Ayala Bergero, que falleció el 22 de julio último. El lunes, declararon su viuda MarÃa Esther Funes y su ex socio y contador Mario Rostagno, que era copropietario de la casa durante la dictadura y ayer lo hicieron, su hermano Juan Carlos Ayala, su cuñada MarÃa Elena Lorenzatto y su hija mayor, Sanyal Ayala Bergero, abogada como su padre. Todos negaron que la quinta hubiera sido ocupada por personas ajenas a la familia hasta 1984, cuando la cedieron en alquiler a distintos inquilinos. Entre las pruebas que ofrecieron, hay varias fotografÃas familiares, pero ninguna corresponde al perÃodo que se investiga en el juicio: desde el 6 de diciembre de 1977 hasta el 25 de mayo de 1978, cuando GarcÃa y Sánchez aseguran haber estado secuestrados en esa casa junto con Trincheri. "La Tana" confirmó el relato del matrimonio: estuvieron juntos en el centro clandestino, pero no identificó el lugar porque era oriunda de La Plata y estaba refugiada en Santa Fe, precisamente, en la casa de los GarcÃa.
Barberis alquiló la casa entre 1993 y 1997. Hoy vive a pocas cuadras, asà que suele pasar por el lugar, donde después de la denuncia de los GarcÃa le llamó la atención la camioneta Vitara blanca. "¿Esa casa tenÃa custodia?", le preguntó el abogado querellante Horacio Coutaz. "En 2005, cuando todo esto salió a la luz, vi en la esquina una Vitara blanca, como si estuviera en custodia", dijo.
¿Cuántas veces la vio? insistió el presidente del Tribunal, Roberto López Arango.
Una o dos veces dijo Barberis.
La escritora relató que alquiló la casa con algunos muebles, entre ellos "una mesa enorme, pesada" (uno de los GarcÃa relató en el juicio que habÃa sido encapuchado y atado a una "mesa pesada"). Y señaló que en el patio habÃa "un portamacetas que era un cepo de torturas" que despertaba la curiosidad de sus visitantes. "Cuando venÃan mis amigos me preguntaban: '¿por qué tenés eso asÃ? Y yo le contestaba que eso era del dueño", dijo. Otro hecho que le llamó la atención era la seguridad de la casa.
En 1994, al año siguiente de ir a vivir a esa casa, Barberis escribió una novela sobre la represión ilegal (Cruzar la noche), "sin saber la trama que rodeaba a la propiedad", recordó. Y la semana pasada, en la feria del libro de Santa Fe, presentó su última novela: La casa M.
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