Desde Santa Fe.
Jorge Giorgetti es sobreviviente de la masacre de Ituzaingó y Las Heras. El 19 de enero de 1977 a la siesta estaba con su esposa y su hijo de ocho meses en su departamento del último piso, el 3º H, cuando el Ejército lanzó un ataque masivo contra el edificio para exterminar a la cúpula de Montoneros. Fueron tres horas bajo fuego de fusiles y metralla. "Una cosa dantesca", la describió. Nunca antes lo habÃan llamado a dar testimonio en la justicia hasta el viernes, cuando declaró como testigo de cargo ante el Tribunal Oral de Santa Fe en el juicio por la megacausa al terrorismo de estado. El blanco era un departamento del primer piso, pero Giorgetti dijo que los seis balcones de la esquina fueron baleados "por las dudas". "Si yo estaba tomando sol, no estarÃa acá", le dijo a los jueces. Contó no menos de siete explosiones de granada. Pudo ver el cuerpo de una vecina del primer piso, Elina Carlen, a quien un proyectil de las fuerzas de asalto le destrozó el cuello. Reconoció por fotos a dos de los montoneros caÃdos: Osvaldo Pascual Ziccardi e Ileana Gómez, pero no pudo identificar a los otros dos: Carlos Frigerio y Jorge Piotti -a pesar de que a éste lo conocÃa- porque estaban desfigurados. Explicó que a Carlen la vio sobre un sillón y a Ziccardi en el palier del segundo piso y después los vecinos le contaron que Piotti y su pareja habÃan salido a la calle desarmados y los fusilaron; ella cayó en la vereda de enfrente y él a unos 70 metros al oeste, sobre Ituzaingó. "Creo que salieron para que no mataran a sus hijos", interpretó. Los chicos eran Mariano de un año y Jorgito de un mes, que se salvaron en un placard. Giorgetti vivió unos meses más en el 3º H hasta que se mudó. "La sangre derramada no la podÃamos sacar y cada vez que subÃa era un tormento", afirmó.
Giorgetti no sabÃa que Piotti y la compañera eran montoneros. Los conoció por la vecindad. Ellos habÃan llegado al departamento del primer piso un año después que él, en 1976. Y tenÃan una relación amigable, de buenos vecinos. Recordó que hasta compartieron un dorado a la parrilla en la terraza. Y en los últimos dÃas del embarazo de Ileana, cada noche pasaba por el departamento de su tocayo y le dejaba las llaves de su auto, un Fiat 128 que dormÃa en la calle. "Era por si se anticipaba el parto y tenÃan que ir al sanatorio", dijo.
-¿Recuerda haber visto a otras personas en el departamento de los Piotti? -le preguntó el fiscal MartÃn Suárez Faisal.
-No. Ellos vivÃan con el nene (Mariano) y esperaban a Jorgito -contestó. "La Negra salÃa a hacer las compras antes del mediodÃa. Charlamos bastante la noche del dorado a la parrilla" -respondió.
El dÃa del asalto escuchó ruidos. "ParecÃa alguien que andaba por la escalera. Eran ruidos sin voces, de personas que se movÃan. Nerviosos, extraños. No encuentro palabras para explicarlos", relató. Y después se produjo un silencio y se interrumpió el paso de vehÃculos. "Se ve que ya habÃan cercado la zona".
El ataque comenzó alrededor de las dos de la tarde. "Escuchamos una balacera en distintas direcciones", recordó Giorgetti. Logró asomarse por la ventana que daba a Las Heras y en un balcón de enfrente -que está a la misma altura del tercer piso- vio una ametralladora de 20 mm. montada sobre un trÃpode. Y luego descubrió que en el filo de la terraza sobresalÃa el caño de un FAL de otro represor que disparaba hacia el primer piso. "Creo que no veÃa el objetivo, pero tiraba hacia abajo, al bulto".
El edificio tiene seis balcones, tres en la vereda de Ituzaingó y tres por Las Heras. "Balearon los seis, le tiraron tres tiros a cada balcón por las dudas, por si alguien estuviera agazapado. Si hubiera estado tomando sol, no estarÃa hoy acá", dijo.
