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Cada cuatro años los ojos del fútbol argentino se posan en la ciudad. A la hora de pensar en los jugadores que representarán al país en un Mundial de fútbol los entrenadores le prestan atención a los talentos que producen Ñuls y Central. Y con la nómina difundida ayer por José Néstor Pekerman las inferiores rojinegras y auriazules ratificaron su fecunda faceta formadora. Es que como sucedió en los últimos cuatro mundiales, de esta región salieron 6 jugadores de los 23 seleccionados para Alemania. Aunque, en este caso, hay un ingrediente singular. Y es que la máxima ilusión albiceleste nació en zona sur y empezó a patear en las inferiores de Ñuls: Lionel Messi.
De Italia `90 a Corea-Japón 2002, los clubes de la ciudad fueron actores activos en la composición de los planteles mundialistas. Con la confirmación de ayer, Ñuls y Central nutrieron al representativo nacional, por quinto Mundial consecutivo, con media docena de exponentes. Los elegidos por Pekerman fueron Roberto Abbondanzieri, Gabriel Heinze, Nicolás Burdisso, Lionel Scaloni, Maximiliano Rodríguez y Lionel Messi. Cinco leprosos y un canalla. Aunque esto no se traduce en logros institucionales. Es que algunos futbolistas estuvieron menos de dos años en la ciudad, está quien jugó un puñado de partidos y no faltan quienes ni siquiera llegaron a la Primera en sus clubes de formación.
Roberto Abbondazieri es el único canalla en la nómina. El actual arquero de Boca lució sus guantes en el Gigante de Arroyito del `94 al `97. Llegó proveniente de su Bouquet natal. Y arribó a la entidad xeneize en el período más exitoso de toda su historia. Aunque en Arroyito el Pato era suplente de Roberto Bonano.
Los otros cinco son rojinegros. Pero dos de ellos, al sacarse la foto del debut en Primera, ya no vestían la camiseta del parque Independencia. Lionel Messi es el caso más resonante. Hasta los 15 años era el atractivo de los fines de semana en Bella Vista. Y una vez que los padres recibieron la negativa de Eduardo López para que la institución asuma los gastos de un tratamiento médico, la familia emigró a Barcelona, que por entonces ya contaba con informes cargados de adjetivos sobre las virtudes de la Pulga. Caso similar es el de Nicolás Burdisso. El defensor fue vendido a Boca con edad escolar. Y por eso en el parque Independencia no hay foto del defensor del Inter con la rojinegra al pecho.
Grabriel Heinze dejó Crespo (Entre Ríos) para aceptar una invitación de Jorge Griffa. El entrerriano hizo las inferiores, debutó en Primera en el `96 y tras seis partidos López lo vendió a España (Valladolid), ignorando su potencial. Lionel Scaloni dio sus primeros pasos con pelota al pie en Juan XXIII. Pero al superar las categorías de fútbol infantil fue reclutado por los leprosos. Jugó un año. Pero en el `98 su padre discutió con el mandamás rojinegro y se llevó al hijo a Estudiantes de La Plata. Por último, aparece el jugador que más le dio al club: Maxiliano Rodríguez. La Fiera brilló en el Coloso durante dos temporadas. Se distinguió en un equipo huérfano de protagonismo. Y dejó el club (2001) a cambio de millones de euros.
Con estas seis citaciones el potrero de la ciudad conserva el prestigio que germinó en Italia `90, cuando Carlos Bilardo se llevó a Edgardo Bauza, Gustavo Dezotti, Ricardo Giusti, Juan Simón, Roberto Sensini y Abel Balbo. En Estados Unidos `94 jugaron José Chamot, Sensini, Gabriel Batistuta, Balbo, Hernán Díaz y Norberto Scoponi. A Francia `98 Daniel Passarella citó a Sensini, Batistuta, Chamot, Pablo Paz, Balbo y Marcelo Delgado. Y en Corea-Japón el cuerpo técnico rosarino liderado por Marcelo Bielsa dispuso de Mauricio Pochettino, Walter Samuel, Batistuta, Cristian González, Chamot y Roberto Bonano.
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