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Lunes, 9 de noviembre de 2015
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El Canaya terminó una campaña formidable con un 3 a 1 a Boca.

"¡Es el equipo de Coudet!"

Con un Gigante en ebullición, Central dio vuelta el partido ante el campeón con sabor a revancha por la escandalosa derrota de la Copa Argentina, y con la gratitud de la hinchada que se fue cantando: "Que se queden todos, no se vaya ni uno solo".

Por Pablo Fornero
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Justo un ídolo de la casa como el Chelito metió el empate. Todos corrieron a abrazarlo.
3 Central: Caranta (6); Salazar (4), Donatti (4), Pinola (7), Fernández (5); Montoya (5), González (5); Cervi (5), Lo Celso (4); Larrondo (6), Ruben (6). DT: Eduardo Coudet.
1 Boca: Sara (6); Fuenzalida (5), Magallán (5), Rolín (4), Monzón (5); Cristaldo (4), Cubas (6), Bentancur (5), Colazo (5); Palacios (5), Chávez (5). DT: Rodolfo Arruabarrena.
Goles: PT 8m Chávez (B), ST 17m Delgado (C), 35m Fernández (C), 45m Larrondo (C).
Cambios: ST 9m Colman (6) por Donatti (C), 11m Delgado (6) por Ruben (C), 25m Pavón por Palacios (B), 39m Gómez Andrade por González (C), 40m Pochettino por Colazo (B).
Arbitro: Mauro Vigliano.
Cancha: Gigante de Arroyito.

Central merecía cerrar el año con una victoria, y lo logró. En una tarde noche que será más recordada por los incidentes dentro y fuera del Gigante, el Canaya se despidió de la mejor manera, dio vuelta el partido y recibió ovaciones interminables por la campaña desplegada. Los de Coudet culminaron el certamen en el tercer puesto, ya que San Lorenzo le ganó a Rafaela y enfrentará a Boca en la Supercopa doméstica. La temporada de Central roza lo brillante, conquistó con su juego a propios y extraños. No tiene nada para reprocharse.

Hubo poco para rescatar en el primer tiempo desde el lado de Central. Como si todavía pesara sobre la cabeza de los jugadores la caída en la final de Copa Argentina. Al Canaya le faltó concentración, lució inconexo y se notó en el pobre rendimiento que mostró en el primer tiempo. Boca, solo para cumplir, con suplentes y suma practicidad, simplificó el juego y se puso en ventaja antes de los 10 minutos. Para lograrlo, aprovechó uno de los tantos errores groseros que cometieron los de Coudet en el primer tiempo. Tras un rebote en Pinola, Chávez definió de derecha.

El partido se desnaturalizó con el ingreso del hincha que quiso agredir a Arruabarrena (ver subnota) y el pedido -casi ruego- de Coudet a los hinchas para que cesen las agresiones. Luego de la detención, Central regresó más errático que antes. Falló en distribuciones sencillas y nunca superó al campeón.

Al margen de las desatenciones propias, Central no pasó sustos con Boca, que eligió esperar en mitad de cancha y salir con rapidez de contragolpe cuando podía.

La mano se torció en la segunda etapa, y no es la primera vez que ocurre en el torneo, a partir de la lectura de Coudet. El entrenador arriesgó y colocó en cancha a un volante creativo como Colman y retiró al central Donatti, en mal forma. Bien tapados Cervi y Lo Celso, el mediocampista de pelo largo marcó diferencias. La pelota circuló con precisión como no había ocurrido en el inicio a partir de sus decisiones. Y así creció Central, que ya no era ya el del primer tiempo.

El empate llegó a través de un tiro libre. Delgado le dio al palo del arquero y convirtió su primer gol desde la vuelta de México. En la acción siguiente, Caranta le tapó un mano a mano a Chávez. Coudet, valiente como en todo el torneo, apostó al golpe por golpe, Y ganó, como todos los que arriesgan. A falta de diez minutos, Fernández anotó el segundo para convertir la cancha en una explosión de júbilo, bien lejos del desmadre que tuvo la jornada.

Los hinchas priorizaron el reconocimiento a este gran plantel y el aliento superó a la bronca. Larrondo, otro de los tantos baluartes del grupo, marcó el tercero y coronó el festejo. Todos celebraron aunque el equipo terminó tercero. Pero Central tuvo en Coudet y este grupo algo que no había tenido en su historia reciente. El hincha fidelizó con el equipo. "Que se queden todos, que no se vaya ni uno solo", que bajó de las tribunas habla de ello. Quizás aquella derrota escandalosa sea solo la antesala de un futuro glorioso. El tiempo dirá.

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