Los Giorgetti se protegieron en la cocina, debajo de la mesa. El colocó un colchón en la pared del oeste, por donde se escuchaba el grueso de los disparos. "Siguió el tiroteo durante 45 minutos". Hasta que empezó a escuchar voces en la escalera.
-¿Cuánto tiempo duró el ataque? -insistió Suárez Faisal.
-Unas tres horas -respondió Giorgetti. "En la mitad, tocaron el portero y un hombre me preguntó: '¿Giorgetti está ah�'
-Si, quiero salir -le contestó él.
-Si salÃs ahora, sos hombre muerto. ¡Quedate ahÃ! -fue la orden. El departamento ya no tenÃa agua.
Al rato vuelven a llamarlo por el portero eléctrico. Era el mismo militar. "El que te llamó antes. Ahora subimos", le dijo.
-No te voy a abrir -le respondió Giorgetti.
-Ya tenemos la situación controlada...
Al rato, Giorgetti le abrió la puerta y el sujeto ingresó dos pasos en el living. "Era un hombre joven, de tez mate, de civil, sin armas, que me invitó a que bajara". Después recordó que vestÃa vaquero y una remera azul. El rostro le quedó grabado en la memoria, asà que "si me muestran un foto podrÃa reconocerlo" -aclaró-. "Le pedà diez minutos, juntamos unas pocas cosas y bajamos. ¿Puedo cerrar?, le preguntó el testigo.
-Si, y te llevás la llave.
En el segundo piso, Giorgetti dijo que vio un "hombre de 35 a 30 años muerto, cruzado en el pallier". Después, cuando le mostraron las fotos, señaló el cuerpo de Ziccardi, que usaba bigotes. "HabÃa una mancha de sangre derramada". La misma que después reveló que no la podÃan sacar. Y en el primer piso, vio los dos departamentos, el de Carlen, con el cuerpo de Elina "en un sillón con un impacto en el cuello". La semana pasada, la hija de Carlen, Graciela -que estaba con ella- dijo que su mamá habÃa intentado cerrar el ventanal del este, que daba al patio interno y a la terraza copada por los represores. Allà recibió el disparo.
"HabÃa mucho desorden, sangre en el pallier. El otro departamento (el de Piotti) estaba destruido. Era una cosa dantesca", dijo. Giorgetti no se asomó más que a la puerta. Era como si una explosión lo hubiera dejado en ruinas, entre escombros y tejidos humanos. "Por el espectro de sangre que veÃa en la pared", explicó.
-¿Vio los otros cuerpos? -le preguntaron. Giorgetti dijo que no, pero que los vecinos le habÃan dicho que Piotti y su compañera salieron a la calle "sin armas", en medio del ataque. El cayó a unos 70 metros del edificio sobre Ituzaingó y ella en la vereda de enfrente "apenas terminó de pasar por detrás de mi auto que tenÃa dos balazos", recordó. Y luego ante otra pregunta de la abogada querellante Lucila Puyol interpretó que Piotti y su pareja "salieron a la calle para que no mataran a sus hijos".
Giorgetti no estaba en condiciones de manejar su Fiat. "Quedamos en un estado de shock muy fuerte. Mi señora no dejaba de llorar". Asà que los llevaron en un patrullero hasta la casa de un amigo, que los alojó unos dÃas. Salieron por calle Ituzaingó hacia Belgrano, donde "habÃa un retén del Ejército, camionetas, uniformes de combate y armas largas", explicó. "Nunca nadie me preguntó sobre este tema ni me llamó a declarar. Es la primera vez que declaro" ante un tribunal.
Después del ataque "quedé enojado" dijo Giorgetti. Antes del 19 de enero le llamó la atención "un carrito de verduras que se instaló en la esquina". Y con el tiempo llegó a la conclusión de que no era un "verdulero" sino algún buchón del Ejército. No era el único, los vecinos tampoco le habÃan dicho que otros espÃas preguntaron por los que vivÃan en el edificio de Ituzaingó y Las Heras. "Evidentemente, era agentes (encubiertos) que investigaban la zona", dijo. Volvió a los quince dÃas, y a los ocho meses se mudó. "En el segundo piso, la sangre derramada no la podÃamos sacar. Y cada vez que subÃa me acordaba de ese dÃa y era un tormento".
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