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Domingo, 23 de octubre de 2005
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ENTREVISTA A RONALD RALDES, LA FIGURA DE ROSARIO CENTRAL

"De chico quería estudiar medicina"

Se inició en el fútbol por sugerencia de
un tío y hoy su pase está cotizado en el
mercado en unos cinco millones de dólares.

Por Alejo Diz
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El defensor Ronald Raldes con sus dos hijos, distendido en su casa de Rosario. "La verdad es que jugar al fútbol profesionalmente no estaba en mi cabeza", asegura.

"Pero yo hablo muy poco", advierte Ronald Raldes al recibir la invitación del periodista a hablar de fútbol. El jugador de mayor jerarquía que tiene Central vino de Bolivia. Llegó en febrero de 2004 por decisión de Pablo Scarabino (Miguel Russo, técnico por aquel entonces, prefería a Pablo Barzola, hoy en Quilmes). Y a pesar de que en su primer entrenamiento en el club sintió el rigor físico del fútbol argentino, tras aquel ensayo Miguel Russo asumió su yerro clínico: "Este sabe. Anotalo en la lista que va a jugar la Libertadores", le instruyó el técnico al secretario Rubén Massei. Y ahora los dirigentes confían en venderlo --no antes de junio de 2006-- "entre tres y cinco millones de dólares".

"En el `98 --recuerda Raldes-- empecé a jugar en el Club Destroyers, que es un equipo chico de Santa Cruz de la Sierra. Estuve un año y pasé a Oriente Petrolero. Aunque la verdad es que jugar al fútbol profesionalmente no estaba en mi cabeza. Siempre quise estudiar y ser un profesional. Pero me llamó un tío, que en ese tiempo jugaba en Destroyers. Estábamos en vacaciones de invierno y me invitó a entrenar en esas dos semanas. Fui con mi hermano y por esas cosas de la vida yo quedé. Desde ahí comencé a dedicarme al fútbol y llegué, por ahora, hasta aquí.

--¿Qué sueño tenía como profesional?

--Siempre me gustó la medicina. Y quiero estudiar a futuro, después que termine mi carrera de futbolista.

--¿Por aquel entonces jugaba al fútbol con amigos por entretenimiento?

--Sí, todos los días, desde las tres y media de la tarde hasta las siete, que nos juntábamos a jugar con los amigos del barrio. La pasábamos muy bien.

--¿Y cuándo sintió que el fútbol iba a ser su trabajo?

--En el `95 ya había jugado un torneo nacional representando a mi cuidad. Pero tenía 14 años y los torneos eran en las vacaciones. Era sólo un juego para mi. Pero cuando entré en Destroyers me quitó tiempo de estudio y tuve que elegir. Afortunadamente terminé el colegio y en el `99, al llegar a un equipo grande como Oriente Petrolero, tuve que dedicarme exclusivamente al fútbol.

--¿Cómo reaccionaron sus padres al decidir postergar los estudios de medicina?

--Ellos ya tenían alguna idea por como se fue dando todo. Se los comenté y mi padre me pidió que termine el colegio, y después salió lo de Central. La universidad va a tener que esperar un rato.

--Pero el fútbol también tiene sus sacrificios...

--Sí, seguro. La verdad que de afuera uno no se da cuenta. Cuando me metí en esto ví que me iba a privar de muchas cosas, como la familia. Son sacrificios que uno está obligado a ser si quiere seguir por este camino.

--¿Cómo fue el pase a Oriente Petrolero?

--Fue un salto grande. En el `98 estaba entrenando con el Sub 20 para jugar el Sudamericano de Argentina (Tandil `99). El técnico Ovidio Meza, que estaba a cargo de ese juvenil, me llevó al Sudamericano y por su recomendación me llamaron después de Oriente Petrolero.

--¿Siempre jugando como zaguero central?

--En el juvenil me hacían jugar de volante central, en Destroyers de marcador lateral izquierdo, hasta que me pusieron de marcador central y me quedé ahí (ríe tímidamente).

--Correr por el mediocampo no era lo suyo...

--No, la verdad que no. Bah, en el juvenil me acomodé bien jugando de cinco, pero a nivel profesional se me complicó un poco más.

