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Viernes, 21 de diciembre de 2007
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COTI SOROKIN TOCA ESTA NOCHE EN EL BROADWAY

De compositor a solista éxito

Este rosarino que vive en España dejó se ser maestro de música y compositor para otros artistas; para subirse a un escenario e interpretar sus propios temas. Lleva cuatro CDs.

Por Edgardo Pérez Castillo
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"Con doce años empecé a componer", asegura.

Cerebro detrás de hits como "Color esperanza" o "Tuve tu veneno" (popularizadas por Diego Torres y Natalia Oreiro, respectivamente), productor de artistas como Los Enanitos Verdes, Javier Calamaro o Julieta Venegas; el rosarino Coti Sorokin respira canciones desde niño. Sin embargo, después de haber trocado su trabajo como docente por el de compositor, Sorokin decidió volcarse de lleno a su proyecto solista, y ser él mismo quien pusiera voz a sus creaciones. En esa senda, Gatos y palomas es el cuarto disco de un artista que a pesar de estar radicado en España se instaló con fuerza en las radios argentinas con obras pegadizas como "Nada fue un error". Aunque es ése apenas un título entre el vasto repertorio del compositor, que esta noche brindará un generoso muestrario de todas sus composiciones en el concierto que, desde las 21, ofrecerá en el teatro Broadway.

Y no es llamativo que sea amplio el listado de canciones creado por Sorokin, quien heredó la vocación musical de su madre y la devoción por la música de un padre melómano, según recordó en su diálogo con Rosario/12: "Mi casa siempre fue un ámbito muy musical, desde mi vieja que tocaba el piano y mi viejo que era médico pero melómano, de comprar muchos discos y escuchar mucha música allá en la década del 70. Tengo recuerdos incluso de haber ido a conciertos de muy chiquito, a ver a Horacio Guarany, o conciertos de folclore en el Anfiteatro. Después el tema de escribir canciones viene más adelante, con diez o doce años. Era como en séptimo grado del colegio, que yo había empezado con la guitarra y mis primeros bocetos fueron muy pronto después de haber empezado con la guitarra".

Prematuro en el terreno de la creación, Sorokin sin embargo tomaba aquello como un juego habitual. "A mí me resultaba absolutamente normal ponerme a tratar de inventar algo con tres o cuatro acordes que conocía --reconoció--. Y tenía la sensación de que todo el mundo que sabía tres o cuatro acordes también inventaba algo, entonces me resultaba natural ponerme a escribir cosas. Muy elementales, obviamente, porque tiene que ver con esas edad, pero me acuerdo que había cosas que me movilizaban y que tenía ganas de escribir. Yo escuchaba mucho a León Gieco, Piero, estos cantautores, aparte de los Beatles y esa música que me regalaba mi viejo cuando tenía ocho años. Con la música en español empecé más adelante, y creo que ésas fueron como las primeras influencias que fui recibiendo dentro de la familia".

- ¿Cuándo se dio cuenta del valor de una canción como algo único e irrepetible? ¿Hubo un momento en que empezó a valorarlas de esa forma?

- No, mucho después empecé a tener esa conciencia. Eso lo va adquiriendo uno con el pasar de los años. Y más allá del valor económico, de poder subsistir de hacer canciones, que la canción sea un medio de vida, porque de éso me fui dando cuenta mucho después. Primero uno tiene una visión que es muy sana, muy romántica, de comunicar, y éso es algo que conservo y que he retomado a partir de estos cuatro discos solistas. Más allá de que tuve una etapa en las que componer y producir eran mi medio de vida y mi medio de expresión, después empecé a darme cuenta que con estos discos como solista cada canción tiene un valor artístico muy importante, de ocupar un lugar. A medida que uno mismo como artista, como músico, va aprendiendo y va ocupando un lugar en la gente, en la música que escucha, te vas dando cuenta que en la mano vas teniendo un arma de comunicación muy importante. Pero eso lo vas adquiriendo con el tiempo, y es algo alucinante, porque lejos de generarte presión te genera libertad y posibilidades. Y creo que este último disco es el reflejo de esa libertad.

- ¿Es una presión componer sabiendo que va a ser otro el que interprete sus canciones? ¿Llegó a cansarlo el hecho de crear canciones que, en definitiva, no iba a poder comunicar personalmente?

- A ver, es una mezcla de cosas. En ningún momento me propuse tener una carrera como compositor, no es algo que me tentaba. Simplemente empecé a darme cuenta que podía vivir de éso. Yo vivía de dar clases y mantenía mis estudios de música dando clases de guitarra, pero tuve la oportunidad de que me grabaran una canción y me dí cuenta que podía vivir de eso, que estaba mucho más cerca de lo que yo soy. Entonces empecé a cambiar mi modo de sustentación, dejé de dar clases para empezar a componer canciones para otros. Después me fui dando cuenta de que, por supuesto, artísticamente eso no me llenaba en absoluto. Nunca me plantee una carrera seria como compositor, nunca me interesó ni me interesa ahora, como tampoco me interesa ser maestro de música. Entonces siempre uno va buscando, como las plantas buscan la luz en la selva, uno va buscando éso que le hace feliz, éso para lo que nació, para lo que realmente tiene sentido hacer cosas. Así fui haciendo mis discos, mis canciones, mis conciertos, cosas que fui buscando y encontrando. Siempre estuve embarcado en éso, y fui encontrando el lugar. Lamentablemente hay mucha gente que no lo encuentra, pero yo encontré el lugar donde expresarme y gente que presta atención a lo que hago. Aparte eso se transformó en un medio de vida, con lo cual es una bendición, un privilegio y por supuesto no lo cambio por nada.

- Entre la gente que presta atención a lo que hace, aparecen algunos nombres importantes, como Javier y Andrés Calamaro, Ismael Serrano o Julieta Venegas. Debe ser interesante poder lograr una devolución de ésos artistas...

- Sí, y todo eso es un lugar que uno se va ganando no sólo con el público sino con los colegas. Y es muy importante el respeto, el cariño y la cercanía de los colegas. También es un privilegio del que gozo y que también fui buscando, porque siempre para mí la música fue un motivo de encuentro, entonces fui cultivando esas amistades musicales, muy a conciencia y necesidad. Realmente es un bien invalorable porque tengo todo ese respeto y cariño de mucha gente a la que yo respeto y le tengo cariño. Creo que eso también ayuda a tener diferentes visiones desprejuiciadas de los músicos, o de la música y la creación. Ayuda también a hacer proyectos en conjunto, cosas que realmente son muy valiosas. Tenemos el ejemplo muy cercano de los brasileros, que han hecho éso, han cultivado el desprejuicio y la hermandad musical entre muchos artistas, durante mucho tiempo. De alguna manera es un gran ejemplo que debería expandirse a otros lugares.

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