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Jueves, 12 de abril de 2007
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Balbarrey, escrachado en su casa por las inundaciones en la capital

Los manifestantes dieron a conocer un durísimo documento que exigió el juicio político al jefe comunal de Santa Fe. El escrache combinó la condena y el tono irónico de algunos jóvenes.

Por Juan Carlos Tizziani
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Un vallado policial rodeó la casa de dos plantas donde vive el intendente santafesino. "Venimos a decirle a Balbarrey que es un inundador", señalaron los manifestantes.

Unos 200 manifestantes encabezados por las Madres de Plaza de Mayo y convocados por el Colectivo Inundación ﷓que agrupa a organizaciones sociales y estudiantiles de izquierda﷓ escracharon ayer al intendente Martín Balbarrey, en su propia casa del barrio Candioti Sur y lo acusaron de ser uno de los "responsables políticos" de la inundación del 29 de marzo que dejó bajo agua al cordón oeste de la ciudad, obligó a evacuar unas 30.000 y le costó la vida a un hombre de 50 años. "Venimos a decirle a Balbarrey que es un inundador", denunciaron los manifestantes en un durísimo documento que exigió el juicio político y la remoción del intendente. El escrache incluyó una parodia: un grupo de actores repartió un "kit de emergencia" entre los evacuados para facilitar su vuelta a casa: el esqueleto de un paraguas, un zapato de mujer y un cartel que decía: 'Sálvese quien pueda'". En la esquina, quedó plantado otro cartel: "Aquí vive un inundador".

Balbarrey vive en una coqueta casa de dos plantas en Vélez Sarsfield al 3200, a metros de Ituzaingó, que ayer amaneció rodeada por una vallado metálico que protegió incluso a las linderas. Adentro del corralito, había casi 100 policías, pero otros tantos se repartieron en las inmediaciones: en patrullas urbanas, en un pelotón de la Guardia de Infantería Reforzada y a bordo de una autobomba. El barrio ya está acostumbrado a los escraches: a una cuadra y media, vive otro vecino que también fue escrachado hace cuatro años, el ex intendente Marcelo Alvarez, hoy procesado por supuesto "estrago culposo agravado por la muerte de 18 personas" en la catástrofe del río Salado, el 29 de abril de 2003. Las dos tragedias están asociadas en los grafittis que ayer quedaron pintados sobre el pavimento: "2003 ﷓2007 ¿cuántas veces más?".

Los escrachadores se concentraron a 200 metros de la casa del intendente y avanzaron sobre la calle Vélez Sársfield a un solo grito: "¡Nos llenaron de agua como en 2003, el gobierno y la gestión Balbarrey!", cantaban. "¡Borom bom bom, el intendente inundador!". Pero al llegar a la esquina de Ituzaingó apuntaron también al operativo de seguridad. En el grupo sobresalían algunos carteles como "Juicio político a Balbarrey".

La columna de manifestantes se detuvo a prudente distancia del vallado de seguridad ﷓a unos 50 metros﷓ y en ningún momento intentó acercarse a la línea policial; al contrario, se manifestó y se fue en paz. El escrache combinó la condena con el tono irónico: un jovencito se calzó una palangana en la cabeza a modo de casco, mientras sus compañeras pegaban o repartían caricaturas de Balbarrey, el gobernador Jorge Obeid y Carlos Reutemann a bordo de un "Titanik" con "k". La parodia se completó al final cuando otro grupo de disfrazados entregó el "kit de emergencia".

Una manifestante se encargó de leer el documento del escrache. "Con este acto, buscamos señalar a uno de los principales responsables políticos de la inundación. Porque este tipo (Balbarrey) va a seguir caminando por la calle como si nada. La ciudad va a seguir como si nada. Y encima, pretende ser reelecto como intendente. Buscamos condenarlo socialmente y lo hacemos ahora porque es muy posible que con la Justicia que tenemos, Balbarrey nunca sea condenado", denunció.

"Nos hablaron de un supuesto Plan de Contingencia que se activaría ante cualquier emergencia. Pero ocurrió lo que se temía: el agua empezó a anegar numerosos barrios de la ciudad, especialmente los del cordón oeste. A diferencia de 2003, el agua subió lentamente, día a día, al compás de las lluvias", recordó.

Y concluyó: "No hubo una evacuación organizada, muchos tuvieron que quedarse en los techos librados a su suerte y otros fueron enviados a centros de evacuados en condiciones tan improvisadas e inhumanas como en 2003. La comida escaseaba; la ropa, colchones y otras donaciones fueron utilizadas electoralmente y hasta robadas por punteros políticos".

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