Después de varias jornadas con el agua al cuello, el presidente Mauricio Macri decidió sobrevolar las zonas inundadas del Litoral, especialmente Entre RÃos y el Norte de Santa Fe a las que declarará "zona de desastre". Al helicóptero subieron el gobernador entrerriano Gustavo Bordet, el Ministro del Interior Rogelio Frigerio, el presidente Macri y el intendente de la ciudad de Santa Fe, José Corral. Si bien habÃa cuanto menos una plaza más, en ningún momento fue ocupada por Miguel Lifschitz ni nadie que represente el gobierno de Santa fe. Si bien desde presidencia de la nación la visita fue anunciada a la provincia de Entre RÃos, no sólo por la dimensión de la catástrofe que afecta a Santa Fe -con el 85 por ciento de la cuenca lechera bajo agua- sino por las zonas avistadas, fue que en la Casa Gris no ocultaron su disgusto. Si a eso se suma la presencia de Corral, al cabo de una semana de desencuentros entre los gobiernos de la Nación y de Santa Fe, la exclusión de Lifschitz va más allá de una cuestión de protocolo y se inscribe en una disputa polÃtica que desde la provincia se intenta minimizar pero que cada vez es más evidente y que promete nuevos capÃtulos.
Además de anunciar medidas para "amortiguar el impacto" de la situación económica provocada por él mismo, el presidente Macri busca recuperar la iniciativa después de verse envuelto en el escándalo de los Panamá Papers. El contrapeso mediático de la presencia de Cristina Kirchner en tribunales, o las "novedades" entorno a la causas que involucran a personajes cercanos al gobierno anterior, parecen insuficientes para evitar una caÃda en la imagen que ya se ubica por debajo del porcentaje de votos obtenidos en el balotaje.
Sus colaboradores más cercanos están preocupados por las diferencias no sólo de gestión, sino de pensamiento dentro del gabinete, que lejos de dotarlo de mayores opciones frente los múltiples problemas que presenta la administración, los complican. No sólo en el área de economÃa, donde Alfonso Prat Gay está en "jaque perpetuo" por parte de economistas y empresarios ligados al PRO, sino en otras áreas como CancillerÃa y Medio Ambiente, donde nadie registra puntos a favor de Sergio Bergman y ya suenan nombres de posibles sucesores. La designación del rabino, sin la menor formación sobre el asunto, reveló en su momento la importancia que el gobierno le asignaba al área, razón por la cual -siguiendo esa lógica- tampoco serÃa un problema su relevo. SÃ, en cambio, provoca inquietud que el ex-ceo de Shell, Juan José Aranguren, a cargo del Ministero de EnergÃa, contradiga a su colega de EconomÃa cuando no descarta que haya más subas en la luz, tal cual se lo adelantó a 25 empresarios de primer nivel en un almuerzo el jueves en el Alvear Palace Hotel.
Otro tanto sucede en transporte, donde el dueño de la red de concesionarias VW, Guillermo Dietrich, a cargo del Ministerio de Transporte, les aconsejó a los funcionarios de la Municipalidad de Rosario que se reunieron con el, que bajen la frecuencia de los colectivos o amplÃen el perÃodo de utilidad de las unidades, pero que no hay un peso más de subsidio. Sin entrar en la discusión de la tarifa, ni de la paritaria de los colectiveros, hasta llegó a ofrecerles un "marco legal desde la nación" para que puedan pauperizar el servicio. Sobre el final del encuentro, un funcionario de la cartera -no técnico únicamente- se comprometió a llevarle el tema al presidente, evaluando el impacto social no sólo para Rosario sino para las ciudades más importantes del interior del paÃs que padecen la misma discriminación con los subsidios.
Tanto lo de Aranguren como lo de Dietrich, a los que se agregan los "halcones" de la economÃa que objetan el gradualismo de Prat Gay, son sÃntomas evidentes de la ausencia de la polÃtica en la administración nacional. Independientemente de cualquier otra consideración, Elisa Carrió entiende de qué se trata, y por eso calificó de "brutal" el ajuste tarifario y cada tanto lanza un golpe, por ahora no al mentón, contra personajes cercanos al presidente.
Macri trató de contenerla, lo logró de inmediato, pero sabe que Lilita puede volver a las suyas, y por eso convocó a Ernesto Sanz, que se fue sin que lo echen, pero volvió porque lo llamaron. Y será Sanz, con la vieja guardia radical -que últimamente se dobla antes de quebrarse- el que podrÃa dotar de polÃtica a este contingente de empresarios y gerentes que ocupan los principales despachos del gobierno de Cambiemos. Y si bien el "armado" nacional excede el "piné" del intendente de Santa Fe, José Corral es el presidente de la Unión CÃvica Radical y el aliado en la única provincia de magnitud que no controla Cambiemos. Corral está a gusto en esa posición, de oficialista a dos puntas, al menos hasta las elecciones parlamentarias del año que viene. Sobre todo, porque más allá de lo que se dice en voz baja, el socialismo ha acompañado del gobierno en el tema de los Fondos Buitre y otras cuestiones que podrÃan tener su inicio en el "voto neutro" para el balotaje con lo que ello implicaba. Se podrÃa decir que hasta ahora Corral y la UCR están donde estaban, incluido el vice gobernador Carlos Fascendini que hizo campaña por Macri para octubre.
Pero si se precipitan los acontecimientos -la UCR de Santa Fe ficha en "pares y nones" hasta ver qué pasa con ambas gestiones- es probable que Corral y compañÃa tengan que tomar una determinación. Por eso mismo, y retomando el primer párrafo de esta nota, es que en el helicóptero estaba el intendente de Santa Fe y no el Gobernador de la provincia.
Algunos dirigentes del PRO avanzan en la hipótesis de sumarlo al gabinete, lo mismo que a otros dirigentes radicales, en un recambio no muy lejano. Probablemente, en el caso de Corral, preferirÃa no tomar ese riesgo. Tiene una buena razón -más allá de la conveniencia- está en un cargo electivo y no querrÃa alejarse del territorio. Pero a esta altura, ese tipo de determinaciones no corren sólo por su cuenta, salvo la "variante Sanz" que se alejó del todo y tuvieron que llamarlo.
Si ocurre algo de esto, y sino también, el Frente Progresista deberá tomar sus propias decisiones. Los socialistas, socios mayoritarios de la coalisión, tendrán que resolver -más allá de su congreso partidario y nueva conducción que se define pasado mañana- qué van a hacer polÃticamente. Acostumbrados a ser "huérfanos" de los gobiernos nacionales, enfrentan esta vez un panorama ideológicamente contradictorio. Ya no se trata del "maltrato" de una gestión que querÃa promocionar sus polÃticas y candidatos como decÃan cuando el kirchnerismo, sino de un programa económico y una concepción del Estado en las antÃpodas del ideario socialista, al que se agrega también la legÃtima aspiración de promover a sus candidatos. Hasta ahora no se ve que la "buena voluntad" haya dado resultados favorables. Desde ya que la responsabilidad de gobierno limita el accionar de los funcionarios, pero hasta ahà no más. Sobre todo cuando está en juego la defensa de los derechos y el futuro de los santafesinos.
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