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Domingo, 23 de octubre de 2011
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Cómo es la batalla entre canayas y leprosos por las pintadas que ahora se queman.

Muros de violencia en esta ciudad

Los violentos de Central y de Ñuls perfeccionaron sus métodos: Ahora utilizan cubiertas y combustibles para incendiarse mutuamente las pintadas que proliferan en distintos muros de la ciudad. Y además, graban las acciones y la suben a Youtube.

Por Alejo Diz
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En el video, hinchas de Ñuls incendian cubiertas para quemar un muro con pintadas de Central. Todo filmado. Arde una pintada favorable a Ñuls que acaba de ser quemada por los canayas.

Nuevos modos de violencia encontraron en el último año los barras de Central y Ñuls para animar su rivalidad. Los hinchas tomaron como escenario de enfrentamiento las calles de la ciudad, cada barrio, donde se desafían con brocha en mano y tarros de pintura. Las leyendas auriazules y rojinegras se pueden encontrar en cada ochava, dañando mobiliario público y viviendas, lo que ya despertó la preocupación de las autoridades municipales. La batalla por los paredones inició con pintadas, continuó con quema de muros con cubiertas prendidas fuego y llegó a enfrentamientos con armas de fuego, episodios que no tomaron trascendencia. Algunos de las acciones son registradas con cámaras de video caseras y subidas a las Internet, donde canayas y leprosos extienden su beligerante inquina dejando pruebas en el ciberespacio de hasta dónde son capaces de llegar.

La ciudad está pintada de azul y amarillo, y rojo y negro, según la esquina que se mire. La pelea por imponer los colores del club querido en los barrios se profundizó a partir del 3 de marzo de 2010. Aquel día la policía detuvo a diez simpatizantes rojinegros pintando el puente de ingreso a Arroyo Seco por la autopista a Buenos Aires. Las detenciones fueron realizadas por personal de la comisaría 27ª. Días después tres de los hinchas detenidos recibieron ataques a balazos en el frente de sus respectivos domicilios. "La policía entregó los datos a los sina (hinchas de Central) y nos quisieron asustar con balazos en la casa de los pibes", precisó uno de los barras del parque Independencia. "Ahí se pudrió todo porque ellos rompieron un código: atacaron la casa de la familia de los chicos, donde vive la vieja, los hermanos", razonó el hincha leproso.

Pintura y fuego.

La hinchada de Central impuso sus colores en los barrios a mediados del año pasado, cuando la barra de Ñuls atravesaba una crisis de liderazgo que puso en jaque el dominio de Diego "El Panadero" Ochoa. Quienes responden a Andrés "Pillín" Bracamonte, capo de la tribuna canaya, tomaron esquinas perdidas, principalmente en la zona sur, mientras en el parque Independencia la interna estaba al rojo vivo. Pero además de recuperar "los murales", en operativos relámpagos, y con nueva metodología de acción, los auriazules arrasaron con las leyendas leprosas: arruinaron decena de paredones colocando cubiertas rociadas con combustible sobre la pared y lanzado sobre ellas un fósforo prendido, produciendo una llamarada de fuego que en segundos tiñe todo de negro.

Esos ataques se hacen entre lunes y miércoles, en horario de madrugada, y algunos son registrados con cámaras filmadoras caseras, subiendo luego a Internet el video, incluso con trabajo de edición donde los violentos muestran el "antes" y "después" del paredón arruinado.

Consolidado Diego Ochoa como jefe de la tribuna leprosa, en el último semestre los rojinegros salieron a las calles a buscar los espacios perdidos. En todos los casos el "operativo pintadas" se llevan a cabo entre 10 y 15 hinchas, que se trasladan en tres o cuatro autos. Dos de ellos hacen campana en las ochavas por si aparece la policía, de otro automóvil se bajan los tarros y pinceles, y ocho o diez manos se ponen a trabajar con brocha en mano, mientras todo el grupo se mantiene comunicado por radio ante cada eventualidad.

