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Domingo, 16 de junio de 2013
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Central se consagró campeón del Nacional B al imponerse a Deportivo Merlo y cuando ya estaba ascendido.

Atrás quedaron las horas más amargas

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Toledo ya metió su cabezazo tras el centro de Méndez y festeja de rodillas hacia el cielo.

1 Central: García (6); Ferrari (4), Peppino (4), Valentini (5), Delgado (5); Encina (6), Méndez (5), Domínguez (5), Lagos (6); Bareiro (4), Toledo (4). DT: Miguel Russo.

0 Deportivo Merlo: Giordano (5); Bravo (3), Mena (4), Díaz (4), Galeano (4); Pajón (5), Lorefice (4), Caballero (4), Menéndez (4); Gómez (4), Romero (4). DT: Sebastián Anaut y Gabriel Manzini.

Goles: ST: 13m Toleo (C).

Cambios: ST: 11m Carrizo por Bareiro (C), 19m Pfund por Mena (DM), 24m Rivas por Caballero (DM), 30m Blanco por Gómez (DM), 40m Flores por Encina (C).

Arbitro: Diego Ceballos

Cancha: Central

No había ambiente de drama, de esos que se respira en un partido donde está en juego un título y un descenso, como lo que protagonizaban Central y Deportivo Merlo. Pasaron muchos minutos para que Central probara un tiro al arco. Pero no había ansiedad en las tribunas. El título se iba para La Plata, donde ganaba Gimnasia y Esgrima, y eso no genera mayor malhumor en los hinchas. Los insultos eran para Toledo o Bareiro cuando tomaban la pelota, nada más. Era un fastidio contenido. De un primer tiempo intrascendente, el equipo salió de su rutina de ataques con centros al azar cuando ingresó Carrizo, y en su primera avanzada el volante convinó con Méndez y la pelota voló por arriba a la cabeza de Toledo, en el área chica, saltando el goleador para marcar el gol del triunfo y del campeonato, para entonces despedirse el canaya de su pesadilla de la B con una vuelta olímpica y pegar así el portazo a sus peores tres años de la historia con una sonrisa

Central no venía siendo inteligente para jugar al fútbol. Además de encontrar algunas derrotas, su nivel se estancó al lograr el ascenso en Jujuy. Lo más ordinario se vio ayer en el primer tiempo, con el equipo fallando y siendo torpe para dar pases. Méndez tocaba para los costados y mal, y a los delanteros la pelota les rebotaba hacia atrás, retardando todo el ataque.

Algunas escapadas de Delgado, algunas intervenciones de Lagos que daban continuidad en el juego, y Encina asumiendo la conducción en el medio, fue lo poco que mostró Central ante un Deportivo Merlo sin jerarquía, condenado a perder la categoría por el nivel de sus jugadores.

El primer tiempo se hizo extenso y bucólico. Gimnasia y Esgrima goleadaba a Sarmiento y se adjudicaba el título. Para el complemento Central tenía una obligación: al menos mostrar determinación para buscar la victoria. Y las ganas por ganar se dejarán ver cuando ingresó Carrizo, pasados los primeros diez minutos.

El volante en su primera acción buscó el gol en remate de larga distancia que se desvió en Mena, y en la segunda, de nuevo por izquierda, lo invitó a Méndez a llegar al fondo con un pase profundo y el volante sacó un centro al área menor que no se animó a descolgar el arquero, y saltó Toledo para pegar el grito del campeonato, con cabezazo sobre la línea.

El estadio despertó con el grito del triunfo como el equipo lo hizo con el ingreso de Carrizo. Desde entonces la visita, que jugaba en posición de descenso desde el primer tiempo porque ganaban sus rivales directos, se quedó sin ilusiones ni rabia por intentar el partido heroico de la salvación.

Con Central ganando, todo el espectáculo giró en torno a los festejos: los jugadores pedían la pelota y se mostraban, los hinchas bramaban en las tribunas sin prestar atención a lo que pasaba en el campo de juego y Miguel Russo salió del banco de suplentes para caminar por el corralito dando indicaciones con vehemencia.

Deportivo Merlo descendió a la Primera B Metropolitana casi sin poder ofrecer resistencia. Ganaban Crucero del Norte e Independiente Rivadavia, resultados que lo condenaban. Pero la noche fue toda canaya. Y Central le dijo adiós al Nacional B con su gente a los saltos en las tribunas, abrazos en el campo de juego entre los jugadores y Russo por delante de todos, como hacedor de aquello que intentaron sin suerte sus antecesores. Lo que viene para el auriazul es el desafío de elevar su nivel de juego. De eso se ocupará el técnico. Porque de los once que ayer salieron a la cancha, pocos serán titulares la próxima temporada. Y por eso para algunos los festejos en el Gigante fue también una despedida. En seis semanas llegará lo mejor: con la gente recibiendo a un equipo que volverá a jugar en la máxima categoría.

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