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Domingo, 29 de noviembre de 2009
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Ñuls puede llegar a perder lotes donde funciona su escuela de fútbol.

En defensa de la canchita

Es la escuela Malvinas, en las dos manzanas entre Vera Mujica y avenida Francia, a la altura de Zeballos y Montevideo. López nunva pagó el canon que se había acordado y ahora esos terrenos aquirieron valor comercial. El pleito en tribunales.

Por Alejo Diz
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La nueva comisión directiva mejoró las instalaciones pero olvidó el pasado administrativo.

A medida que la tierra le ganaba lugar al césped, las intimaciones de desalojo se sucedían una tras otra. Hasta que un día no quedó más verde en la Escuela de Fútbol Infantil Malvinas de Ñuls y el juicio se perdió. A Sergio Almirón, ex encargado del predio, jamás le preocupó saber bajo qué condiciones corrían los niños, menos aún se inquietó por conocer la situación legal de los terrenos pertenecientes al ferrocarril. Lo que ocurre ahora es que el nuevo organismo a cargo de la administración de los lotes heredados de los ferrocarriles por el Estado tiene fines lucrativos y detrás de las dos manzanas que la entidad rojinegra ocupa en Zeballos y Vera Mujica hay interesados privados, que urden conexiones políticas en su aspiración para canalizar un emprendimiento comercial.

La nueva dirigencia de Ñuls se abocó en los primeros meses de gestión para que el verde vuelva a crecer donde había polvo y piedras. Por estos días las canchas del fútbol infantil de Malvinas brillan por el color de su césped. Con ello se solucionó sólo el problema estructural. Más complejo de abordar será el administrativo, donde Ñuls está en grave falta ante la Justicia.

Las dos manzanas de Malvinas, entre Vera Mujica y a Av. Francia, a la altura de Zeballos y Montevideo, fueron concedidas a Ñuls por el ex Ente Nacional de Administración de Bienes Ferroviarios (Enabief). El club ocupó dicho espacio para alzar allí la Escuela de Fútbol Infantil, que gana trascendencia pública cada vez que se reconstruye la formación deportiva de las glorias rojinegras que triunfan en el fútbol extranjero. Aquel primer contrato se firmó por 18 meses, con cláusula de automática renovación, a las cuales siempre se acogió la institución.

En los últimos 11 años de gestión, Eduardo López dejó crecer el césped hasta que se hizo yuyo y sumó deudas, omitiendo saldar el canon correspondiente. El incumplimiento económico llevó la discusión al terreno judicial, trascurso en el cual a Ñuls le enviaron 207 intimaciones de desalojo, desoídas sistemáticamente por la anterior gestión.

Todo se agravó cuando la entidad perdió el juicio por desalojo, pasando Ñuls a la figura de usurpador de los terrenos. Aunque López era un compulsivo adepto a llevar cualquier diferendo al ámbito jurídico, para preservar los terrenos de Malvinas no ofreció nada de resistencia en Tribunales.

Cuando el conflicto se suscitó, dichos lotes ya estaban bajo tutela del Organismo Nacional de Administración de Bienes (Onabe), que tenía como fin facilitar a las entidades civiles sin fines de lucro los trámites pertinentes para regularizar la posesión de terrenos ferroviarios. Ñuls ingresaba en tal categoría, incluso a pesar de que en los últimos años de López ya eran muy pocos los chicos que corrían orgullos en sus canchitas de Malvinas defendiendo la rojinegra. La omnipresencia de los ex barras aventaba a los padres del predio.

Sin embargo, ahora dichos terrenos están en órbita de la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), que en vez de tener fines sociales como objetivo, el propósito del nuevo organismo es negociar los terrenos del ferrocarril que tienen valor comercial, como los de Ñuls. De hecho, un conocido empresario de la ciudad asegura ser el adjudicatario de uno de los dos lotes que están en posesión de los leprosos.

El expediente leproso descansa en el despacho de la subsecretaria de la Adif, Mariela Rocatagliata. Para peor, en el club no se encontró ninguna documentación sobre el predio, más que algunas de las advertencias legales. Con el cambio de Comisión Directiva en el club volvieron a ser miles los chicos que juegan al fútbol en Malvinas, pero para que la pelota siga rodando los dirigentes deberán saldar deudas y, por sobre todo, imponerse ante un rival más fuerte: los intereses económicos creados alrededor de los terrenos.

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