A los tiros.

El mes de julio se vivieron las situaciones más violentas. En barrio Martín un grupo de canayas tomó infraganti a cuatro menores de edad tapando con pintura roja una esquina auriazul. Los hinchas de Central se bajaron de un Fiat Uno a intimidar a los rojinegros sin advertir que los leprosos eran custodiados a 50 metros por una decena de barras, quienes irrumpieron a los tiros sobre el vehículo. Los canayas lograron volver a automóvil y se retiraron a rápida velocidad, y con seis orificios sobre la carrocería del rodado.

Días más tarde, los simpatizantes de Arroyito quemaron las pintadas leprosas de Ovidio Lagos entre Cochabamba y La Paz. "A seis cuadras de tu cancha", festejaban, en la web, los auriazules. Ante la situación, la policía intervino prestando atención a la batalla callejeras, respondiendo de inmediato ante cada llamada de advertencia al 911, por parte de vecinos, muchos de ellos cansados del daño sobre las viviendas. Pero los resultados de los operativos policiales arrojaron más de 40 detenidos o demorados de Ñuls y ninguno de Central. "Pillín (por Andrés Bracamonte) sabe cómo arreglar las cosas para que no tengamos problemas. Nosotros llevamos 20 años pintando la ciudad", se arroga un barra de Arroyito, quien además asegura que "a los pechos (por los hinchas de Ñuls) los detienen porque los entrega el Panadero (Diego Ochoa)".

En el parque Independencia toman la efectividad policial en los operativos como un desafío: "Nosotros copamos la ciudad a pesar de que la cana tiene la orden de detener solo a nosotros. Los otros días detuvieron a chicos que estaban pintando postes en Battle y Ordoñez y San Martín por parte de personal de la comisaría 20ª y 21ª. Los sina (por los hinchas de Central) nos manda la yuta porque le copamos la ciudad. Ellos colgaron en el estadio una bandera que decía `con pintadas no se recuperan las banderas'. Asumieron que tienen perdida la pelea en la calle".

En las alturas.

La batalla por los paredones no solo pasa sus límites con enfrentamientos a los tiros. En Dean Funes y Nechochea un hincha de Ñuls decoró el frente de su domicilio con una leyenda que recuerda el título que los rojinegros lograron en Arroyito en 1974. Con pintura blanca, hinchas de Central ensuciaron la fachada. Para evadir el accionar de los vándalos auriazules el hincha leproso escribió la frase "1974 tu peor humillación" en las alturas, entre el balón y la terraza de su vivienda. De madrugada, los canayas se treparon por el edificio lindero, saltaron al balcón del vecino rojinegro y cubrieron toda la pintada con aerosol. Los referentes en el barrio de la tribuna leprosa tomaron el caso como propio, fueron en busca de sus pares auriazules y hubo cruce de amenazas. El singular hincha Ñuls volvió a pintar en rojo y negro el frente de su casa, y así se preserva hasta estos días.

De la calle a los clubes.

Si bien no tomaron dominio público, la beligerancia entre las barras recrudeció al punto de realizarse ataques en las instalaciones de las propias instituciones. Los canayas lanzaron una bomba molotov en la cancha de fútbol sintético del parque Independencia. Y los leprosos respondieron arrojando bombas caseras similares sobre el techo de la pileta techada ubicada al lado del Gigante de Arroyito. La lona es ignífuga, lo que evitó el incendio.

Hay zonas de la ciudad donde los hinchas mantienen pactos de convivencia, como ocurre en la zona sur, pasando Gaboto, donde en calle Buenos Aires se imponen los muros auriazules y por Laprida los rojinegros. Como esos acuerdos ya quedan pocos. Los canayas ya pisaron el parque Independencia con brocha en mano, los leprosos llevaron el rojo y negro a las puertas del Gigante, y al cruzarse se corrieron a tiros. Pero a pesar del odio, en ambos bandos coinciden: "Esto termina mal".

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