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Lunes, 17 de diciembre de 2007
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FÚTBOL. UNA CHARLA MANO A MANO CON EL CONTROVERTIDO SECRETARIO GENERAL "CANAYA"

"Nunca le pedí algo a Central"

Milicic recuerda sus años como hincha, la relación de la policía con los clubes de la ciudad y cuenta sus proyectos

Por Alejo Diz
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Milicic, en los Tribunales el día que asumió como presidente Horacio Usandizaga

Algunos lo podrían identificar con la hinchada de Central, otros con la institución policial. La asociación queda a merced, por qué no, de la edad del lector. Por estos días, en cambio, Ricardo Milicic es sinónimo de conducción institucional, desde su nuevo lugar de secretario de Central. En la directiva que preside Horacio Usandizaga su figura es la más enigmática. Pero en este diálogo con Rosario/12 las palabras del ex jefe de policía de la provincia evaporizan mitos y desmitifica algunas de los tantos rostros urbanos construidos detrás de su personaje. "Yo vengo de la época donde la hinchada era solidaria. Nos conocíamos por compartir siempre el mismo lugar en la tribuna. Había gente de todos los barrios", describe Milicic.

-¿Y usted de qué barrio era?

-De barrio Godoy. Desde mi casa a la cancha no era fácil llegar.

-¿No era un barrio leproso?

-No, éramos todos de Central. Yo te estoy hablando de la década '60. ¿Sabés lo que era barrio Godoy en esos años? No había nada, era un gran basural. El fútbol era pasión. Nosotros éramos hinchas de la pasión.

-¿Y en su caso de dónde nació esa pasión?

-Por mi padre, que me llevó una vez a la cancha. De muy chico comencé a ir sólo a la cancha. Todavía me acuerdo de mi primer viaje a Buenos Aires. Tenía 14 años y fui a ver Chacarita-Central. Las hinchadas eran amigas así que no había problemas. Me fui Rosario Norte a tomar el tren. A veces viajábamos en los techos de los vagones. Nos movía el sentimiento por Central. Hacíamos cualquier cosa en pos de la divisa. ¡Y sin pedir nada a cambio!

-¿No medía los riesgos?

-Cuando uno es adolescente no sabe lo que son los riesgos, no le tiene miedo a nada. Cuando había lugar en los vagones íbamos con gente de la política y los periodistas, recuerdo a (Eduardo) Vera y (Juan Gerardo) Mármora. Y cuando íbamos en los techos le cantábamos al viento.

-¿Cómo era eso?

-Sentíamos pertenencia a una ciudad, por eso cantábamos. Éramos de Rosario. Y cuando llegábamos a Retiro gritábamos todos por Central y por la ciudad.

-Imagino que no la pasaban bien en Buenos Aires.

-El mayor problema era con las banderas. Nosotros teníamos que defender las banderas y bueno, lo hacíamos.

-¿Y cuál era el contacto con los dirigentes?

-Ninguno. No molestábamos a los dirigentes. Por ahí estando en la sede nos cruzábamos con algún dirigente, pero nada más.

-Es difícil pensar que se encontraban con los dirigentes de casualidad.

-¿Sabés por qué íbamos a la sede? Porque era nuestro lugar de pertenencia, el sitio donde todo era Central. Te digo más, en los viajes nosotros nos pagábamos hasta la comida. Y el que no tenía para comer también comía porque la hinchada era solidaria. Nunca le pedimos algo a los dirigentes. Yo jamás me llevé algo de Central.

-¿Ingresaban a la cancha en patota, sin pagar entrada, como ocurre ahora?

-No, había que hacer cola. Y si no había plata dábamos vueltas viendo cómo hacer. Una vez, en cancha de Independiente, salté un tapial para entrar a la cancha y me corté el tendón del dedo (levanta la mano derecha y muestra una extensa y nítida cicatriz en el meñique). ¿Sabe por qué me quedó así? Porque esperé a que pase el partido para ir a operarme.

-¿El grupo de hinchas con que se movía era la barra del club?

-No sé a qué llama usted barra. Nosotros éramos gente que se movilizaba por la pasión y que a cambio no le pedía nada al club.

-¿Y cuando va tomando distancia de la hinchada?

-En los comienzos de los '80. Cuando ingreso a la escuela de Policía de a poco me voy distanciando. Pasé a ir a la platea y luego no fui más. -¿Era socio del club?

-Usted una vez publicó que yo había dejado de ser socio de Central (levanta la cabeza y clava la mirada en el cronista). Yo le voy a decir que soy socio patrimonial de Central. En el año '63 salió una campaña donde se podía hacer socio patrimonial si se pagaba determinado dinero y mi padre lo hizo.

-¿Cuánto hay de verdad en aquello de que la "policía es de Central"?

-Es un mito armado vaya a saber por quién.

-Pero hay muchos más antecedentes de la policía reprimiendo a la hinchada de Ñuls que a la de Central.

-¿Sabe qué pasa? Central es pueblo, el 80 por ciento de la gente era de Central. Después creció un poco la hinchada de Ñuls.

-¿Qué hay de cierto en aquello de que usted en el '84, con el equipo peleando el descenso, ingresó al vestuario tras una derrota a increpar a los jugadores?

-¿Se acuerda usted de (Claudio) Scalise? (jugador de Central en aquella temporada). Vaya a preguntarle si yo amenacé a alguien. Scalise me firmó una declaración certificada antes escribano donde dejaba constancia de que yo no amenacé a él ni a nadie y me habilitaba a querellar a cualquier que dijera alguna mentira.

-¿Por aquel entonces Central ya tenía barrabrava?

- Había una barra en Central que no era comercial. Una barra que no pedía nada a cambio.

-¿Cómo es entonces que la barra fue tomando atribuciones en la entidad?

-Cuando lo dirigentes quieren perpetuarse en el poder necesitan tener más cerca a determinada gente. Comenzaron recibiendo colectivos y en un momento se preguntaron: si ellos roban por qué no nosotros.

-¿De qué forma piensa abordar esta problemática?

-Con legitimidad. Yo le pregunto: ¿Cómo fueron las elecciones del año pasado (reelección de Pablo Scarabino)? ¿Irregulares? Nosotros no necesitamos ningún tipo de connivencia con ellos y tenemos total legitimidad para marcarles hasta dónde pueden llegar. Vamos a predicar con el ejemplo.

-Pero los barras ejercen prácticas muy difíciles de disuadir.

-Nada se hace individualmente. De esto debemos ocuparnos los directivos, socios, la seguridad y la Justicia. Nosotros no tenemos vínculos con ellos ni diálogo. Al club hay que honestizarlo y pacificarlo.

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