Desde Santa Fe.
El juicio por la megacausa reveló cómo operaba la División de Medicina Legal de la PolicÃa de la provincia durante el terrorismo de estado. Dos médicos del área dijeron que examinaban los cuerpos de los asesinados en operativos militares "en el lugar de los hechos" y uno, llegó a decir que los cadáveres no podÃan "ser trasladados" hasta después del peritaje porque se "adulteran las pruebas". Ambos reconocieron cinco informes que firmaron en setiembre de 1976 por el homicidio de otros tantos militantes montoneros -entre ellos una jovencita de 16 años y su hermano de 19-, que ubicaron el examen médico, no donde habÃan dicho los testigos, sino en la "morgue del Hospital Piloto". La contradicción fue salvada con una referencia a un tercero: los dos explicaron que los "encabezamientos" no lo escribÃan ellos, sino un empleado de su oficina al que no identificaron.
Los médicos Marcelo Kiverling y Héctor Rubén de Azcuénaga declararon el viernes como testigos. En este tramo del juicio, se juzga una cadena de masacres en setiembre de 1976. El 6, cayeron Luis Alberto Vuistaz y Miguel Angel Fonseca (de 19 años). El 8, Rolando Evaristo Oviedo. El 13, Ana MarÃa Fonseca y Roque Antonio Bernal. El 21, Carlos Alberto Belmon. Y el 23, Horacio Ferraza. Vuistaz, Oviedo y Ferranza fueron inhumados como NN y sus restos recién pudieron ser identificados y recuperados por sus familias 23 años después, en 1999.
Kiverling firmó los informes médicos de Vuistaz, Fonseca y Oviedo. Y Azcúenaga, los de Bernal y Ana MarÃa Fonseca, una jovencita de 16 años que sólo tenÃa una herida de bala en la parte posterior de la cabeza. Le dispararon con un "arma de grueso calibre" que le provocó una "lesión gravÃsima" y la "muerte inmediata", dice el documento.
Ante una pregunta de la fiscal Natalia PalacÃn, Kiverling dijo que él "concurrÃa al lugar del hecho donde estaba el fallecido, ponÃa en el informe las lesiones y la causa de la muerte y firmaba el certificado de defunción".
--¿En el lugar del hecho o en el hospital? --insistió la fiscal.
--Yo lo examinaba donde estaba internado o en la morgue --se corrigió Kiverling. Y unos minutos después, ante otra pregunta de la abogada querellante Lucila Puyol, llegó a decir que "no estábamos en el procedimiento. Era raro que nos llamaran para ver el fallecido en el lugar".
Ni Kiverling ni Azcuénaga recordaban los operativos, pero si reconocieron el contenido de sus informes. "La firma y la letra es mÃa. Lo que no reconozco es el encabezamiento que fue hecho por otra persona", dijo Kiverling.
--¿Y si habÃa otra herida, la hubiera marcado en el esquema? --le preguntó el presidente del Tribunal, Ricardo Vásquez.
--Tratábamos de poner todo --respondió.
Vásquez quiso saber entonces por qué Kiverling habÃa puesto que Vuistaz y Fonseca tenÃan heridas de bala de 9 mm y Oviedo de 38 mm. Era "cálculo" aproximado, "para ayudar al juez", justificó el testigo.
--Usted dijo que iban a los lugares de los hechos. ¿Recuerda haber visto armas? --le planteó un abogado defensor.
--No recuerdo --contestó.
Los dos médicos coincidieron que los datos de los informes se volcaban en un "libro mayor" de la División de Sanidad (como se llamaba en la época), que operaba en la planta alta de la comisarÃa 1ª, en el microcentro.
Azcuénaga ratificó que él examinó los cuerpos "en el lugar del hecho" y no en la morgue, como figura en los papeles. "El médico elabora el informe del cadáver en el lugar del hecho".
--¿Siempre iban al lugar del hecho? --volvió a preguntar Puyol
--Si, salvo que el cadáver fuera llevado a la morgue. Un cadáver no puede ser trasladado porque se adultera la prueba --dijo. Y explicó que al informe de la muerte de Ana MarÃa Fonseca lo habÃa pedido el Comando Radioeléctrico y el de Bernal, el Area 212. "¿Quiere saber qué era el Area 212?", sorprendió el médico.
--Sà --le contestó Puyol.
--Un lugar de la PolicÃa en la Guardia de InfanterÃa Reforzada (GIR) que dependÃa del Ejército. "Lo que me llama la atención de estos informes -siguió Azcuénaga- es que no está el acta de ratificación que debe hacer la policÃa y firmar el médico. "¿Dónde está? DeberÃan preguntarle al Comando Radioeléctrico o al Area 212".
Al final, le preguntaron si recordaba otros operativos y relató que en uno de ellos planteó que los cuerpos debÃan ser identificados con huellas dactilares. "Un teniente del Ejército me dijo que no, se fue y no vino más", comentó Azcuénaga.
--¿Recuerda quién era?
--No, porque ellos tampoco se identificaban --concluyó el médico.
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