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Sábado, 27 de octubre de 2007
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ENTREVISTA A FERNANDO FARINA

"Venir después de Chiqui González es una suerte"

El designado secretario de Cultura de la Municipalidad de Rosario elogió a su antecesora en el cargo, que pasa a ser ministra de Binner. Incluso espera que varios de los proyectos que ya funcionan acá se "provincialicen".

Por Fernanda González Cortiñas
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Farina no esperaba el nombramiento.

Rosarino, 49 años, licenciado en Teoría y Crítica de Arte por la Universidad Nacional de Rosario, Fernando Farina será, a partir del 11 de diciembre, el nuevo secretario de Cultura de la Municipalidad de Rosario. Con un presupuesto que ronda los 30 millones de pesos --y la responsabilidad de que gran parte del Participativo este año esté involucrado en proyectos para el área--, el ahora ex director organizador del Museo Castagnino--MACRo (cargo que ostenta desde 1999), recibe de manos de la secretaria saliente y futura ministra de Cultura, María de los Angeles "Chiqui" González, una gestión en marcha en un momento que, según sus propias palabras, "no podría ser mejor".

Con algunos cambios de fondo, como el hecho de que el llamado "Tríptico de la Infancia" (Jardín de los Niños, Isla de los Inventos y Granja de la Infancia) pasa a depender del área (antes estaba bajo la órbita de Promoción Social) y con un soporte logístico nuevo, consistente en tres nuevas direcciones que se ubican directamente debajo de la figura del secretario en el organigrama municipal, Farina se apresta a encarar cuatro años de una gestión que según el empieza "con el pie derecho".

--¿Cuál es el objetivo de crear tres nuevas direcciones?

--Esto es algo que el intendente y la secretaria de Cultura saliente armaron antes de llamarme. Se trata de una suerte de superestructura que repartirá el peso de la responsabilidad que hasta ahora pesaba sobre la figura del secretario, intentando agilizar toda la mecánicas de la repartición. Todavía no tienen un nombre específico pero a grandes rasgos se ocuparán de, por un lado los programas que ya están en marcha (por poner un ejemplo, el Ceroveinticinco); de las instituciones (museos, centros culturales, escuelas de arte, etc.) y de la programación (desde los ciclos y festivales que están en funcionamiento hasta la generación de nuevas propuestas).

--¿Ya tienen nombre esas direcciones?

--Para las dos primeras, los nombres son Carolina Valparda --colaboradora muy cercana a Chiqui-- y Susana Dezorzi --ex directora del Centro Cultural Parque de España--. Para la de programación, el nombre natural sería el de Alejandro Tejeda, pero como él se va a Santa Fe con la ministra, por ahora ese cargo está acéfalo.

--¿Cuáles serán sus funciones específicas?

--La Secretaría de Cultura tiene muchísimas entidades bajo su órbita, algunas de las cuales tienen problemas, qué se yo..., desde edilicios hasta de organigrama. Eso antes lo tenía que solucionar el secretario. Lo que se busca ahora es nuclearlas para tratar las problemáticas de manera general. La idea es que se planteen los problemas de cada institución y cuáles son las posibles soluciones. Y, por supuesto, en alguna medida, tratar de coordinar las programaciones de todas ellas para que no se superpongan esfuerzos. Esto con una particularidad, y es que yo creo que es necesario que los directores de las distintas instituciones deben marcar un rumbo en sus propias políticas, le deben dar su impronta personal a cada una, claro, siempre respetando el marco de los lineamientos generales de la gestión. En este sentido creo que es fundamental y necesario que se respete y promueva la diversidad. Como dije, la primera dirección se abocará al seguimiento de los programas existentes y, eventualmente, a la creación de nuevos proyectos. La idea de la segunda es que comience a refuncionalizarlo todo, en el sentido de que muchas instituciones, por el lógico paso del tiempo, están caídas o en crisis, o necesitan ser modernizadas o ampliadas. Esto es un tema crucial para muchas de ellas. Pongo un ejemplo, quizá el más evidente: la Biblioteca Argentina. En este marco se va a tratar de que las instituciones apuntalen o en su defecto, se creen un perfil propio para que no estén generando situaciones absurdas de competencia entre ellas, algo que no tiene ningún sentido y que lo único que hace es provocar un desgaste institucional en lugar de aprovechar los recursos. La última de las direcciones es la que se vincula a todos los grandes eventos que están permanentemente en la agenda de Cultura, desde el Festival de Jazz al Día de la Bandera, desde el Festival de Poesía hasta la Feria de Colectividades. Ese director todavía no está. Es un lugar de cierta complejidad porque implica coordinar muchos esfuerzos, pero debajo de él ya había todo un equipo que viene trabajando muy bien, así que estoy seguro que pronto va a haber un nombre ahí.

--¿Le cayó de sorpresa la nominación?

