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Domingo, 4 de noviembre de 2007
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Música. UNA NOCHE DE FOLKLORE EN EL FESTIVAL DE JAZZ

Los géneros que se alimentan

El pianista entrerriano Carlos Aguirre reunió a poderosas
voces femeninas y sumó instrumentistas para una agrupación
de gran riqueza instrumental para un folklore de gran riqueza.

Por Edgardo Pérez Castillo
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El Carlos Aguirre Grupo hoy en el teatro La Comedia.

En una demostración de la amplitud que ha marcado la selección de esta onceava edición del Festival de Jazz Rosario, esta noche el Carlos Aguirre Grupo se presentará en el teatro La Comedia. Con un corte eminentemente folclórico, las interpretaciones giran alrededor de las obras compuestas por Aguirre, ofreciéndose ahora con un fuerte carácter vocal, a partir de la presencia del coro que conforman Silvia Salomone, Florencia Distéfano, Melisa Budini y Jorgelina Barbiero. Completando el ensamble de voces, Aguirre interpreta además piano, bandoneón y guitarra, participando así del segmento instrumental que incluye a Fernando Silva en bajo, contrabajo y cello, Luis Medina en guitarras, Alfonso Bekes en guitarra y mandolina y José Piccioni en percusión y bandoneón. La riqueza melódica y armónica, por lo tanto, está garantizada, en una jornada que se desarrollará desde las 21.30 y contará con la participación de Cinegraf y del Ruggeri-Palena Jazz Trio.

Así lo entendió Aguirre, quien allá por 1999 decidió darle forma a este proyecto, sobre el cual, en su diálogo con Rosario/12, apuntó: "El grupo de las chicas, de las voces, era algo que se insinuaba, pero que realmente me costaba resolver en términos operativos. Las ganas siempre estaban, pero muchas veces no podíamos viajar todos, aunque desde hace un tiempo es la formación estable. Por un lado eso me ha permitido desarrollar más esa cuestión, nos hemos sentado a trabajar eso más profundamente. Por otro lado está la situación tímbrica que proporcionan los diversos instrumentos que hemos ido incorporando, ya no las distintas personas sino más bien la actitud de esas personas a abrirse a tocar otros instrumentos. En el caso de los guitarristas uno de ellos también está tocando mandolina, el otro está tocando una guitarra píccolo. De repente hay temas donde alguno de ellos asume alguna marimba, el percusionista está tocando bandoneón...".

-A esto se suma que se corrió del rol exclusivo de pianista.

-Sí, es que en realidad en la medida en que uno pueda asumir mínimos roles en otros instrumentos, porque tampoco es que uno se transforma en súper instrumentista del instrumento que no toca habitualmente, a veces la música te está pidiendo otros timbres. Y aunque toques una cosa muy sencilla en otro timbre, se enriquece mucho más que por ahí tocar eso mismo en tu instrumento.

A pesar de ese nuevo horizonte tímbrico, el grupo sigue sosteniendo como eje central a las composiciones de Aguirre. "Esencialmente son temas míos, pero por ahí versionamos algunas cosas -adelantó-. Para este recital por ejemplo hemos armado una versión de `Casamiento de negros`, una canción de Violeta Parra a la que hace rato le tenía muchas ganas. Aparte como vamos a tocar en el marco de un festival de jazz le dimos más prioridad a una franja del repertorio que es más instrumental".

-¿Cómo encajan en esa propuesta las voces? Porque son una parte muy fuerte del grupo...

-Exacto, pero las voces igual siguen teniendo un rol melódico, aunque sin texto. Son doblajes de algunas melodías que hacen los instrumentos. A veces me imagino que son como una especie de cuarteto de cuerdas, donde me planteo armonías con las voces. Son un instrumento más.

Mientras tanto, la inclusión del proyecto dentro de la programación del Santiago Grande Castelli no debería ya ser un factor de sorpresa, considerando la amplitud que hoy se halla implícita en la palabra jazz. "Obviamente que la música es un lenguaje universal, y fundamentalmente el jazz se ha sedimentado en la improvisación como elemento que lo caracteriza, y por otro lado en un tratamiento muy particular que da la sensación jazzística -reconoció al respecto el pianista entrerriano-". Que no es sólo la improvisación, sino el tratamiento de las armonías, ciertos gestos o giros melódicos. Eso me parece que es el jazz hoy en día. En ese sentido es la más abarcativa o incluyente de todas las músicas"

-¿Se está yendo rumbo a la desaparición de los géneros?

-Yo no sé si decirlo de esa manera, es muy apocalíptico (risas). Diría más bien que no desaparecen, sino que van mutando como muta el lenguaje. De hecho un Congreso de la Lengua se tiene que hacer a partir de la dinámica que tiene el lenguaje, y la dinámica está dada por la necesidad expresiva de cada momento. En la música pasa lo mismo. A mí en todo caso me encanta referirme al folclore, usar esa música como la fuente fundamental de inspiración. Pero a la vez también me siento un ciudadano de este momento histórico en el mundo, y necesito que ese lenguaje tome la medida de las cosas que quiero decir. Siento que igual hay mucha identidad en Latinoamérica, sobre todo. Hay una identidad creciente, por suerte, y a la vez al tener más identidad no le tiene miedo a la asimilación de elementos de otras músicas. Tal vez en otra época todo lo que se dijera con un color jazzístico, o de otros lugares, parecía una cosa extranjerizante, pero para mí más que nada porque había mucha inseguridad con nuestra identidad.

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