
Una menor fue secuestrada por una red que la obligó a prostituirse durante dos meses y medio, y en la madrugada de ayer fue rescatada. Su testimonio resulta escalofriante. EstefanÃa R. se llama la vÃctima, que accedió a hablar en exclusiva con Rosario/12. Hija de un ex combatiente de Malvinas y oriunda de Posadas (Misiones), la joven estaba visitando a su novio en la Patagonia cuando decidió buscar trabajo por Internet. Subió su curriculum a la red y rápidamente obtuvo una oferta para trabajar como mucama en el un hotel de la ciudad de Córdoba. Pero todo era un engaño. Tan pronto pisó la estación de ómnibus sus supuestos patrones la obligaron a subirse a un vehÃculo y tras abusar sexualmente de ella la internaron en un prostÃbulo de Marcos Juárez, al lÃmite con Santa Fe. Pasó por distintas localidades hasta que el escuadrón de GendarmerÃa Rosario-Victoria la encontró en el prostÃbulo El Clásico, de Las Rosas. "Me obligaban a atender hasta diez tipos por noche, habÃa muchos policÃas", narró la joven entre sollozos. La pareja que es propietaria del lugar quedó detenida y hay otras dos personas prófugas.
EstefanÃa es morocha, de ojos marrones, cabello largo y sonrisa joven. Tiene apenas 18 años y acaba de ser liberada de una red de trata de personas que la mantuvo cautiva. "Cuando anoche llegó GendarmerÃa y escuché mi nombre no lo podÃa creer. Estaba contenta, querÃa volver a casa a abrazar a mi familia", contó.
La connivencia del poder polÃtico y policial de las distintas localidades por las que fue pasando está implÃcita en el relato de la vÃctima. Estuvo en cuatro pueblos y en todos la realidad fue la misma: los abusos se repitieron noche tras noche sin que nadie le tendiera una mano.
Todo comenzó el lunes 14 de septiembre, cuando llegó a Córdoba con la ilusión del primer empleo tras finalizar la escuela secundaria: "HabÃa dos tipos de unos 30 años esperándome -recordó . Pusieron las valijas en un auto color plateado y me pidieron que les entregara toda mi documentación, mi celular, todo. Yo pregunté por qué, si eso lo tengo que tener yo. Y uno me respondió: porque no vas a trabajar en un hotel, ahora vas a ver. Yo no sabÃa que hacer".
Según explicó el Jefe del Escuadrón de GendarmerÃa Rosario-Victoria, el individuo que la secuestró y la obligó a prostituirse en distintas localidades del interior de Córdoba y Santa Fe serÃa Nicolás Valliani, de 28 años. Un hombre de nacionalidad italiana, radicado en Las Rosas, que está prófugo.
EstefanÃa R. relató cómo vivió los primeros dÃas del tormento: "En ese auto me llevaron a Marcos Juárez, donde estuve tres dÃas. Me decÃan que tenÃa que trabajar pero yo no querÃa (se queda en silencio). Entonces me pegaron y abusaron de mÃ. Tuve que trabajar. En ese lugar habÃa ocho o nueve chicas, pero todas eran más grandes que yo y por lo que supe no estaban obligadas. Por esos dÃas hubo un allanamiento pero el tipo pagó y no se supo nada".
El relato sigue: "Después de ahà me llevaron a Amstrong, donde estuve una semana. Me iban trasladando de un lugar a otro para que no me descubrieran. De ahà pasamos a Sastre, en Santa Fe, donde me llevaban todas las noches a distintos boliches con diferentes dueños. Ahà sà estuve con chicas de mi misma edad, pero casi no hablábamos porque todas tenÃamos miedo. Un dÃa me animé y le conté al encargado de un local lo que me pasaba, le pedà ayuda. Pero el tipo después llamó al que me llevaba y le dijo que yo habÃa soltado todo, que me sacara de ese lugar porque él no querÃa problemas. Ya habÃa estado más de un mes en ese pueblo. Por noche atendÃa a cinco o diez tipos, muchos eran policÃas".
Esa fue la única puerta que intentó abrir EstefanÃa. A esa altura estaba desesperada. PodÃa hablar con su familia y con su novio de vez en cuando, pero siempre con el proxeneta custodiándola y obligándola a mentir. "Cada vez que querÃa decirles algo, me quitaba el teléfono y me pegaba", recordó. De todas formas, su novio habÃa tomado nota de que algo extraño sucedÃa y radicó una denuncia en una comisarÃa de Comodoro Rivadavia pidiendo que investiguen.
Tras el pedido de auxilio en Sastre, la represalia contra la joven fue mayor. "Cuando él supo que yo habÃa hablado me golpeó fuerte y me dijo que si volvÃa a hablar me iba a reventar toda, que iba a sufrir las consecuencias. El tipo no estaba sólo, viajábamos con la mujer de él", describió.
Huyendo de ahÃ, llegaron a Las Rosas, donde Valliani la encerró en El Clásico, un prostÃbulo que según cuenta EstefanÃa, era frecuentado muy a menudo por policÃas de alto rango que la sometieron sexualmente. "Estuve varias semanas con otras cinco mujeres. Ellas trataban de preguntarme, de ayudarme, pero yo tenÃa miedo de que me mataran asà que mentÃa, decÃa que él (por el proxeneta) era mi pareja, que yo tenÃa que hacer ese trabajo por necesidad, disimulaba, inventaba cosas para que ellas no supieran", cuenta mientras se despinta las uñas con la yema de los dedos visiblemente angustiada.
La pareja propietaria de El Clásico fue detenida durante el procedimiento de GendarmerÃa, a cargo del Jefe de Escuadrón Dardo Herrera. Se trata de Stella Maris Aguirre y su esposo Ernesto Omar Llanes, ambos residentes de Las Rosas. En tanto, el proxeneta Valliani y su concubina que aún no fue identificada siguen siendo intensamente buscados por la policÃa.
La joven resume los últimos dos meses y medio en dos palabras: "Un infierno". Su paso por centros de explotación sexual le dejó una huella indeleble y la seguridad de que en este negocio hay demasiados intereses en juego. "No estoy tranquila porque él tiene cómplices, tiene gente alrededor que lo protege", aseguró. Y dejó una reflexión que tal vez sirva de advertencia: "Les digo a otras chicas que buscan trabajo que se fijen bien, que revisen los datos y no vayan solas".
Durante los próximos meses estará asistida por un equipo interdisciplinario compuesto por dos psicólogas y una asistente social pertenecientes a la Oficina de Protección a las VÃctimas, que depende del Ministerio de Justicia de la Nación.
La trata de personas es la tercera actividad ilÃcita más lucrativa en el mundo. Afecta a unos dos millones de personas cuyas vidas nunca vuelven a ser las mismas y en la mayorÃa de los casos quedan atrapadas bajos esas redes delictivas, sin poder recuperar su identidad.
Pero más allá de las estadÃsticas y los procedimientos, está ella, una adolescente desgarrada en el silencio de una oficina pública. En su rostro de dolor y de espanto, se replican miles de otros rostros que no podemos ver.
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