Desde Santa Fe
El Tribunal Oral Federal de Santa Fe concedió la prisión domiciliaria al comisario jubilado Roberto MartÃnez Dorr ("Morrongo"), que estaba preso por delitos de lesa humanidad en la cárcel de Las Flores desde hace dos años, a la espera del juicio oral y público, que ahora aguardará en su casa. MartÃnez Dorr está procesado por la "privación ilegal de la libertad" y "tormentos" del ex militante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), Froilán Aguirre, a quien un grupo de tareas secuestró en setiembre de 1976 en el hospital Iturraspe, donde también cayó su compañero Juan Alberto Osuna, que luego apareció muerto en un enfrentamiento fraguado en Paraná.
En una resolución que firman los jueces MarÃa Ivón Vella y José MarÃa Escobar Cello, el Tribunal dispuso la prisión domiciliaria de MartÃnez Dorr por una dolencia que le afecta la vista, según informes médicos que se completaron esta semana. "Analizadas las circunstancias del caso, surge que en menos de un mes, la agudeza visual del imputado ha disminuido de un 40 a un 20 por ciento en el ojo derecho y al 30 por ciento en el ojo izquierdo", un "cuadro que le afecta el desarrollo de su vida cotidiana normal".
"Resulta indudable que la patologÃa que presenta el imputado se agravó sensiblemente, al punto de encontrarse a escaso margen de llegar a la ceguera legal".
Por lo tanto, el Tribunal resolvió morigerar las condiciones de detención de MartÃnez Dorr al considerar que "la dolencia que padece se asimila a una discapacidad" y "su permanencia en la cárcel significarÃa" someterlo a un trato "indigno, inhumano o cruel", explicó. Y citó un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que ha dicho que "una de las obligaciones que ineludiblemente debe asumir el Estado en su posición de garante, con el objetivo de proteger y garantizar el derecho a la vida y a la integridad personal de las personas privadas de su libertad es la de procurarle a éstas las condiciones mÃnimas compatibles con su dignidad mientras permanecen en los centros de detención"", agregó.
En un primer momento, el Tribunal habÃa denegado a MartÃnez Dorr el arresto domiciliario, pero la defensa recurrió a la Cámara Nacional de Casación Penal, que revocó el fallo de los jueces santafesinos.
La Cámara de Casación Penal ya habÃa ordenado la excarcelación de siete represores de la provincia, entre ellos cuatro militares imputados en una megacausa que investiga la justicia federal de Santa Fe: los tenientes coroneles Jorge Roberto Diab y Domingo Morales (que operaron como subjefe y oficial de operaciones del Destacamento de Inteligencia Militar 122), el general Carlos Alberto Settel y el suboficial Mario Carmelo Ferger. Diab está procesado por 46 homicidios y Morales por 16, mientras que a Settel y Ferger se los acusa por la desaparición y el asesinato de dos soldados conscriptos: Edgardo Ferreyra y Roberto Daniel Suárez, en 1977.
MartÃnez Dorr fue denunciado por Froilán Aguirre como uno de los represores que lo sometió a una feroz paliza en la comisarÃa 1ª por un graffiti que escribió en la pared de un calabozo. Por entonces era un estudiante secundario que militaba en la UES, cuando lo secuestraron el 8 de setiembre de 1976, lo torturaron en un centro clandestino en San José del Rincón y después lo llevaron a la seccional 1ª. "Estuve encapuchado y esposado durante 29 dÃas", dijo cuando declaró en el juicio al ex juez VÃctor Brusa, en noviembre del año pasado.
Un dÃa, Aguirre dibujó una estrella de de ocho puntas con sus iniciales: "FA", la fecha de la caÃda: "8/9/76" y una firma: "Montos". "Cuando se dieron cuenta entró al calabozo un oficial al que le decÃan 'Morrongo' y después me enteré que era MartÃnez Dorr que me dio una paliza descomunal. Me preguntaba: '¿Asà que sos monto?' Me azotó la cabeza contra la pared veinte veces. Me saltó arriba del cuerpo y con un manojo de llaves me golpeaba en los testÃculos. Uno de los detenidos que estaba ahà sufrió un ataque de vómitos por la forma en que me habÃan pegado", dijo Froilán, que logró "reconocer la fisonomÃa" de su torturador, MartÃnez Dorr.
Tiempo después, lo trasladaron a la Guardia de InfanterÃa Reforzada, donde un capitán del Ejército de apellido Cerini lo interrogó sobre su situación y le preguntó sobre el compañero de militancia que habÃa caÃdo con él. Le dijo que no sabÃa su nombre. "No te hagas el pelotudo porque ese tipo está un metro 80 bajo tierra", le contestó Cerini. La respuesta del militar le confirmó que habÃan matado a su compañero en la sala de torturas en el chupadero de Rincón. Y con el tiempo se enteró que se llamaba Juan Alberto Osuna y que su cuerpo apareció en un enfrentamiento fraguado en Paraná, conocido como la masacre de La Tapera.
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