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Sábado, 12 de enero de 2008
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CINE. "LA FABRICA DE SUEÑOS", TALLER PARA PIBES DE BARRIOS

Verse reflejados en la pantalla

Más de doscientos chicos de la periferia -muchos de ellos jamás pisaron una sala comercial- pasaron por el taller de realización audiovisual que coordina el cineasta rosarino Andrés Nicolás. "Es un verdadero espacio de democratización de la imagen", dijo.

Por Fernanda González Cortiñas
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Uno de los realizadores de cine infantil.

A contrapelo de Calderón de la Barca, para los chicos los sueños están muy lejos de ser sólo eso. Muy por el contrario; se podría decir que son casi todo. Por eso, cuando el realizador rosarino Andrés Nicolás observó que el rodaje de una serie de cortometrajes sobre la infancia en riesgo en los barrios Ludueña y República de la Sexta, se convertía en una experiencia más que significativa para los chicos, pensó en ir un poco más allá, y creó un taller de cine infantil al que, sin dudar demasiado, le puso por nombre "La Fábrica de Sueños".

"Mi experiencia en trabajo con chicos no se limita solamente al cine -explica Nicolás en diálogo con Rosario/12-. Hacía años que venía trabajando en espacios educativos como la revista El Angel de Lata -hecha con los chicos de la calle-, o en talleres de expresión con chicos en conflicto con la ley. Así que después de la experiencia de documentar cómo viven los chicos en los barrios más pobres de Rosario, empecé a pensar en la posibilidad de que hubiera una continuidad en el trabajo, pero con otro tipo de compromiso por parte de los chicos: esto es, no ya como protagonistas sino como realizadores".

Así Nicolás confeccionó un anteproyecto que abarcaba distintas zonas de la ciudad, principalmente las más carenciadas, "ya que miles de chicos ahí no tienen acceso a esta herramienta maravillosa que es el cine", apunta el numen de la idea. "A principios del 2004 presenté el proyecto a la Secretaría de Cultura de la Municipalidad que rápidamente me pusieron en contacto con el director del Centro Audiovisual Rosario, Horacio Ríos, con quien inmediatamente pusimos manos a la obra. A mediados de ese año se iniciaron los primeros talleres en los Distritos Sur y Oeste".

Recientemente presentado en sociedad, el trabajo de la Fábrica de los Sueños contiene precisamente eso: un puñado de sueños de los más de doscientos chicos que ya pasaron por el taller.

Con títulos como Grandes ídolos, Los Superhéroes contra el ejército de zombies, El lobisón y Vampiros en el Ludueña, los pequeños cineastas imponen una agenda de temas que, siempre rayano en la comedia, van de la decadencia de los fetiches del futbol a la fantasía de hacerse rico de la noche a la mañana, sin pasar por alto a un clásico infantil de todos los tiempos como son las historias de miedo.

-¿Cómo evitó ceder a la tentación de hacer cine social o cine-denuncia a través de la mirada de los chicos?

-Desde un principio pensé que tendría que ser muy riguroso con los contenidos porque la idea no era utilizar el medio como espacio de denuncia. Y es que la mayoría de las veces, cuando se trabaja con determinados grupos sociales, quien llega desde afuera tiene la tentación de involucrarse y eso hace que se pierda de vista el objeto de conocimiento para "hacer hablar a los chicos de sus problemáticas", algo que desde luego no está mal, pero no es el objetivo real del trabajo. Por eso armé los talleres en tres bloques: en el primero se trabaja la imagen, la composición, la fotografía y el valor comunicativo y expresivo de la imagen. También hacemos un poco de historia del cine, haciendo un repaso por las primeras películas y algo de cine mudo, que siempre les gusta mucho a los chicos. En el segundo bloque, nos metemos de lleno en el universo de la narrativa audiovisual, en el cómo contar una historia. Aquí analizamos las unidades narrativas del cine, estudiamos la escala de planos y vemos algo de montaje. El tercer y último bloque es un taller de producción donde escribimos un guión, analizamos los roles en una filmación, el manejo de los elementos de trabajo y, finalmente trabajamos sobre el producto final: un cortometraje.

-¿Cómo es la modalidad operativa dentro del taller?

-Llegamos a la escritura de un guión desde distintos lugares. A veces planteo un ejercicio de escritura, funciona y ya tenemos un argumento que convertimos grupalmente en un guión. Cuando los ejercicios de escritura no funcionan les propongo a los chicos un género o lo proponen ellos, vemos algunas películas, trabajamos una línea argumental, vamos imaginando escenas que se enriquecen con ensayos. Otras propongo una idea, como contar la historia de Maradona, así nació el corto donde Maradona es el campeón mundial de bolitas. A veces hacemos mini adaptaciones de películas como Superhéroes contra el ejército de Zombies, que está inspirada en la película de Disney Los increíbles y en algunos otros dibujos animados. Un trabajo para mí muy significativo fue el de El lobisón, donde los chicos contaron muchas historias sobre lobisones que les habían contado sus abuelos y a partir de ahí comenzamos a trabajar. En todos los casos la escritura se completa en los ensayos y la filmación del cortometraje no es el resultado último del taller sino una instancia más del proceso educativo. No se trata de cortometrajes realizados íntegramente por los niños sino con una alta participación de los mismos coordinados por el docente.

-Ahora que ve el resultado del trabajo colectivo, ¿siente que ha cumplido con los objetivos que se había planteado al comienzo del proyecto?

-Creo que los talleres se han convertido en verdaderos espacios de democratización de la imagen donde se ponen en juego nuevos saberes, donde es posible expresarse a través de la interrelación de la palabra, la imagen y el sonido. Muchos de los chicos que han participado de los talleres nunca fueron a una sala de cine comercial, y participando de este espacio pudieron ser los artífices de un proyecto audiovisual y muchos de ellos cumplieron con el sueño de muchos chicos: verse reflejados en una pantalla.

Andrés Nicolás (Rosario, 1975), es realizador audiovisual egresado de la Escuela Provincial de Cine y Televisión de Rosario. De entre sus obras se destaca el cortometraje de ficción Empujando el carro, ganador de varios premios en festivales nacionales e internacionales. Siempre de interés social, otro de sus proyectos fue la revista Angel de Lata, proyecto cultural y educativo con chicos de la calle. Recientemente obtuvo la beca de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe para desarrollar su nuevo proyecto de cortometraje, Blanco y negro.

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