--¿Al llegar a Central sufrió el contraste a nivel competitivo entre el fútbol de un país y el otro?

--Sí, hay muchas diferencias. El fútbol argentino es mucho más fuerte y dinámico y se vive de otra forma.

--¿Sabía que se iba a encontrar con eso?

--Yo miraba el fútbol argentino por televisión, pero es muy diferente cuando uno está adentro de la cancha. Con la presión que ejercen los hinchas, y el ritmo que imponen los equipos, no da tiempo para pensar y hay que resolver al instante.

--¿Qué anécdota le quedó al sufrir ese cambio deportivo?

--Nunca me olvido de la primera práctica de fútbol que hice en Central. Estaba Miguel Russo y me sorprendió el ritmo que tenía la reserva, la intensidad con que jugaba. Yo venía de jugar el Preolímpico en Chile de 2004 pero tras esa práctica quedé agotado. Veía que los chicos iban y venía, no lo podía creer. Esa habrá sido mi peor práctica porque los chicos me hicieron caños, gambetas, lo que quisieron. Cuando llegué a casa llamé a mi familia para comentarle la dinámica que había en el fútbol argentino.

--¿Aquella tarde se animó a confesar lo que padeció al técnico a un compañero?

--No, me quedé calladito. Jugamos con un calor bárbaro. Sólo se lo dije a mi familia.

--¿Por qué en Bolivia se juega con menos intensidad?

--El tema geográfico influye bastante porque allá hay cambios de altura entre una ciudad y otra. Eso hace que el fútbol no sea tan vistoso.

--¿El fútbol boliviano es igual de profesional que el argentino?

--Eso depende de la aspiración de cada uno. Si el jugador pretende progresar debe dedicarse al cien por ciento. En Bolivia hay muchos jugadores de buena calidad, pero nuestro fútbol no está bien visto en el mundo, y eso influye bastante porque no se buscan jugadores bolivianos.

--A nivel de Selección, ¿sus rivales sienten que están jugando ante un equipo inferior y al que están obligados a vencer?

--Sí, puedo ser que eso suceda. Cuando nos tocó jugar con Argentina o Brasil sólo hablan de la altura y eso molesta porque nunca prestan atención a los jugadores importantes que tenemos.

--¿Se nota la diferencia de enfrentar a Ronaldinho o Riquelme, que a cualquier delantero del fútbol argentino?

--Sí, obviamente. Los brasileños hacen lo que quieren. Pero cualquier jugador es difícil de marcar si lo dejás recibir y darse vuelta. Antes de jugar con Brasil por Eliminatorias tuvimos el temor a sufrir un baile. Nos queríamos despedir de nuestra gente con una victoria pero no pudimos. Hoy por hoy el fútbol boliviano no está pasando por un buen momento. Para esos partidos nosotros nos juntamos en el aeropuerto un día antes y así no tenemos tiempo de trabajo. Ahora hay que pensar en la próxima Eliminatoria y tenemos un par de años para organizarnos.

--La frustración a nivel de Selección contrasta con su presente personal. ¿Se siente reconocido en el ciudad?

--Puede ser. El fútbol argentino me enseñó bastante y trato de trabajar todos los días bien para evolucionar lo más que pueda porque tengo metas personales que quiero conseguir. Y sería lindo poder alcanzar algo con Central. Acá la gente siempre me trató bien. Nunca pensé en llegar a una ciudad que tenga un club con tanto apoyo.

--¿Cómo reaccionó cuando le ofrecieron venir a Rosario?

--Ya había finalizado mi contrato con Oriente Petrolero y se me había caído la posibilidad de ir a Europa. Tenía 22 años y sabía que en ese momento era mi última posibilidad de irme a jugar afuera. Apareció lo de Central, tras el Preolímpico, y no lo dudé. La verdad es que sabía poco del club, pero cuando me interioricé me sorprendió mucho todo lo que rodea a Central.

--Y lo pudo comprobar al vencer a Ñuls por la Sudamericana...

--Fue increíble lo que vivimos ese día. Era el partido que me falta ganar. Ver a mis compañeros y a la gente tan feliz me dio mucha satisfacción porque, al fin y al cabo, uno tuvo algo que ver para que tanta gente esté así.

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