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Sábado, 17 de diciembre de 2005
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SEBASTIAN "IRON" LUJAN EN BUSCA DE OTRO TITULO

Cuando "el boxeo es mafia"

Se calzó los guantes a los 14 años, con la imagen de Monzón como referente. "No disfruto por pegarle a mi rival", dice seguro de que "hay que tener acomodo, manager y gente que te mueva".

Por Alejo Diz
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"Iron" Luján pega con sus puños y con opiniones claras sobre la realidad de los boxeadores. "Me di cuenta con el tiempo que siempre hay águilas dando vueltas que te quieren gastar tu plata".

Al conocer la historia de Carlos Monzón, sintió el deseo de subirse al ring. Y al pisar el cuadrilátero, Sebastián "Iron" Luján encontró un lugar para "hacer plata y fama". Obsesionado en lograr un título mundial, el púgil rosarino está dispuesto a dar batalla entre las cuerdas. Ni siquiera la "mafia" que rodea al deporte de los guantes logra intimidarlo. "Quiero darle el primer título mundial al boxeo rosarino y sé que lo voy a lograr en el futuro", afirma el dueño del título latino welter OMB que esta noche buscará el cinturón latino de la AMB. "Cuando tenía 14 años escuché la historia de (Carlos) Monzón y me di cuenta que quería ser boxeador", confiesa Luján en un extenso diálogo con Rosario/12.

--¿Cómo es el mundo de este deporte?

--El boxeo es mafia, no alcanza con ir y tumbar un muñeco. Hay que tener acomodo, manager y gente que te mueva.

--Eso le quita credibilidad al deporte...

--Sí, claro. El boxeo sin los representantes no es nada y ellos sin nosotros tampoco. El manager es un mal necesario en este deporte.

--¿Por qué existe esa dependencia?

--Porque el boxeador dedica todo al entrenamiento. Nosotros no podemos tirar el centro e ir a cabecear. Vivimos en el gimnasio y el empresario en los negocios.

--¿No falta organización? En el tenis, por ejemplo, hay una asociación que organiza torneos y el jugador interviene si lo desea o clasifica. Y eso no sucede con el boxeo.

--No, claro que no. Es difícil de explicar lo que pasa en este deporte. En el box se crece a medida que vas peleando y los compromisos son cada vez más exigentes. Cuando se superan peleas vas ganando más plata, se te acercan los manager, promotores y todo esa historia que tiene el box.

--¿La plata grande se la lleva al deportista?

--Se la lleva el boxeador, lo que pasa es que el deportista ignora muchas cosas, disfruta tras tanto sacrificio y se la gasta. El empresario es más vivo, sabe administrar la plata y queda como que gana más. Los manager no ganan más dinero que los boxeadores, pasa que ellos la saben usar.

--¿No será que el boxeador no está preparado para el éxito?

--Creo que eso nos pasa por cierto desinterés y porque no todos estudian. Este deporte exige un sacrificio grande por muchos años, donde no podés salir de joda y no disfrutas de muchas cosas. Y después, cuando te viene la plata, te crees el dueño del mundo, te las gastas toda y no te das cuenta.

--Hay muchas historias de boxeadores que se vieron perjudicados por su entorno. ¿En el triunfo se corre el riesgo de ser mal rodeado?

--Es que siempre aparecen las águilas.

--¿Fuiste víctima de eso? ¿Te diste cuenta a tiempo?

--Me di cuenta con el tiempo que siempre hay águilas dando vueltas que te quieren gastar tu plata. Pero eso está en cada uno. Lo importante para estas cosas es el apoyo de la familia, y eso a mi no me falta. Mis hermanos y mi mamá están conmigo permanentemente y siempre me avivan. No me pasó nada grave, aunque tampoco agarré mucha plata ni tengo tanta fama. Pero estoy preparado para sacar volando a las águilas. La plata que hice la disfruté con mi familia, puse un gimnasio (Av. Uriburu al 2000), arreglé toda mi casa, compré un terreno y dos autos.

--¿Como es la preparación de un boxeador?

--Difícil. Yo trabajo con los preparadores físicos que me puso Ñuls, al igual que el cuerpo médico.

--¿Ñuls te banca la preparación?

--Sí, (Eduardo) López me da una mano, y eso se agrace.

--¿Por qué recurriste a López?

--Lo vi de casualidad y le dije que necesitaba un sponsor. Me dijo que me iba a ayudar y ahí arrancamos. Ya hace tres años que me apoya. Yo estoy muy ligado a Ñuls. Soy hincha, al equipo lo sigo y soy amigo de los jugadores. El Burrito (Ortega) vino al gimnasio y la pasamos de primera. Es un buen pibe.

--Son muy pocos los argentinos que ganan en el exterior. ¿Eso es casualidad?

--Es que hay mucha adrenalina y compromiso por defender los colores nacionales. Es jodido porque a veces te tiembla la pera. Yo entiendo a los deportistas, como los futbolistas, que juegan afuera por la bandera.

--Pero a diferencia de otros deportes, en el boxeo parece que hay más barreras a sortear para llegar al éxito.

--Sí, porque cuando te pegan te matan. Cuesta mucho ganar afuera.

--¿Hay alguna mano negra en eso?

--Hay mano negra, porque si no ganás por nocaut te garcan la pelea. Yo lo viví cuando pelee con el húngaro (Mihaly Thunder Kotai) en Inglaterra. Es algo inexplicable cuando se pelea por los colores argentinos.

--¿Y por dónde pasa el placer del boxeador? ¿Por una buena trompada?

--No, no pasa por una piña, pasa por comer un buen asado con amigos luego de terminar una pelea.

--¿Y dentro del ring?

--Por ganar, por bajarse con un triunfo. Yo no disfruto por pegarle a mi rival. Esto es un deporte.

--¿Alguna vez pensaste que el boxeo podía ser una salida laboral?

--Lo hice por deporte durante toda mi vida. Pero llega un momento que para seguir tenés que vivir de esto. Al ser profesional y conseguís tu primer sponsor hay que dedicarse por completo.

--¿Cuándo te diste cuenta que podías vivir del box?

--Antes de ser profesional. De chico sabía que iba a vivir de esto, que iba a ganar plata con los guantes e iba a ser famoso.

--¿Y aparecieron miedos durante la carrera?

--Miedo a ser campeón del mundo y creermela. Miedo a entrar al show que rodea a este mundo.

--¿Recurriste a un profesional?

--Al psicólogo, no niego esa ayuda. Porque no alcanza con la fuerza; hay que ser inteligente. Y me obsesiona poder ser campeón del mundo.

--¿Por qué esa ambición?

--Por todo el sacrificio que hice en diez años. Voy a volver a tener un chance mundial y sé que lo voy a lograr. No me pone nervioso pensar en eso. Me entreno para no defraudar a mi público rosarino.

--¿Recordás la primera piña que recibiste?

--No, porque nunca me tumbaron. No he tenido peleas bravas. Siento que soy el mejor y cuando subo al ring no respeto ni al campeón del mundo.

>--¿Se pelea de la manera que el público espera?

--Sí, siempre pelee para el público. La gente quiere que cuando te tocan la cara salgas a matar al rival. Y lo hago. A la gente la gusta el nocaut y la sangre.

--Se arma un gran circo detrás de un combate...

--Exactamente, y debemos prestarnos a eso. Aunque a algunos no lo hacen porque les tiemblan la pera. Y si me tengo que fajar palo y palo lo hago.

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