--Sí, realmente es algo que no me esperaba. Si bien al ver lo que pasó en la provincia uno imaginaba que habría cambios, no estaba pensando en que me llamaran precisamente para esto. Sí estaba ocupado seriamente en ver cómo se daba la transición para dejar definitivamente la dirección del Castagnino--MACRo, lo cual implica un serio problema. Y es que esta intitución tiene algo en particular y es que, para mí, esta no ha sido una simple administración. Yo he trabajado haciendo mucha gestión, y esto significa establecer una cantidad de vínculos con diferentes entidades para poder desarrollar los programas que hay que mantener y alimentar. Yo estaba muy preocupado por quién iba a sucederme, en función del nivel de complejidad que presenta una institución como ésta. Y es que la gente confía en la institución, pero confía más en las personas. No sé qué pasará en el resto del mundo, pero aquí en la Argentina esto es como muy evidente. De ahí que el lugar del gestor sea tan importante. Eso en Buenos Aires se ve claramente. No hay más que ver lo que acaba de pasar con el Museo Nacional de Bellas Artes, donde el director ejecutivo busca un gestor para que establezca relaciones, fundamentalmente empresariales, para llevar adelante una política institucional.

--¿Le quedan deudas con la gestión al frente del (los) Museo(s) o, calculando el cambio, ya había dejado todo saneado?

--Más que el cambio pensaba en volver a mi casa... (risas) O por lo menos pasar a un lugar de menor exposición. En fin, creo que eso no va a suceder por ahora. En cuanto a las deudas con el museo me queda la ampliación del Castagnino. Eso es algo por lo que veníamos bregando desde hace tiempo y me parece que es fundamental para la ciudad.

--¿Lo plantearía entre sus objetivos inmediatos de gestión?

--Creo que sí. Por supuesto que va a haber que definir cuáles son las obras, pero hay que imaginar que, por ejemplo, para el 2010, para los festejos del Bicentenario, Rosario se tiene que mostrar como la gran capital cultural que es. Habrá que sentarse a discutir qué queremos hacer, qué ciudad queremos mostrar. Y eso habrá que trabajarlo en forma conjunta. --¿Cambios?

--Todavía estoy digiriendo la decisión. De todos modos diría que de entrada, no. Hay que decir que yo recibo una gestión en marcha, nada menos que de las manos de Chiqui González, un verdadero lujo. Sí creo que se van a dar cuestiones de coordinación con la provincia que van a ser fundamentales. De modo que creo que varios de los proyectos que ya funcionan, se "provincialicen". Así que en este sentido creo que si hay cambios, será en favor de potencializar lo que ya está. Por poner un ejemplo; en Rosario tenemos un festival de Video que tiene relevancia internacional; bueno, démosle otra escala dándole alcance provincial. Del otro lado hay por decir algo, dos festivales de Jazz, o dos festivales de Teatro. Bueno, habrá que optimizar esos recursos para no superponer esfuerzos. Por otra parte, creo que tenemos una oportunidad histórica de hacer algo con la Educación en esta provincia. En este sentido, el planteo de Chiqui será el de trabajar codo a codo con la cartera de Educación, y eso --no lo vamos a ver ahora, claro-- pero a la larga va a repercutir definitivamente en el terreno de la Cultura.

--Le iba a preguntar acerca de su relación con la titular de la cartera de Cultura provincial, pero creo que ya está contestada...

--Mi relación con Chiqui es excelente. Cuando me llamaron para ser secretario mucha gente se acercó a decirme con preocupación qué iba a hacer "después de Chiqui". Y la verdad que para mí, el venir "después de Chiqui" es una suerte. Creo que me toca el mejor momento de Cultura, diría un momento inmejorable. Además, trabajar con ella va a ser muy fácil. Evidentemente soy una persona de mucha suerte.

--A propósito de staff, si no son llamados de la Provincia, le quedan en organigrama dos ex secretarios de Cultura, Rafael Ielpi y Pichi De Benedictis...

--Claro, por eso digo que me toca gestionar con viento a favor. En el caso de ellos dos, son amigos, compañeros y estoy seguro que van a ser de los que me van a ayudar a resolver problemas, no a traerme más.

--Pareciera que está acostumbrado a que le traigan más problemas que soluciones...

--A ver. Soy de los que cree que el Estado no se puede desentender de la Cultura, pero a también me parece importante que las instituciones aprendan a autogestionarse. Y vuelvo a la figura del gestor, en este caso comprometiendo a las instituciones, a los particulares, a las empresas. Me parece que los proyectos así planteados siempre son más sólidos. De todos modos pienso que es importante empezar a romper cierta tradición de lamento por lo que no le da el Estado. Yo creo que a un secretario de Cultura lo que más lo mortifica en una reunión de directores es que vayan a pedir. Claro que esto no significa que no nos hagamos cargo de los problemas. En este punto habrá que saber realmente cuáles son las problemáticas de cada sector y ofrecerles una solución, que no siempre se traduce en darles plata. Pero también está bueno que las instituciones, en la medida de lo posible, --porque creo que es muy diferente el subsidio que puede conseguir el Museo Castagnino que el que puede conseguir un centro cultural de barrio-- gestionen parte de sus fondos. Esto hace posible que los espacios que, como decía antes, se les hace cuesta arriba obtener ayuda externa, puedan ser subvencionadas. Pero para esto es clave el rol de los gestores culturales. Y es que por ahí hay un lugar, el Museo de la Memoria, por poner cualquiera, que por su temática le cuesta conseguir fondos. Pero es probable que si se presenta un buen proyecto a una fundación específica, seguramente estarán interesados. De todos modos, todo esto queda en el plano de las suposiciones. Espero poder reunirme con Chiqui González pronto y que a partir de ahí podamos definir ciertas cuestiones para ver qué se puede hacer. De todos modos, como siempre digo, esta es una ciudad generadora de proyectos, así que vuelvo a repetir: creo que la tengo muy fácil.

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